jueves, 28 de mayo de 2015

VIÑETAS PARA VER EL REVÉS DEL MUNDO (I) Imprimir | Email col kuczynski Kuczynski es un ilustrador nacido en Szczecin, Polonia. Se graduó en Bellas Artes por la universidad de Poznan, especializándose en estilo gráfico. A sus 36 años ha ganado 92 premios tanto nacionales como internaciones, en las secciones de caricatura e ilustración. Su obra es muy amplia, pero destaca en la sátira política, social, económica y medioambiental, donde muestra su lado más crítico en los temas de actualidad. Damos un repaso a sus mejores 37 obras.

1. El morbo de los medios
1
* Buscando carne 
para cubrir la próxima noticia

HOMENAJE A OSCAR ROMERO

     No hay palabra escrita que pueda superar  la pronuncia por Oscar Romero, vivida con entrega, coherencia y una lucidez que sólo puede venir de un verdadero hombre de Dios. Recordemos su mensaje, el del nuevo Santo, que desde el primer momento, ya fue beatificado por su pueblo. Es la mejor garantía de su autenticidad.

     “Si alguna vez nos quitaran la radio, nos suspendieran el periódico, no nos dejasen hablar, nos mataran a todos los sacerdotes y al obispo también y quedaran ustedes, un pueblo sin sacerdotes, cada uno de ustedes tiene que ser un micrófono de Dios, cada uno de ustedes tiene que ser  un mensajero, un profeta. ¡Siempre existirá la Iglesia mientras haya un bautizado!”

     “He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decir que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño. Lo digo sin ninguna jactancia, con la más grande humildad. Como pastor, estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aún por aquellos que vayan a asesinarme.

     Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios mi sangre por la redención y por la resurrección de El Salvador. El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad.

     Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea para la liberación de mi pueblo, y como testimonio de esperanza en el futuro. Pueden decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan.

     Ojalá así se convenzan de que pierden el tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás” (San Romero de América)


SAN ROMERO DE AMÉRICA.


Mataron tu cuerpo,
mas no tu palabra,
ni tu espíritu,
tu fuerza,
tu coraje,
tu audacia,
tu lucha, 
tu valentía,
tu esperanza.

La bala derribó
a un pastor honesto, 
puso al descubierto
la negrura
del pecado,
del asesino,
los asesinos;
y dejó un pueblo indefenso,
masacrado, 
torturado,
mucho más roto.

Y puso al descubierto
- también -
tu amor,
un amor sin límites, 
audaz,
en sangre gota a gota 
derramado.
Un amor
que ha sacudido
las conciencias,
- las sigue sacudiendo - 
como las sacudiese 
aquel otro
del Divino traspasado.

Un amor
tan de darse,
tan de entrega,
tan lúcido,
tan cabal
- el amor -
tan honrado.

Mataron tu cuerpo,
Monseñor,
mas no tu palabra.
Siempre ha de quedarnos
sí, Romero, San Romero,
para siempre
la inmensa luz
de tu inmensa santidad,
en nuestro horizonte 
definitivamente gravada.

             

               (Paco bautista, sma)
El Papa saludó a monseñor Colombo y hablaron de los Mártires del Chamical

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La Rioja (AICA) 
Tras la audiencia general en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco saludó este miércoles al obispo de La Rioja, monseñor Marcelo Colombio, con quien conversó sobre la causa de beatificación de los “Mártires del Chamical”, cuyo fase diocesana finalizó y se presentó la documentación ante la Congregación para las Causas de los Santos, y del proceso de canonización de monseñor Enrique Angelelli.
Tras la audiencia general en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco saludó este miércoles al obispo de La Rioja, monseñor Marcelo Colombio, con quien conversó sobre la causa de beatificación de los “Mártires del Chamical”, cuyo fase diocesana finalizó y se presentó la documentación ante la Congregación para las Causas de los Santos, y del proceso de canonización de monseñor Enrique Angelelli. 

Monseñor Colombo llevó al Vaticano la investigación diocesana sobre el martirio de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, y el laico Wenceslao Pedernera, para promover su canonización tras cerrar el 15 de mayo la fase diocesana. 

