Pbro. Jorge Trucco
JESÚS NO QUIERE
UN REBAÑO DE OVEJAS MUDAS
QUE SÓLO SEPAN DECIR AMÉN.
Is
35,4-7a. “¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios!”
St
2,1-5: “Ustedes que creen en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no hagan
acepción de personas”
Mc
7,31-37: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”
El evangelio de hoy nos dice que los paganos también fueron
destinatarios del anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús. Observamos a
Jesús pues en medio de gente de otra religión…
Vemos en primer lugar cómo Jesús no está entre los gentiles o paganos
con una actitud «apostólica», no lo vemos preocupado por catequizarles. Tampoco
parece preocupado por hacer entre ellos proselitismo religioso: no trata de
convertir a nadie a su religión, a la fe israelítica en el Dios de Abraham. No
predica, no da discursos religiosos. Más bien, simplemente «cura». Es decir: no
teoría, sino práctica. Hechos, no palabras.
Jesús no pasa con indiferencia, o con los ojos cerrados, como si no tuviera
nada que hacer allí… Más bien diríamos que lo que considera es que no tiene
mucho que decir. Fuera de su territorio
religioso calla sobre el Reino y «hace Reino». O como dice la gente al verlo:
«hace el bien», no habla sobre el bien.
Aunque Jesús no predica en esa región pagana, sí «evangeliza», da la
«buena noticia». No «informa sobre ella», sino que «hace presente», «pone ahí»
el Reino, con «hechos y prácticas» que son, por sí mismos, la «buena noticia». «Evangelización práctica», pues, sin
teorías, ni palabras. (No se trata de despreciar la teoría, la palabra...
sino que, también para nosotros como para Él, el puesto de estas dimensiones
«teóricas» es el segundo; el primer
puesto es para la Vida, para la acción, para la práctica del bien). Jesús
nos propone un «diálogo de vida»: juntarnos con los «otros» y conjugar nuestros
esfuerzos en la construcción de la Vida. La doctrina, el dogma, la teología...
vendrán después. Y caerán por su propio peso
Excelente lección para nuestros tiempos de pluralismo y de diálogo
interreligioso. Tal vez nuestro histórico celo apostólico y misionero por la
«conversión de los que no vienen a Misa», por la «evangelización y catequesis»...
debieran mirar a Jesús. Tal vez hoy necesitaríamos, como Jesús, no hablar tanto y ESCUCHAR. Cuando no
escuchamos (ni el evangelio ni los gritos del pueblo) no nos abrimos a
proclamar la fraternidad universal por la que dio la vida Jesús. Por NO
ESCUCHAR todavía en nuestras comunidades cristianas y en la Iglesia en general hay
mucha “acepción de personas” como nos señala el Apóstol Santiago.
Escuchar no sólo con los oídos: escuchar es también mirar, sufrir con, ponernos en
el lugar del otro (como el sordomudo no podía escuchar, Jesús utiliza con él un
LENGUAJE GESTUAL). Proclamar no sólo con
las palabras: proclamar haciendo, construyendo comunidad, luchando por la
igualdad y la inclusión..
¿Para qué tendrían que ser en primer lugar nuestros “Centros de
Evangelización”: para celebrar Misas, para reunirnos a hablar… o para reunirnos
a HACER? La Colecta Más por Menos de
este fin de semana es un gesto que nos ayuda a entender la fe con este
criterio.
Jesús no trataba de convertir a nadie a una nueva
religión, sino de convertir a todos al Reino. La conversión importante no es hacia una (u otra) religión, sino
hacia el Reino.
La incomunicación es uno de los mayores
males de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad en general. También para la
dirigencia nacional… DIÁLOGO = HECHOS NO PALABRAS.
Donde habita el Espíritu de Jesús nace la COMUNIÓN, y la
COMUNICACIÓN, con TODOS, SIN HACER DIFERENCIAS (Santiago):
Cuando comenzamos con el DIÁLOGO DE LA VIDA…(COMENZAMOS HACIENDO Y ESCUCHANDO…)
después es más fácil continuar con el DIÁLOGO DE LAS PALABRAS…
Hablar con libertad no es atropellar a los otros, ni rebajarlos. HUMILDAD no es la infravaloración de
uno mismo, es situarnos como igual a los otros, de igual a igual,
con todos..., ni más ni menos que los demás... SOMOS HERMANOS.
Jesús no quiere una comunidad de ovejas
mudas
y sumisas que sólo sepan decir AMÉN...
Un spot publicitario presentaba a un mendigo
sucio, descuidado, harapiento y despeinado que estaba sentado en la acera de
una calle muy concurrida. Mientras pedía limosna, la gente pasaba sin prestarle
mayor atención. De pronto, aparece una hermosa chica espectacularmente vestida
que viene hacia el mendigo. Se acerca a él y comienza a besarlo en la boca de
una manera apasionada. Desde luego, los transeúntes se detienen aterrados ante
semejante escena. Después de unos segundos, aparecía un aviso que decía: “No te
pedimos tanto. Sencillamente que lo trates como un ser humano...”.
Cualquiera de nosotros podría decir ante este milagro
del Señor: “¡Eso es imposible para mí! No sé cómo devolverle a una persona
sorda su capacidad de oír, o a una persona muda su capacidad para hablar”. Pero
el Señor nos diría: “No te pedimos tanto. Sencillamente trátalo como un ser
humano...”. Tal vez ese es el mejor milagro que podamos hacer hoy.
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