“Las
Teólogas
vuelven a leer el Vaticano II:
asumir una historia,
preparar el
futuro”
50 Aniversario del Vaticano II
MARI
PAZ LÓPEZ SANTOS
Al
llegar al Pontificio Ateneo S. Anselmo, bellísimo enclave monástico de monjes
benedictinos, me dí cuenta inmediatamente de que el Concilio Vaticano II, que
inició el Papa Juan XXIII en el año 1962, y del que celebramos este año el 50
aniversario, era la causa inicial de que este Congreso de teólogas se pudiera
estar celebrando en semejante espacio.
Me
comentaron que hasta principios de los años setenta, ninguna mujer había entrado en los metros
cuadrados de este monasterio benedictino masculino. En los días que ha durado
el Congreso, el gran refectorio (comedor de los monjes) se ha convertido en
sala de conferencias para acoger a más de doscientas teólogas de veintidós
nacionalidades: Argentina (3), Austria (1), Australia (2), Brasil (2), Canadá
(2), Chile (1), Colombia (1), Croacia (3), Francia (4), Alemania (3), Italia
(136), México (5), Nicaragua (1), Noruega (1), Paraguay (1), Perú (1), Rumania
(3), España (43), Suiza (1), Reino Unido (8), USA (3), República Dominicana
(1),
Como
mujer me siento agradecida a Dios, a los padres conciliares y a los monjes
benedictinos por este detalle que, como tantos otros que se introducen en la
vida y dejan no llaman la atención, pero que no hay que perder de vista
sobretodo pensando en lo que todavía queda pendiente después de cincuenta años
del Vaticano II y hay que seguir en la brecha.
Si
el espacio del Congreso me llevó a esta primera e inocente reflexión, qué decir
del hecho de ver aquella gran sala llena de mujeres teólogas, muchas de ellas
catedráticas en diferentes universidades del mundo. También me alegró ver la
presencia de algunos hombres en este Congreso, tanto asistentes como ponentes
de algunas charlas. Al fin, de lo que se trata es de caminar juntos.
Las
15 ponencias han tratado de transformaciones en la Iglesia y en el mundo en
estos años, de antropología, relaciones eclesiales, instituciones, temas
ecuménicos, cambios culturales, comunicaciones, etc. desde la perspectiva
femenina en la Iglesia y en el mundo.
La
presencia académica femenina en la Teología es un hecho sin retorno, pero
además tiene por delante un camino que, como todo lo que es vida, no puede
quedarse anclado en los logros y los reconocimientos, ni en los rechazos o
zancadillas, sino avanzar haciendo posible que la mujer sea ciudadana de pleno
derecho en la tierra como en el Cielo.
A
continuación comparto algunos apuntes rápidos tomados en las conferencias
- “Contra el poder, desafiar el sentido común: soñar y
creer, crear lo que creemos y soñamos”
- “La espiritualidad avanza a pasos agigantados, no así la
teología”
- “La teología feminista ha recuperado la conciencia de las
mujeres sobre su noción de dignidad”
- ¿Por qué se habla de toda la Iglesia si no está
representado el 50% de la Iglesia?
- “Hombres y mujeres son iguales, toda discriminación está
contra el plan de Dios”
- “Hay una dimensión moral en el trato de las mujeres en la
Iglesia”
- “Queda mucho por hacer para aumentar la autoridad de las
mujeres en la Iglesia”
- “En el Concilio de Nicea ya hubo participación de las
mujeres”
- “La mujeres fueron invitadas a participar en el Vaticano
seis días después de empezar el mismo. No obstante, fue un paso importante,
aunque tomado a toda prisa”
- “Algunos padres conciliares habían solicitado la participación de los laicos,
hombres
y mujeres, que participaron como
auditores y en los ritos solemnes”
- “Una mujer que fue invitada a participar, preguntó: ¿En
qué reuniones puedo participar? Le contestaron: Sólo en las que afecten a las
mujeres. Ella contestó: Bien, entonces, podré participar en todas”.
