jueves, 20 de septiembre de 2012


Pbro. Juan Manuel González
JESÚS "Idiota"


ENTREGAR LA VIDA (Mc 9, 30-32).

Será entregado y lo matarán. Jesús se deja hacer. No se impone sobre ellos sino todo lo contrario: deja que ellos le definan, le hagan, como muestra la palabra clave: “entrega”, que viene a convertirse en signo distintivo de su vida.


LA AUTORIDAD SON LOS NIÑOS  (Mc 9, 33-37).
GERONTO-cracia: 
Jesús no ha construido una secta de sabios  mayores sino una iglesia concebida como casa de familia donde los primeros son los más pequeños (los niños).


NO QUIEREN ENTENDER

Sus discípulos no quieren entenderle. No es que sean ignorantes ni perversos, sino todo lo contrario. Son precavidos, responsables, realistas. Saben que todo proyecto necesita un liderazgo, autoridad que pueda aunar esfuerzos y vencer resistencias. Por eso quieren organizarse como siempre (antes y después de Jesús, incluso dentro de su iglesia).
Acogen a Jesús, pero luego lo interpretan, rechazando  su angelismo, su ingenuidad, su falta de contacto con los poderes reales de la tierra. Por eso conspiran a su espalda, para bien de Jesús, introduciendo un correctivo en su proyecto de evangelio. Para que pueda triunfar, el proyecto mesiánico requiere organización y ellos parecen dispuestos a crearla.


EL GESTO

Ø Los discípulos buscan el centro, pero está ocupado ya por el más niño a quien Jesús coloca en pie, en señal de autoridad, convirtiéndole en jerarquía máxima.
Ø La autoridad (ponerle en medio) se vuelve ternura: el niño es importante porque está a merced de los demás y necesita cariño. Jesús se lo ofrece haciendo su iglesia lugar para el abrazo.
Ø Los niños no tienen que hacer nada. No deben conseguir ninguna meta; no tienen que esforzarse por lograr influjo por encima de los otros. Su valor está en su propia pequeñez. No han de luchar para volverse símbolo de Cristo: lo son en sí, por encontrarse en manos de los otros.
Ø Su forma de abrazar a un niño rompe los modelos del varón mediterráneo y judío, educado para el sexo y honor, la autoridad y trabajo. Aquí aparece un Jesús escandaloso, mesías de ternura que no sólo abraza a los niños en grupo sino que propone ese gesto como signo de identidad de su discipulado y reino.


(EL IDIOTA: ésta novela de Fiodor Dostoievsk, crítica al “intelectual frío” de  “Crimen y Castigo”).

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