El obispo riojano entregó en la Congregación para las Causas de los Santos, las cajas labradas que contienen unas 7.500 páginas de documentación que avalan el proceso de canonización de Murias, Longueville y Pedernera, asesinados en 1976 días antes que monseñor Angelelli. 

Antes de viajar a Roma, monseñor Colombo participó el sábado en San Salvador, El Salvador, de la ceremonia de canonización del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 mientras celebraba misa en la capilla de un hospital. 

El 18 de julio de 1976 el párroco francés Longueville y su vicario Murias, fueron secuestrados en la parroquia El Salvador, de la localidad de Chamical. Sus cuerpos fusilados, con los ojos vendados, aparecieron en un descampado al sur de la ciudad. Murias tenía signos de torturas. Hoy, el sitio se denomina Los Mártires y un oratorio honra sus memorias. 

En tanto, Pedernera, colaborador de monseñor Angelelli, fue acribillado a balazos el 25 de julio de 1976 por un grupo de hombres encapuchados que irrumpió en su casa y le dispararon delante de su esposa e hijos. 

En agosto de 2006, al cumplirse 30 años del asesinato de Angelelli, el cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, reivindicó en una misa en La Rioja la figura de Murias, Longueville y Pedernera, al asegurar que "dieron su sangre para la Iglesia". 

lunes, 25 de mayo de 2015

El papa Francisco, 

¿teólogo del pueblo?

Scannone, Juan Carlos  
franciscoEn varias ocasiones se ha afirmado que la teología argentina del pueblo constituye una de las raíces teológicas de la pastoral del papa Francisco.[1]En este artículo profundizaré algo más en la misma cuestión, planteándome el interrogante que le sirve de título. Pues el Papa  ̶ antiguo profesor de teología pastoral ̶   aunque es ante todo pastor, no sólo se basa en muchos planteos en la teología del pueblo, sino que la ahonda por su cuenta, avanzando sistemáticamente en algunos puntos clave.

El pueblo y la figura del poliedro
“Pueblo” es una categoría clave tanto para Francisco  ̶ quien desde hace mucho se refiere frecuentemente  al “santo pueblo fiel” de Dios ̶, como para Lucio Gera, Rafael Tello y sus seguidores. Un papel importante le cupo a Justino O’Farrell, quien sirvió de nexo en los años 60 entre la Comisión Episcopal de Pastoral (COEPAL), que dichos teólogos lideraban, y las Cátedras Nacionales de Sociología de la Universidad de Buenos Aires.[2] Pues éstas privilegiaban dicha categoría  ̶ tomada de la historia latinoamericana y argentina, con respecto a las de las sociología liberal y la marxista ̶ .
Una objeción que se le hace es la de uniformizar las diferencias, por ejemplo, de clase, en una especie de conglomerado homogéneo, fácilmente manipulable por un líder carismático. Precisamente en este punto se da un claro avance del Papa en la precisión del concepto de “pueblo”, tanto aplicado a los pueblos-nación como al Pueblo de Dios. Pues explícitamente rechaza el modelo de la esfera, “donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros” (Evangelii Gaudium 236).[3] Y le contrapone el “del poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan  su originalidad” (ib.). Al final del mismo párrafo lo aplica al orden civil global y nacional, afirmando: “Es la conjunción de pueblos, que en el orden universal conservan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos” (ib.). En cuanto a la Iglesia, se refiere  ̶ citando a Juan Pablo II ̶  a “la belleza de su rostro pluriforme” (EG 116) y, luego, a su “multiforme armonía que atrae” (EG 117). La armonía supone unidad de y en la diversidad, aludiendo  ̶ en ese contexto ̶  a la interculturalidad. Por consiguiente, “pueblo” se predica análogamente del pueblo civil y del de Dios.
Además de esa explicitación que clarifica el concepto mismo de “pueblo”, previniendo malentendidos populistas, se puede señalar otra aportación, de carácter epistemológico, también propia de Bergoglio. Pues éste, como arzobispo, en una conferencia de 2010, hizo notar que ese concepto no es meramente racional sino “también “histórico-mítico”.[4] Según mi interpretación, es histórico  porque cambia e interactúa con otros pueblos en la historia y porque la pertenencia al mismo depende de la actitud ético-histórica de cada persona y grupo para vivir juntos y no sólo de su posicionamiento territorial, racial o estructural de clase; y es “mítico” porque es un concepto-símbolo, analógico, y no una idea unívoca, clara y distinta, ni tampoco un concepto dialéctico (a lo Hegel). En cuanto  al  epíteto “mítico”, constato un  paralelismo con el “núcleo ético-mítico” que, según Ricoeur, caracteriza a las culturas nacionales[5]: es ético porque implica valores, y es mítico, porque se expresa en símbolos.

