miércoles, 3 de octubre de 2012


LAS TEÓLOGAS 
VUELVEN A LEER EL VATICANO II
MARI PAZ LÓPEZ SANTOS

Este año se celebra el 50º aniversario del Concilio Vaticano II y seguramente habrá muchos actos relacionados con este evento que tanto marcó a la Iglesia. No estará nada mal que, aunque sólo sea por el hecho de la cifra redonda de la celebración, nos adentremos en una profunda reflexión de lo que fue, de lo que no llegó a ser y de lo que se guardó en un viejo baúl en lo alto del desván y ahora cuesta saber en qué lugar se encuentra.

De momento, en Roma, en el Pontificio Ateneo San Anselmo, del 4 al 6 de octubre se celebra el Congreso Teológico Internacional “Las Teólogas vuelven a leer el Vaticano II. Asumir una historia, preparar el futuro”.

Me he preguntado qué me gustaría que sucediera en todas las celebraciones que se lleven a cabo con motivo del recuerdo del Vaticano II después de cincuenta años y esta es mi respuesta:

Lo primero, tomando las palabras del Papa Juan XXIII, sería “abrir las ventanas de la Iglesia para que entre el viento del Espíritu, refiriéndome también a cada grupo que se reúna por este motivo, con la humildad de quienes saben, porque Jesús lo dejó dicho, que cuando “dos o más se reúnen en Mi Nombre”…

Lo segundo sería volver a las dos preguntas que, según cuentan quienes entonces tenían edad para estar pendientes de las informaciones, flotaban en el ambiente del Aula Conciliar: 
“Iglesia, ¿qué puedes ofrecer hoy al mundo? 
y “Mundo, ¿qué exiges hoy a la Iglesia?”. 
El “hoy”, en este momento, es el principio de un complicado siglo XXI, en el que parece que la brecha entre Iglesia y Mundo es, lamentablemente, cada vez más ancha.


Lo tercero, sin ninguna duda, sería profundizar con sincero corazón en la letra y el espíritu del Concilio Vaticano II, cosa complicada pues muchos creen que ya saben lo que dice, aún antes de haberlo leído y, otros, habiéndolo leído, lo han olvidado.

¡Espíritu Santo, ven, y ayúdanos a todos a ver por dónde va el camino que se inició con el Concilio Vaticano II! Amén.

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