- “La Iglesia puede
aprender de las mujeres que enseñan con autoridad en nuestro tiempo”
- “El magisterio es el arte de enseñar con autoridad”
- “Magisterio, cuestión de qué y no de quién”
- “Teología y Doctrina es el medio con que la Iglesia
evoluciona con la Historia”
- “La participación de las mujeres en la Iglesia se da
desde el primer día de la creación de esta”
- “Jesús fue ayudado por muchas mujeres que iban con Él”
- “Desde el principio de la vida apostólica hubo mujeres:
maestras, discípulas, profetas…”
- “El magisterio debe involucrar a todo el pueblo de Dios”
“Debe escuchar a las mujeres”.
- “El Papa Benedicto XVI dijo refiriéndose a otras
religiones: “No hay que tener celos”. Esto vale igual para las mujeres”
- “El Papa Pablo VI, al ver a una auditora del Concilio, en
una reunión con todos los auditores le dijo: “¡Ah, nuestra colaboradora!”
- “Muchas voces de mujeres en la teología se consideran con
sospecha”
- “Teología: como ciencia (investigación) y como servicio a
la Iglesia, aunque el resultado no esté de acuerdo con lo que dice la Iglesia,
como ocurrió antes del Concilio con teólogos como Rahner, Congar, Lubac…
- “La crítica a la Iglesia nunca ha sido bienvenida”
- “Las mujeres han ejercido el magisterio en el servicio
pastoral y en la enseñanza”.
- “El Vaticano II
tiene un futuro para los que nos siguen. Hay que contar el Vaticano II sino
morirá con nosotros”
- “Hay que seguir adelante más allá de las dificultades del
momento”
- “Se habla demasiado de las mujeres y sucede lo que decía
Aristóteles: que cuando un modelo se llena de contenidos ya no sirve como
modelo universal”
- “Prevalece la idealización de la mujer, la exaltación de
lo materno”
- Situación ambivalente: por un lado se alaba a la mujer y,
por otro, no se acepta en espacios eclesiales y políticos”
- “Hay que llegar a comprender cual es el miedo que provoca
lo femenino, para llegar a una justicia social”
- “Concilio: todos los fieles y no sólo los obispos son
responsables de su fe, conferida en el bautismo”
- “La conciliaridad debe suceder no sólo a nivel eclesial
sino también a nivel local, regional, universal, ordenes religiosas, etc”
- “Situar otra vez a Cristo en el centro, no sólo en la
espiritualidad sino también en la teología”.
- “Se pide a la Iglesia que presente y hable de Dios y no
tanto de la Iglesia”.
- “La Iglesia ha de ser signo de los tiempos compartiendo
con otras Iglesias que pueden tener otras perspectivas”
- “Ha de considerar el tema de las mujeres como
prioritario, tomando en cuenta los dones de las mujeres. Tiene que ser la Iglesia
de todo el pueblo de Dios”
- “Hay que predicar el evangelio de manera creíble”
- “Ante los cambios no se puede ser sólo observador”
- “El empuje de Pedro se quedaría en nada sin Cristo”
- “La confianza debe estar presente”
- “La profecía es en nuestros días, más que nunca, cosa a
ver de forma personal y comunitaria”
- “Se pide al Sínodo que se plantee que la infecundidad de
la evangelización hoy es un tema de espiritualidad y compromiso”
- “La situación actual es complicada y compleja, y mucho
más para la mujer”
Por
último, quiero resaltar escuetamente, lo que dijo una joven teóloga italiana
(Simona Borello) en su ponencia “La tensión intergeneracional”:
- “¿Quiénes serán
nuestros compañeros de viaje?”