La evangelización como inculturación
Ya la teología del pueblo y el Documento de Puebla (1979) valorizaban dicha encarnación de la fe en la cultura y las culturas  ̶ de acuerdo con Evangelii Nuntiandi (1975), de Pablo VI ̶ , y la reconocían en América Latina. Algo más tarde, Juan Pablo II usó el neologismo inculturación, que evoca la analogía de la encarnación,[6] de la que tratan luego explícitamente la conferencia de Santo Domingo (1992) y documentos posteriores. Pero Francisco da un nuevo paso con respecto a todos estos, hablando de la “evangelización como inculturación” (EG 122; el subrayado es mío).
Pues, en el binomio “evangelización de la cultura” e “inculturación del Evangelio”, que parecían sersólo dos caras de la misma moneda, el papa Bergoglio privilegia, con dicha formulación, la inculturación, que así aparece claramente como un fin explícito de la misión de la Iglesia. Ello está plenamente en sintonía con la importancia reconocida por el Papa a las Iglesia locales. Cuando era rector de las Facultades de Filosofía y Teología de San Miguel organizó un Congreso Internacional (1985) sobre el antedicho binomio. Entonces, en su discurso inaugural, recalcó la importancia teológica y pastoral de la inculturación del Evangelio, citó al padre Pedro Arrupe  ̶ precursor en el uso de ese neologismo ̶ , y evocó la práctica de muchos jesuitas como Mateo Ricci, De Nobili y José de Acosta.[7] Aquí también se aplica el modelo del poliedro, figura de la unidad en y de las diferencias, según una eclesiología genuinamente trinitaria, en la cual se reconoce un protagonismo al Espíritu Santo que hace la armonía (EG 116, 117).

La opción preferencial por los pobres
“Deseo una Iglesia pobre para los pobres” (EG 198) asevera Francisco, desde la elección de su nombre hasta una cantidad innumerable de gestos y palabras. Pues, como lo decía ya la Instrucción  Libertatis Nuntius de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1986), tal amor preferencial nos viene desde Jesús mismo (preanunciado por los profetas) y se vivió desde siempre en la Iglesia, aunque haya sido explicitado por las Conferencias del Episcopado latinoamericano y asumido por los últimos Papas, de tal manera que no llama la atención que Francisco viva de ella, a no ser sino por su insistencia y ejemplaridad.
Con todo, también aquí ahonda el pensamiento, al expresar que se trata de una “categoría teológica, antes que cultural, sociológica, política o filosófica” (EG 198). Por tanto, ha sacado las consecuenciasmetodológicas y epistemológicas para la teología, de esa actitud evangélica y su puesta en práctica pastoral.

