miércoles, 19 de septiembre de 2012


Las Comunidades Eclesiales de Base: 
la mejor síntesis entre el Vaticano II 
y la Teología latinoamericana de la liberación
 Sérgio Ricardo Coutinho(1)


A pesar de la implantación de una gran estructura eclesiástica (diócesis, parroquias, órdenes religiosas, Inquisición...) en toda América hispánica, después del Concilio de Trento (1565) (talvez con menor intensidad en la América portuguesa), lo que prevaleció fue, sin duda ninguna, una intensa práctica popular del catolicismo; un catolicismo donde el laico y la laica fueron sujetos en la organización de las "estructuras” necesarias para sus devociones: Hermandades, capillas, rezadoras y rezadores, romerías, etc. 


Podríamos decir que en estas prácticas del catolicismo popular estarían los orígenes remotos de una experiencia eclesial de las más significativas en todo nuestro continente en el período postconciliar: las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). Podemos afirmar con toda certeza que, aún antes de la eclesiología del Concilio Vaticano II, nuestro pueblo, por medio de sus prácticas religiosas, ya se sentía miembro del Pueblo de Dios porque ser bautizado era la condición mínima necesaria para participar de la vida de la Iglesia.


Además de este origen más remoto, las CEBs también son el resultado de otras importantes experiencias eclesiales. No se puede negar todo el trabajo desarrollado en nuestro continente por la Acción Católica Especializada (ACE), de modo especial de la Juventud Obrera Católica (JOC), de la Juventud Universitaria Católica (JUC) y de la Juventud Estudiantil Católica (JEC). Con su método pastoral (ver, juzgar y actuar) y la fuerte participación de los jóvenes laicos, la ACE trajo los elementos fundamentales para la futura sistematización de la Teología de la Liberación (las mediaciones: socio-analítica, hermenéutica y de la praxis). 


Por otro lado, en la tentativa de renovar las parroquias a partir de la eclesiología del Cuerpo Místico de Cristo (Mystici Corporis de Pío XII), el Movimiento por un Mundo Mejor (MMM), en muchas diócesis, favoreció el desarrollo de "otro modo de ser Iglesia” con respecto a lo que hasta entonces se conocía y se vivía: un modo donde los laicos eran sujetos en la vida social, política y eclesial; la gran mayoría de ellos (si no todos) eran pobres y vivían en las periferias de las grandes ciudades y en los poblados rurales más aislados de este continente; celebraban su fe según sus tradiciones y culturas, y se experimentaba concretamente aquello que era la experiencia común de las primeras comunidades cristianas: el compartir y la acogida a los más pobres. 


¡Estas son las CEBs! ¡Que con su vida concreta en medio de los pobres anuncia que el Reino de Dios está próximo! Por eso fueron (y todavía son) ellas las que proporcionaron las condiciones para el desarrollo de la Teología de la Liberación.


Por eso, las Comunidades Eclesiales de Base son la mejor síntesis entre el Vaticano II y la Teología latinoamericana de la Liberación.


Nota:

(1) Laico, casado con Patricia, padre de 4 hijos (Elisa, Natália, Tiago y João), profesor universitario, presidente del Centro de Estudios de Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA-Brasil) y asesor de la Comisión Episcopal Pastoral para el Laicado de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB).

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