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Tiempo ordinario (B)
DE ESO NADA
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino
doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan
disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de
primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día "el
uno a su derecha y el otro a su izquierda".
A
Jesús se le ve desalentado: "No sabéis lo que pedís". Nadie en
el grupo parece entenderle que seguirle a él de cerca colaborando en su
proyecto, siempre será un camino, no de poder y grandezas, sino de sacrificio y
cruz.
Mientras
tanto, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se indignan.
El grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo. Jesús los
reúne a todos para dejar claro su pensamiento.
Antes
que nada, les expone lo que sucede en los pueblos del imperio romano. Todos
conocen los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea. Jesús lo
resume así: Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para "tiranizar"
a los pueblos, y los grandes no hacen sino "oprimir" a sus
súbditos. Jesús no puede ser más tajante: "Vosotros, nada de eso".
No quiere ver entre los suyos nada parecido: "El
que quiera ser grande, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero,
que sea esclavo de todos". En su comunidad no habrá lugar para el
poder que oprime, solo para el servicio que ayuda. Jesús no quiere jefes sentados
a su derecha e izquierda, sino servidores como él, que dan su vida por los
demás.
Jesús
deja las cosas claras. Su Iglesia no se construye desde la imposición de los de
arriba, sino desde el servicio de los que se colocan abajo. No cabe en ella jerarquía
alguna en clave de honor o dominación. Tampoco métodos y estrategias de poder.
Es el servicio el que construye la comunidad cristiana.
Jesús
da tanta importancia a lo que está diciendo que se pone a sí mismo como
ejemplo, pues no ha venido al mundo para exigir que le sirvan, sino "para
servir y dar su vida en rescate por muchos". Jesús no enseña a nadie a
triunfar en la Iglesia, sino a servir al proyecto del reino de Dios
desviviéndonos por los más débiles y necesitados.
La enseñanza de Jesús no es solo para los
dirigentes. Desde tareas y responsabilidades diferentes, hemos de
comprometernos todos a vivir con más entrega al servicio de su proyecto. No
necesitamos en la Iglesia imitadores de Santiago y Juan, sino seguidores fieles
de Jesús. Los que quieran ser importantes, que se pongan a trabajar y
colaborar.
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