La piedad popular: “lugar teológico”
El Vaticano II no trata de la religiosidad popular. Pablo VI la aborda en Evangelii Nuntiandi (1975), inspirándose según parece en la teología del pueblo, gracias a monseñor  Eduardo Pironio (sínodo de 1974).[8] Luego, el tema es retomado por Puebla (1979)  ̶ que aplica esa exhortación a América Latina ̶, en la sección correspondiente, redactada principalmente por el pastoralista chileno Joaquín Alliende, quien asumía la por él denominada “teología de la pastoral popular” argentina.[9]
Se ha señalado la diferencia de abordaje de la “pastoral popular” en Medellín y en Puebla,[10] pues en ésta se consideran no sólo “semillas del Verbo”, sino sobre todo “frutos del Evangelio” en la religiosidad popular, gracias a la primera evangelización. En esa misma línea prosiguieron las Conferencias posteriores, pero, en Aparecida (2007)  ̶ cuya comisión redactora fue presidida por Bergoglio ̶  aparece una importante novedad,  pues allí se reconocen una “espiritualidad” y “mística populares” (Documento de Aparecida 262).[11]
La exhortación EG se refiere a éstas en dos lugares. En el primero se retoma el texto de Aparecida. (EG 124). Pero la segunda referencia constituye un verdadera profundización con respecto a todo lo anterior.  Pues, por un lado, el Papa descubre dicha mística no solamente en los actos específicamente religiosos del Pueblo de Dios, sino en toda su vida cristiana, al afirmar que “la ‘mística popular’ acoge el Evangelio entero y lo encarna en expresiones de oración, de fraternidad, de justicia, de lucha, de fiesta” (EG 237), tanto en la oración como en la acción.
Y, por otro lado, se reconoce que “las expresiones de la piedad popular…son un locus theologicus(‘lugar teológico’)” (EG 126), es decir,  fuente para la reflexión teológica y, por lo tanto, importante para la teología como tal.
Aún más, Francisco sugiere un tercer aporte en esta materia, cuando alude a una relación intrínseca  con la nueva evangelización, afirmando: es “…un lugar teológico al cual debemos prestar atención, particularmente en el momento en que pensamos en la nueva evangelización” (ib.). En ese texto el Papa no nos dice por qué, pero podemos interpretarlo desde lo que, en otro lugar EG dice de los pobres, su fe y su sabiduría popular, pues ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus     propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a conocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. (EG 198)
Los pobres son, por consiguiente, factor clave de la nueva evangelización tanto para la Iglesia como para la humanidad toda.

Breve conclusión
Un estudio más analítico de EG probablemente descubriría otros puntos importantes de la profundización teológica que hace el Papa con respecto a sus fuentes, en nuestro caso, a la teología del pueblo. Pero estimo que esos cuatro puntos clave ya nos manifiestan cómo Francisco, por ser un pastor y pastoralita, es también profundamente teológico, aunque su teología, sin dejar de ser honda, se exprese en lenguaje sencillo y accesible a todos, a cada uno según su capacidad, como la de Jesús mismo en los Evangelios.
El autor es sacerdote jesuita y  profesor de Teología en el Seminario Jesuita de San Miguel

[1] Ver mi artículo “Papa Francesco e la teología del popolo”, La Civiltà Cattolica 3930 (5 marzo 2014), 571-590; en español: Razón y fe Nº 1395 (enero 2015), 31-50; y mi libro: Le Pape du peuple. Entretiens avec B. Sauvaget, París, Cerf, 2015.
[2] Cf. S. Politi, Teología del pueblo. Una propuesta argentina a la teología latinoamericana 1967-1975,Buenos Aires, Guadalupe, 1992; M. González, Reflexión teológica en la Argentina (1962-2010). Aportes para un mapa de sus relaciones y desafíos hacia el futuro, Buenos Aires, Docencia, 20102; ver también mi trabajo; “La teología argentina del pueblo”, Gregorianum 96 (2015), 9-24.
[3] En adelante citaré esa exhortación apostólica con las iniciales EG y el número de párrafo.
[4] Cf. J. M. Bergoglio, Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo. Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016, Buenos Aires, Claretiana, 2011.
[5]Cf. P. Ricoeur, “Civilisation universelle et cultures nationales”, en: Histoire et Verité, Paris, 19642, 286-300.
[6] Cf. Juan Pablo II, Catechesi tradendae 53 (1979); ya antes el mismo Papa había usado ese neologismo ante la Comisión Bíblica (26 de abril, 1979), ver Acta Apostolicae Sedis 1979, p. 607.
[7] Cf. J. M. Bergoglio, “Discurso inaugural”, en: Evangelización de la cultura e inculturación del Evangelio, Buenos Aires, Guadalupe, 1986, 15-19.
[8] Según C. M. Galli, la exposición de Pironio en el Sínodo de 1974 influyó en Evangelii Nuntiandi 48: ver su introducción a Signos de los tiempos en América Latina. Evangelización y liberación, Buenos Aires, Guadalupe, 2012, p. 10; ese texto de Pironio había sido publicado con el título “La evangelización del mundo de hoy en América Latina”, en la revista Teología 12 (1975), 155-165, sobre la religiosidad popular cf. pp.157 s.
[9] Cf. Joaquín Alliende, “Diez tesis sobre pastoral popular”, en: Religiosidad popular, Salamanca, Sígueme, 1976, p. 119.
[10] Cf. Alfredo Altamira, “La pastoral popular. Documentos y perspectivas”, Stromata30 (1974), 397-347; 31 (1975), 221-235; el artículo prosigue en: ibid. 32 (1976), 227-251; 33 (1977), 3-40.
[11]Sobre la espiritualidad popular, cf. Gustavo Gutiérrez, Beber en su propio pozo. En el itinerario espiritual de un pueblo, Lima, CEP, 1983; acerca de la mística popular, cf. Jorge R. Seibold, Mística popular, México, Buena Prensa, 2006.