- “La Iglesia ha de cambiar el lenguaje para hacer llegar
el mensaje de Jesús a las nuevas generaciones”
- “Los textos del Concilio habrán de ser leídos de otra
manera, de forma que se entiendan”
- “Lugares de misión: nuevas tecnologías”
No
puedo dejar a un lado algo que he echado de menos en el Congreso: alguna
ponencia sobre la Teología de la Liberación a cargo de teólogo o teóloga de
Latinoamérica. Se me hace extraño ya que esta teología es fruto del Vaticano II
y en cuanto a la incidencia en la vida de las mujeres de los países
comprendidos entre la frontera del Río Bravo y la Tierra de Fuego, es vital.
Sin olvidar la opción por los pobres y su causa, que tiene en su haber mártires
venerados por el pueblo sencillo, como Mons. Romero, y miles “sin nombre” para
nosotros pero bien escritos en el corazón de Dios.
Me
hubiera gustado más tiempo para la palabra y el debate y también, sin duda, la
celebración de una Eucaristía donde ofrecer lo vivido y pedir alegría y energía
para lo que habrá que vivir.
El
último día por la tarde asistimos a una sencilla obra de teatro “Il papa, la carezza , la luna” en donde
quedó reflejada la personalidad del Papa Juan XXIII y su inspiración para
convocar el Concilio. La teología de la Liberación tuvo su especial homenaje.
Me alegré.
Un
momento especialmente interesante del Congreso fue el testimonio de algunas
personas que participaron. Hubo 23 mujeres, entre ellas María Luz Longoria de
Alvarez Icaza, mexicana, casada y madre, entonces de 12 hijos (luego tuvo dos
más) fue invitada junto a su marido, como representantes de una asociación
católica de familia y matrimonio. Habían hecho una encuesta en su país
recogiendo más de 20.000 respuestas de matrimonios católicos: el trato a los
divorciados y la aprobación de los métodos anticonceptivos fueron votados
masivamente como temas que debían ser tratados y cambiados en la Iglesia.
Contó,
Mª Luz, una anécdota interesante que ocurrió gracias a que un obispo de Canadá
le pidió que intercediera a la hora de tratar el tema del matrimonio, para que
se cambiara el segundo fin del matrimonio “como
remedio para la concupiscencia”… (aquí hubo carcajada general en el
auditorio) y se pasara a considerar que la sexualidad es medio para el aumento
del amor entre marido y mujer. Mª Luz pidió la palabra tímidamente, pues era la
única esposa y madre ante cardenales, obispos y teólogos y les dijo que
pensaran en sus madres, considerando si cuando ellos fueron concebidos, se
plantearon el hecho como concupiscencia o bien por el amor entre sus padres.
Cuando acabó de hablar, reinó un gran silencio seguido de un intenso debate.
Ella no entendió nada porque hablaban en latín. Al final la enmienda fue
aprobada. Creo que el Espíritu Santo sopló suavemente a Mª Luz para que hablara
a los padres conciliares de la sencilla teología de la vida, la familiar, la
doméstica, la del amor de los que se aman que no es “terapia
anti-concupiscencia”.
Queda
un año por delante para celebrar el 50 aniversario del Concilio Vaticano II,
será un tiempo bueno para seguir investigando a nivel teológico en los
documentos; también de forma personal como bautizados y de forma comunitaria:
en nuestros grupos de oración, animando al debate a los jóvenes, compartiendo
con sacerdotes, religiosos y religiosas, monjes y monjas… todos.
Hay
mucho por hacer y está escrito en los documentos conciliares… sacudamos el
polvo y que se abran las ventanas para que entre el Espíritu que movió al Papa
Juan XXIII a convocar el Concilio Vaticano II y nos anime a todos a seguir
adelante perdiendo el miedo a los cambios, nos aumente la Fe, sin dejar atrás
la Esperanza y el Amor: es un trío que siempre va junto.
Desde
aquí quiero agradecer a las teólogas italianas y a todas las personas que se
han ocupado de la logística del Congreso, su dedicación, trabajo y buen hacer.
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