Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía XIX Durante el año
“Nuestra autoridad es el
servicio”
Estamos entrando en la recta final del Evangelio de Marcos, después
del tercer anuncio de la Pasión, el Evangelista coloca este pasaje que en parte
nos recuerda lo que meditamos hace dos Domingos, los discípulos en aquella
oportunidad discutían sobre quién era el más grande, hoy quieren ocupar los
puestos de honor-autoridad. La respuesta de Jesús reitera el estilo clave de la
vida cristiana: el servicio.
Resulta curioso está casi repetición del tema en contexto
diferentes, en realidad parece manifestar los deseos del corazón humano. Los
discípulos no se quedan conformes con no buscar ser grades o el primero. Esto
nos viene muy bien para comprender los procesos catequísticos, no son asumidos
desde el primer momento, nosotros (todos) necesitamos largos procesos para
asumir los valores del Evangelio, de hecho al escuchar esta Palabra no hace
cosquillas cada vez que la escuchamos porque nuestro corazón, consciente o
inconscientemente, muchas veces y de diversas maneras, busca precisamente lo
contrario: dominar y ser servido.
El pasaje del Evangelio presenta ahora una nueva
virtualidad: el ejercicio de la autoridad. La autoridad es necesaria en toda
comunidad humana, lo que nos presenta Jesús es un nuevo modo y estilo de
vivirla.
Tengo que confesar que desde muy joven este pasaje es uno de
los que más resuenan en mi corazón. A la vez que me cuestiona profundamente me
enamora de una manera mayor: me muestra nítidamente el rostro de Jesús: el gran
servidor. Lo que es un dardo en el centro de mi corazón es la afirmación:
“entre ustedes no debe ser así”. Los poderosos hacen sentir su poder y los
gobernantes dominan como si fueran dueños. En la comunidad cristiana no debe
ser así. De hecho la mayor autoridad es del que sirve. Muchas veces he
escuchado: la autoridad es una forma de servicio y si bien no puedo negarlo, en
los cristianos la frase debe ser: el servicio es nuestra forma de autoridad.
Porque en la comunidad cristiana no debe haber ni dueños, ni dominadores, ni
personas que hagan “sentir su autoridad” sino servidores que no buscan los
primeros puestos o ser grandes sino servir. Y alguno que lea estas líneas
pensará que soy demasiado idealista, quizá sí, pero de hecho hay una
experiencia que respalda lo que te quiero transmitir. El que tiene poder, tiene
miedo de perderlo, lucha por conservarlo porque se ve siempre amenazado, en
cambio el que sirve no tiene miedo que otro sea más servidor, no lo amenaza el
otro. El poder te quita libertad, en cambio el servicio te hace libre. El
verdadero poder es el servicio porque despliega tu capacidad de ser libre al
máximo, en cambio el deseo enfermizo de conservar un poder, que muchas veces da
la autoridad, te repliega a las profundidades más oscuras y mezquinas del
espíritu humano.
Jesús nos muestra un nuevo modo de vivir la autoridad, es el
estilo que asumió el mismo, es el estilo del Padre Dios. Para ayudarte a
discernir sobre el modo en el cual ejerces la autoridad al modo de Jesús (todos
ejercemos autoridad, aunque no todos nos demos cuenta) te comparto las
siguiente características.
·
Vive lo
que pide: Jesús se mostró sumamente coherente en lo que pedía porque él lo
vivió primero. Jamás busco preferencias, no hizo acepción de personas, se
mostró siempre cercano, salió al encuentro de las necesidades, era realmente
servidor de todos, hasta de sus discípulos más cercanos.
·
Hace
crecer en libertad, estimula a asumir compromisos: Jesús compartió su misión
con los discípulos, los hizo participes. Les compartió su poder de sanar,
liberar y enseñar.
·
Asume
la cruz: muchas veces el lugar del servidor es la cruz, la renuncia de uno
mismo en favor del otro, la entrega de sí. Jesús no se sirvió de su autoridad
sino que sirvió a través de ella.
Pidamos a Dios, que con su Espíritu nos ayude a ser
verdaderos servidores de todos, que el servicio sea la forma de autoridad de la
comunidad cristiana.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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