domingo, 24 de mayo de 2015

EL MUNDO TRAS UN NIQAP: Completamente de negro una mujer libanesa de 32 años posa en la azotea de su casa de Beirut, la capital de Líbano. Su padre es chiíta y su madre es sunita. Lleva 'niqab', prenda que esconde el rostro y que solo deja al descubierto los ojos. Estos, a su vez, pueden cubrirse por un fino velo casi transparente. Normalmente también llevan el resto del cuerpo tapado. En las siguientes imágenes se muestra el mundo a través de un 'niqab', con la falta de nitidez con la que lo ven estas mujeres.

El mundo tras un niqap

El mundo tras un niqap

El mundo tras un niqap

El mundo tras un niqap

El mundo tras un niqap

El mundo tras un niqap

El mundo tras un niqap

El muno tras un niqap

El mundo tras un niqap

El mundo tras un niqap

EL MUNDO TRAS UN NIQAP: Completamente de negro una mujer libanesa de 32 años posa en la azotea de su casa de Beirut, la capital de Líbano. Su padre es chiíta y su madre es sunita. Lleva 'niqab', prenda que esconde el rostro y que solo deja al descubierto los ojos. Estos, a su vez, pueden cubrirse por un fino velo casi transparente. Normalmente también llevan el resto del cuerpo tapado. En las siguientes imágenes se muestra el mundo a través de un 'niqab', con la falta de nitidez con la que lo ven estas mujeres.

CHUMBI. 24 de mayo de 2015.

sábado, 23 de mayo de 2015

Misa de beatificación e Mons. Romero

Misa de beatificación

Misa de beatificación de Mons. Romero

CHUMBI. 23 de mayo de 2015.

viernes, 22 de mayo de 2015

Romero vive

Jorge Costadoat, sj

Beato del pueblo

"Romero no cerró los ojos ante el sufrimiento de sus ovejas"


 Monseñor Romero es de los pobres, de las víctimas de la represión, de los que lucharon por la verdad y la justicia, de los que tienen en su corazón sus mismos ideales
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Editorial de la UCA 
No hay duda de queÓscar Arnulfo Romero tenía en su corazón a las mayorías pobres de nuestro país, a lasvíctimas de la represión y de las múltiples violaciones a los derechos humanos que en su época ocurrían en El Salvador.

Romero, a diferencia de otros pastores, no cerró los ojos ante el sufrimiento del pueblo, lo que le llevó a asumir su papel de pastor de un modo profundamente evangélico: se convirtió en el mayor defensor de los pobres y de las víctimas cruelmente torturadas, desaparecidas y asesinadas. No tenía ningún reparo en denunciar las barbaridades que cometían las fuerzas paramilitares, los cuerpos de seguridad y la Fuerza Armada; tampoco callaba los atropellos cometidos por la guerrilla. Siempre se puso al lado de las causas justas, de cualquiera que las defendiera, y llamó insistentemente a parar la violencia.

Todos los domingos solía terminar su homilía con la lectura de los hechos de la semana. En ese espacio denunciaba con claridad todas las violaciones a los derechos humanos que se habían cometido en los días anteriores, exigía que se investigaran, se dedujeran responsabilidades y se llevara a los culpables ante la justicia. También desenmascaraba las muchas mentiras de las autoridades para esconder sus actos criminales, aclarando como habían sido las cosas en realidad. Monseñor Romero pedía constantemente y con gran fuerza que cesará la represión y la violencia que tanto sufrimiento causaban en el pueblo, y que se construyera un orden político, económico, y social justo al servicio de todos los salvadoreños.

