jueves, 25 de octubre de 2012


Pbro. Jorge Trucco
LOS GRITOS DE LOS EXCLUÍDOS INCOMODAN
TRIGESIMO DOMINGO DURANTE EL AÑO

Jer 31,7-9: "¡Es una gran asamblea la que vuelve aquí!"
Heb 5,1-6: "Puede mostrarse indulgente porque él mismo está sujeto a la debilidad humana"
Mc 10,46-52: "Maestro, que yo pueda ver"

Jesús sale de Jericó y se dirige a Jerusalén, donde morirá en la cruz. Jesús  ya no se opone a que se lo reconozca como el Salvador. En ese ciego, como en toda la gente que llora mencionada por Jeremías estamos todos nosotros, sentados en el camino de la vida sin saber por dónde seguir, sin ver un camino claro.

Baritmeo no sólo quiere que le devuelvan la vista… reconoce a Jesús como el esperado, lo VE como SALVADOR, por eso después de curado SIGUE A JESÚS POR EL CAMINO. Todos pasamos por momentos de ceguera espiritual. Cuando perdemos los horizontes de nuestra vida, cuando parece que solo caminamos a la deriva. También nuestra comunidad, la Iglesia, el país, pueden pasar por momentos de ceguera. Muchas veces vivimos en un mundo ciego. En nuestras propias narices nos engañan, nos hacen trampas, nos roban y nos degradan..., y seguimos sin ver. Se pisotea al hermano, se prostituye a la mujer, se idiotiza a los hijos desde los aparatos metidos en casa y seguimos sin ver. "Algo pasa", pero no lo vemos. Abrimos la Biblia, leemos y seguimos sin ver claro lo que pasa en nuestra vida.

AÑO DE LA FE:
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·         La fe nos salva, dándonos la vista. En el Bautismo recibimos por medio de los padres y padrinos un cirio encendido el antiguo símbolo de la fe como una visión nueva de las cosas
·          La fe ilumina la propia vida dándole sentido: no es un recetario, es un punto  de vista sobre toda la vida. La Fe "da a  luz" al hombre nuevo, con la escala de  valores de Jesús. Iluminación de la inteligencia y de toda la existencia, una NUEVA FORMA DE  VIVIR: de seguir el camino.
·        la fe nos hace ver al prójimo como hermano: La auténtica fe engendra el amor. La fe sin amor es mentira. (segunda lectura). El otro deja de ser negro o gringo, rico o pobre, sino que pasa a ser PROJIMO, HERMANO
·        La fe nos hace ver la historia como el camino en el que Dios realiza la salvación: El Reino de Dios se va gestando en nuestra historia, para que nos realicemos no solo como individuos, sino también como pueblo. Los cristianos no podemos pecar de "angelismo", tenemos  que tener los pies sobre la tierra. La fe nos da el poder de discernir, un sentido de la realidad para que no nos dejemos aplastar por los acontecimientos.

Jesús nos invita hoy a abrir los ojos y no quedarnos como Bartimeo, sentados a la vera del camino sintiendo como pasa la gente. Nos negamos a ver para no cambiar. O hay quienes se interesan para que no veamos. Jesús nos invita a que nos animemos a GRITAR, aunque, como la muchedumbre del relato evangélico, también hoy existen MUCHOS A LOS QUE NO LES INTERESA QUE VEAMOS. Grupos e Instituciones que se manejan con los famosos SECRETOS: la JUSTICIA... donde todo es secreto de sumario. Se desacredita a los que intentan que el pueblo VEA: los medios, los poderosos...En la Iglesia casi todo es secreto para el laicado. OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE NO SIENTE... Todos los grupos AUTORITARIOS se manejan con este sistema. Se manipula la ceguera y se hace “callar” a los que gritan desde la orilla de la calle: muchas veces quisiéramos que la miseria, en sus diversas manifestaciones, permaneciera oculta. Los gritos de los pobres incomodan. Los gritos de Bartimeo son un recordatorio incómodo del drama de exclusión que vive este pobre hombre, y que viven tantos hermanos nuestros que por sus capacidades diferentes son marginados de la vida social. La invitación es clara: seamos creativos y busquemos nuevas formas incluyentes para que puedan integrarse en la comunidad.. Y no tratemos de adivinar cuáles son sus aspiraciones y expectativas; démosles la oportunidad de expresarse. ¿Cuáles son hoy nuestros gritos?

Bartimeo pide COMPASIÓN: PONENTE EN MI LUGAR… Jesús se pone en su lugar (2ª. lectura) da la vista a los ciegos y cuando es juzgado dice: “he hablado abiertamente de todo ante todo el mundo”. Para superar los SECRETOS AUTORITARIOS en la comunidad y en la familia tenemos que ANIMARNOS A GRITAR, ANIMARNOS A MIRAR LO QUE NO QUEREMOS VER Y TAMBIÉN, APRENDER A ESCUCHAR EL GRITO DE TANTOS QUE AL LADO DEL CAMINO SIGUEN GRITANDO Y QUIEREN VER...

Era muy rico.  Y sin embargo comenzó a sentirse triste.
Al principio, pareció que se trataba simplemente de aburrimiento.  Pero poco a poco la tristeza comenzó a tomar su verdadera cara: la soledad, o peor dicho: el aislamiento.
Sí.  Se sentía acorralado.  Aislado y muy solo.  A nada le encontraba gusto.  El príncipe asomaba a la vida, y la vida ya comenzaba a no tener sabor para él.  Y no era por falta de condimentos, porque su Padre, el rey, trataba de darle todos los gustos.  Le había llenado la habitación con toda clase de juguetes raros y costosos.  Todos los muebles eran de super lujo.  Hasta tenía una mesa para hacer las tareas, cubierta con una fina lámina de plata pulida y brillante.
Le habían asignado la mejor sala del palacio que daba sobre  la  plaza  del pueblo, habían puesto en la ventana el mejor cristal que se había conseguido en todo el reino.
Y sin embargo el príncipe empeoraba de día en día.  Fueron consultados los mejores médicos y sabios del país, pero nadie acertaba con la causa de la extraña enfermedad.
Hasta que al fin decidieron consultar a un sabio y viejo ermitaño que vivía solo en la montaña.  Cuando llegó al palacio pidió quedarse solo con el príncipe en la habitación de la gran ventana.  Lo invitó a que se acercara y mirara hacia afuera a través del vidrio.
- ¿Qué ves?
- Veo a mi pueblo -respondió el joven-.  Veo a la gente que va y viene, corre y ríe, llora y canta, trabaja y descansa.
Entonces el ermitaño sin decirle nada, tomó la fina lámina de plata que cubría la mesa, y la colocó detrás del cristal de la ventana que quedó convertido en un espejo.  Y volvió a preguntarle:
 - ¿Qué ves?
- Ahora ya no veo a mi pueblo contestó el príncipe-.  Ahora me veo sólo a mi mismo, y que tengo la cara muy triste. 
- Has visto -le dijo el ermitaño-.  Cuando la plata se interpone entre tú y tu pueblo, entonces hasta el más límpido cristal queda convertido en espejo, y ya no puedes ver a nadie más que a ti mismo.  Comparte tu plata y no la tengas inútilmente en tu mesa.  Entonces volverás a sentirte unido a los demás, y descubrirás que puedes der muy feliz.

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