Pbro. Jorge Trucco
¿AMBICIÓN
O SERVICIO?
Sab 2,12.17-20: “Tendamos
trampas al justo, porque nos molesta”
St 3,16-4,3: “¿De dónde
provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes?”
Mc 9,30-37: “Pero los
discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas”.
¿Seguimos al
auténtico Jesús?... Podemos
decir correctamente “el nombre”: Jesús, Maestro, Hijo de Dios, MESIAS... pero no comprender el
verdadero significado. Los apóstoles lo llamaban Mesías, ungido, pero con una interpretación
opuesta a la de Dios: “los discípulos no comprendían esto y temían hacerle
preguntas”.
¿Qué
es lo esencial de Jesucristo?; ¿sus milagros, sus enseñanzas?... San
Marcos nos dice que lo esencial es que
se ENTREGA en manos de los hombres
para ofrecer su vida por los mismos hombres.
Los apóstoles no comprenden..., no es que no entiendan intelectualmente; esto se
solucionaría con que Jesús lo explique de
nuevo. Si el problema fuera intelectual la cuestión se solucionaría
con mejores profesores de religión, que expliquen mejor “las cosas” para que
todos “entiendan”. Pero se trata
de la comprensión del corazón: el
problema es que a Jesús no lo aceptan, no lo “tragan”...
En la Carta de Santiago el tema es casi el
mismo: hay dos clases de sabiduría, dos formas de encarar la vida: la
sabiduría terrena que engendra peleas y la sabiduría divina que está dispuesta
a hacer el bien, que es sincera. Nuestro
egoísmo no comprende que haya que morir por los otros o que sea necesario
buscar el camino de la humildad y del servicio fraterno.
Los
discípulos discutían por el PRIMER PUESTO. La ambición debería
estar desterrada de la religión pero... la experiencia nos muestra que
no siempre es así. Hay personas que usan la religión como forma de poder; a
veces entendemos la llamada al apostolado como una primacía sobre los demás. Al
entender a Jesús como un Mesías Político, se quiere compartir “su” poder. En el
mundo antiguo el servicio religioso daba poder, y Marcos se da cuenta que
también dentro del cristianismo hay personas
que entienden el sacerdocio de la misma manera. Estar al
frente de un grupo apostólico, siendo sacerdote o
siendo laico, no da privilegios ni honores.
Hacerse servidor de todos es la cruz de la Iglesia y de cada cristiano.
Hacerse pobre con el pobre. Se cambia el eje del programa de evangelización.
“hacerse como un niño”... de la calle, pobre, desamparado... los sin voz, los pobres, los desheredados… y por ellos optar.
Jesús coloca a uno de esos pequeños
en medio de ellos y muestra cómo el presente y el futuro de la comunidad está
en colocar en el centro no las propias
ambiciones, sino las personas más postergadas y simples. Sólo así se revierte el sistema social
de valores. Y sólo así, la comunidad es una alternativa ante el «mundo», que ya
sabe poner en el centro a las personas adineradas. La novedad de Jesús consiste en hacer grande lo pequeño, lo doméstico e
insignificante.
La
Iglesia no sólo ni principalmente está presente en “los de arriba”, como
decimos comúnmente. También está en la micro-Iglesia de la familia, en el
barrio: cada uno debe hacerse servidor de los demás. Santiago nos advierte que aún rezando podemos ser ambiciosos, porque pedimos mal, sólo para satisfacer
nuestros deseos. LA AMBICIÓN SE PUEDE FILTRAR EN UNA PRIMERA
COMUNION, EN UN CASAMIENTO, EN UNA CATEQUESIS.... La
ambición siembra en una parroquia las divisiones, los chismes, el caudillismo...
Jesús pone la jerarquía de valores de
la sociedad al revés o, mejor, al derecho. Una sociedad que mira sólo por los
de arriba –o en la que las decisiones la toman los que están arriba o miran por
los intereses de los de arriba– no garantiza ni el Reino ni la Vida. El Reino
crece desde abajo, mirando por los de abajo, los que no tienen derechos.
El afán de superación, el anhelo de
triunfo y éxito en la vida… parecen,
en principio, aspiraciones legítimas del ser humano; el problema está en los medios que utilizamos para alcanzar esas metas.
Jesús nunca dijo que no debamos aspirar a ser los primeros, al contrario: nos
invita a serlo, pero nos señala el único
camino humano y humanizador para lograrlo: el amor y el servicio a la Causa del
Reino, que es también la Causa de los pobres.
¿Estamos atrapados en esa pseudomística de la competitividad, del
arribismo a cualquier precio, de la búsqueda del éxito y del dinero a cualquier
precio? ¿En qué medida buscamos a Dios
para estar al servicio del hermano y en qué medida nos dejamos llevar por
nuestras ambiciones?
“Piensa en lo que pierdes cuando
ganas algo; y piensa en lo que ganas cuando pierdes algo”. El
fabulista griego Esopo, cuenta que “una Caña y un Olivo disputaban sobre
sus respectivas fuerzas, y éste con astucia le dijo a la otra: –«Hablas de
resistir y de poder, cuando el más débil soplo de viento te bambolea y humilla.
Aprende de mí, que ni aun muevo mis ramas cuando tu te doblegas.»– La mísera
Caña se calló y se armó de paciencia hasta que viniese el huracán más próximo.
Cuando llegó el huracán la Caña se dobló mientras el Olivo cayó partido en
tierra. –«¿Qué es lo mejor ahora, replicó la Caña, ceder o resistir?». “Piensa en lo que pierdes cuando
ganas algo; y piensa en lo que ganas cuando pierdes algo”.
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