Sus homilías dominicales están llenas de referencias y de muestras de amor al pueblo. Romero se sentía muy querido por la gente sencilla y agradecía siempre los humildes gestos de apoyo que recibía. Monseñor se identificaba principalmente con los pobres, con los perseguidos, con los obreros que clamaban mejores condiciones de trabajo, con los desaparecidos, con todos aquellos que luchaban por causas justas. Por ello, quiso asumir su defensa; creó el Socorro Jurídico del Arzobispado "para procurar en asunto de derecho favorecer a las personas y sectores más pobres del país sin importar de donde vengan". Y se alegraba del bien que hacía su trabajo en favor de ellos: "Yo soy testigo de la abnegación y generosidad con la que el Socorro Jurídico ha prestado tantos servicios a nuestra clase pobre"

La pronta persecución a su figura y a la Iglesia no le impidió seguir su misión con fidelidad al Evangelio y a su ministerio episcopal; por el contrario, se esforzó con más ahínco en ser buen pastor, cercano a su pueblo. Un pueblo al que amaba profundamente, del que se hizo amigo entrañable, del que decía: "Mi mayor satisfacción y alegría es cuando escucho al pueblo, como lo he escuchado en esta semana en diversas manifestaciones, que dicen que les transmitimos esperanzas, despertamos su fe". Sus constantes visitas a las comunidades campesinas y a las de barrios urbanos marginados eran alimento para su trabajo pastoral y a la vez signo de su cariño entrañable a los pobres.

Monseñor Romero no rehuía el conflicto; sabía que había gente que no pensaba como él, gente a la que no le agradaba su mensaje y que le adversaban. Con ellos tuvo palabras de afecto y les llamó a la conversión, pero le ocurrió como a Jesús con el joven rico que deseaba seguirle: al invitarlo a dar todo a los pobres, se marchó porque tenía muchos bienes. Ponerse al lado de las víctimas, al lado de su pueblo pobre (tal como a él le gustaba llamarlo, sin que nadie se sintiera ofendido por ello) le costó a monseñor muchas enemistades. La fuerza y contundencia de su palabra desde el púlpito, una palabra cuestionadora y exigente, que reclamaba justicia y el fin de la represión, chocaba de frente con aquellos que deseaban mantener el régimen de terror para defender sus privilegios.

La dureza de corazón de muchos ricos y de los que ostentaban el poder hizo que la enemistad se convirtiera en odio hacia su persona. Un odio que llevó a las autoridades de aquel tiempo, junto a muchas otras personas a las que les incomodaban las palabras y acciones de Romero, a pedir su destitución como obispo y su salida del país. En poco tiempo ese odio hacia monseñor fue tan ciego y violento que condujo a su asesinato. Pero el Vaticano ha declarado que todo en su vida respondía a una vivencia profunda de la fe en Jesucristo, y por ello monseñor ha sido declarado mártir por odio a la fe. Los que planificaron y ejecutaron su asesinato, y todos los que aplaudieron y celebraron ese hecho espantoso, estaban movidos por el odio a Romero y al evangelio que proclamaba.

El pueblo pobre no puede estar ausente en la beatificación de monseñor, pues él se hizo objeto de odio y recibió la gracia del martirio precisamente por estar al lado de los pobres y desamparados. Monseñor Romero es de los pobres, de las víctimas de la represión, de los que lucharon por la verdad y la justicia, de los que tienen en su corazón sus mismos ideales. Quienes no deberían ir a la beatificación son todos aquellos que todavía no han convertido su corazón, tal y como lo pedía constantemente el obispo mártir. Aquellos que prefieren la violencia, los que se lucran sin medida a costa de los trabajadores y del pueblo en general, aquellos que defienden sus privilegios e imponen sus intereses mezquinos, los que no pagan sus impuestos, los corruptos, los que no quieren que todos los salvadoreños vivan dignamente ni que se avance hacia la justicia social.