Pbro. Diego Fenoglio
Domingo
XXVII del tiempo ordinario
– Ciclo B 2012
“…entrega, don de sí, desprendimiento…”
Una
bella historia india, comenta que un matrimonio muy pobre iba a celebrar el
aniversario de su matrimonio. Él daba vueltas y más vueltas a su cabeza, sin
éxito, pensando cómo conseguir unas pocas rupias para hacer un regalo a la
mujer que tanto amaba y que lo había acompañado durante casi toda su vida.
Hasta que le vino una idea que le produjo escalofrío: podría vender la pipa,
con la que todas las tardes se sentaba a fumar a la puerta de su casa. Con el
dinero, podría regalar a su mujer un peine para que pudiese peinar su bello y
largo cabello, que cuidaba con mucho esmero. Finalmente, con el corazón
dolorido y alegre al mismo tiempo, aquel hombre vendió su pipa y se acercó a su
casa, llevando envuelto en un pobre papel el peine que había comprado. Allí le
esperaba su mujer..., que había vendido su hermoso cabello negro para regalar a
su marido el mejor tabaco para su pipa.
El
amor cristiano se caracteriza porque supone entrega, don de sí, desprendimiento
y aún sacrificio del uno por el otro. Conviene, pues, alimentar constantemente
esta decisión de amor mutuo que, combinando el dolor y la alegría, se hace
capaz de una entrega generosa en el día a día de la relación. Amor que se
traduce en obras y amor que está dispuesto a dar y recibir en una permanente
comunicación. Amor que está dispuesto a vender su pipa o su hermoso cabello
para encontrarse con el otro, desde lo mejor de sí mismo.
Es
necesario que nuestra experiencia cristiana sea verdaderamente una realidad de
acogida y de amor para todos aquellos que son excluidos por los sistemas
injustos e inhumanos que imperan en el mundo. Nuestra tarea fundamental es
incluir a todos aquellos que la sociedad ha desechado porque no se ajustan al
modelo de ser humano que se han propuesto. Si nos reconocemos como verdaderos
seguidores de Jesús, es necesario comenzar a trabajar por la humanidad que a
los débiles de este mundo se les ha arrebatado. Nuevamente, al defender a la mujer
y a los niños, Jesús se coloca de parte de los rechazados, los marginados, los
‘sin derechos’.
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