Homilía Domingo XXV durante el año: Servir es vivir en
plenitud
Pbro. Gabriel Martín Ghione
El Domingo pasado hemos escuchado el primer anuncio de pasión,
en el cual Jesús quería cambiar la concepción triunfalista del Mesías que
tenían los apóstoles. Hoy escuchamos en el segundo anuncio el deseo que no
interpreten la vida desde la dominación y el poder sino desde la humildad y el
servicio.
En el ambiente judío de los fariseos y escribas eran
reverenciados aquellos que más conocían y “practicaban la ley”, por tanto los
niños y las mujeres eran despreciadas por ser ignorantes y estar en estado de
impureza con demasiada facilidad (las mujeres en cada ciclo y los niños al no
conocer la ley en estado casi permanente). El hecho de que Jesús coloque un
niño en el centro no es para nada inocente, la fuerza no está en el
cumplimiento de la ley, sino en el espíritu: “misericordia quiero y no
sacrificios”. Por ello Jesús marca que la verdadera grandeza del hombre no está
en lo que aparenta ni el poder que puede llegar a ejercer, no está en los
puestos sino en la actitud de servicio.
“Una cosa es hacer cosas de servidor y otra es tener un
corazón de servidor” nos decía Mons. Tissera. El corazón de servidor brota de
descubrir un llamado, de haber hecho experiencia de la vida como don de Dios,
como don para el otro. El servicio brota de una opción, de dejarse confrontar
por la Palabra que nos invita a negarnos a nosotros para dar vida a los otros.
El servicio es silencioso y necesariamente se inserta en una comunidad porque
no es individualista. El servicio nos abre a la disponibilidad de corazón en
nuestros tiempos, esfuerzos y recursos.
Jesús quiere una Iglesia servidora, no una Iglesia poderosa
y triunfante. Como Iglesia tenemos que saber hacer opción por aquellos que no
cuentan, que no aparecen: por los olvidados, o por los que cuentan en
determinados tiempos y son manipulados y usados. Pero toda opción necesariamente
implica cambios, tiempos que redistribuir, compromisos que asumir porque muchas
veces la auto referencialidad, el centralismo y los tiempos innecesarios
desgastados por superficialidades nos impiden salir al encuentro. Las muchas
demandas de tiempo al ministerio sacerdotal obstaculizan su presencia en otros
lugares, impiden otras presencias. La segunda lectura nos ilumina porque nos
hace descubrir que una comunidad que no sirve, se pelea. Cuando no destinamos
tiempo en el servicio, ese tiempo lo hacemos peleas, chismes y discusiones
inútiles que no aportan nada a nadie.
Tenemos que saber mirar, observar aquellos que no aparecen,
a los olvidados en la soledad de su casa o del geriátrico, en el lecho de la
enfermedad, en la pobreza y la marginación, en el flagelo de las adicciones.
El servicio brota de una corazón enamorado por el ser
humano, como Dios, que amó tanto al mundo que decidió abajarse y hacerse
nuestro servidor. ¿Cómo nosotros no vamos encontrar felicidad y plenitud
sirviendo a los otros? ¿Cómo no vamos abrir nuestro corazón al hermano?, Dios
es el primero que nos enseña a servir. Pidamos a Dios un corazón de servidor
que salga al encuentro, que entre en diálogo, que escuche y vea los clamores de
tantos hermanos. Un corazón que ambicione el bien del otro, que luche por una
sociedad más justa, que reclame dignidad.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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