miércoles, 10 de octubre de 2012


La Teología y la Iglesia después del Vaticano II
Graziela Wolfart



Invitado a disertar sobre "Teología y nuevos paradigmas", el profesor Dr. Andrés Torres Queiruga, de la Universidad de Santiago de Compostela, inició su conferencia ayer por la mañana, (9 de octubre), en el Congreso Continental de Teología, avisando al público que abordaría como tema: la Teología y la Iglesia después del Concilio Vaticano II. 


El conferencista dividió su exposición en tres puntos: 
"la orientación objetiva del Concilio; 
los grandes temas de la teología postconciliar; 
y el futuro, las tareas y las esperanzas”. 
Para Queiruga, el Vaticano II tiene una importancia trascendental, cambio de época, que sólo puede percibirse en una perspectiva largo alcance en la historia.


Para muchas personas, el foco del Vaticano II está la Constitución Gaudium et Spes, destacó el ponente. Luego lamentó que la Iglesia haya "perdido paso" en el acompañamiento de los cambios culturales. "Nos damos cuenta que la Iglesia se coloca contra la cultura, demostrando una inercia institucional, la tendencia a ver las cultura desde el poder, una oposición a la modernidad, la democracia y la libertad". Sin embargo, destacó, no era la Iglesia toda que tomaba esta posición. "Había personas que pensaban diferente. A pesar del enfriamiento del Vaticano II, había personas que trataban de renovar el debate”.


Felizmente, continúa "la teología no se resignó, pero tenía que esconderse un poco. En esta situación, nace la teología positiva, como una forma alternativa a la teología oficial, abstracta y escolástica".

Luego, en los años 1950, el Papa Pío XII había frenado esa corriente [de la teología positiva]. "Todo lo que estamos diciendo hoy, en este evento, sería imposible en la época de Pío XII".

En la visión de Queiruga, el Espíritu continúa soplando en la Iglesia y eso es esperanzador.


Y agrega, a pesar de que algunos de los protagonistas del Concilio no pudieron acompañar el proceso posterior, no pudieron ir más allá en sus esfuerzos renovadores. El Vaticano II, "Fue el único concilio que no se propuso definir dogmáticamente nada". El expositor continuó, presentando al público la siguiente pregunta: 

"¿Habrá sido el Concilio la causa de todos los males de la iglesia actual?".


Para Andrés Torres, la modernidad ha colocado a la teología ante una realidad radical. "Este es un legado que la reflexión teológica no puede ignorar", afirma.


Al abordar las grandes cuestiones del Concilio Vaticano II, Queiruga recordó el problema de mal en la humanidad, así como también el reto de la distribución de los alimentos en el mundo. "El Concilio nos dio la autonomía de las realidades terrenas, que son finitas y nos muestran que el mal es inevitable. Dios podría no haber creado el mundo, pero lo creó y en él aparece el mal. Dios nos convoca a la lucha contra el mal. Él necesita nuestras manos para acabar con el mal. Dios no está en el hambre, ni en la enfermedad; El está en los hambrientos y enfermos. Debemos reflexionar en esto”, afirmó.


Fue entonces que el teólogo destacó que la Teología de la Liberación se atrevió a decir: "bienaventurados los pobres”. Y argumentó su afirmación: A pesar de todo, Dios está dentro de la Iglesia. No debemos quedar desesperados, sino tener confianza en que unidos tenemos fuerza. El mundo continuará avanzando, porque Dios está con nosotros”. 


Así expresando esperanza, termino su exposición.



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