viernes, 21 de septiembre de 2012


Homilía Domingo XXV durante el año: Servir es vivir en plenitud
Pbro. Gabriel Martín Ghione


El Domingo pasado hemos escuchado el primer anuncio de pasión, en el cual Jesús quería cambiar la concepción triunfalista del Mesías que tenían los apóstoles. Hoy escuchamos en el segundo anuncio el deseo que no interpreten la vida desde la dominación y el poder sino desde la humildad y el servicio.

En el ambiente judío de los fariseos y escribas eran reverenciados aquellos que más conocían y “practicaban la ley”, por tanto los niños y las mujeres eran despreciadas por ser ignorantes y estar en estado de impureza con demasiada facilidad (las mujeres en cada ciclo y los niños al no conocer la ley en estado casi permanente). El hecho de que Jesús coloque un niño en el centro no es para nada inocente, la fuerza no está en el cumplimiento de la ley, sino en el espíritu: “misericordia quiero y no sacrificios”. Por ello Jesús marca que la verdadera grandeza del hombre no está en lo que aparenta ni el poder que puede llegar a ejercer, no está en los puestos sino en la actitud de servicio.

“Una cosa es hacer cosas de servidor y otra es tener un corazón de servidor” nos decía Mons. Tissera. El corazón de servidor brota de descubrir un llamado, de haber hecho experiencia de la vida como don de Dios, como don para el otro. El servicio brota de una opción, de dejarse confrontar por la Palabra que nos invita a negarnos a nosotros para dar vida a los otros. El servicio es silencioso y necesariamente se inserta en una comunidad porque no es individualista. El servicio nos abre a la disponibilidad de corazón en nuestros tiempos, esfuerzos y recursos.  

Jesús quiere una Iglesia servidora, no una Iglesia poderosa y triunfante. Como Iglesia tenemos que saber hacer opción por aquellos que no cuentan, que no aparecen: por los olvidados, o por los que cuentan en determinados tiempos y son manipulados y usados. Pero toda opción necesariamente implica cambios, tiempos que redistribuir, compromisos que asumir porque muchas veces la auto referencialidad, el centralismo y los tiempos innecesarios desgastados por superficialidades nos impiden salir al encuentro. Las muchas demandas de tiempo al ministerio sacerdotal obstaculizan su presencia en otros lugares, impiden otras presencias. La segunda lectura nos ilumina porque nos hace descubrir que una comunidad que no sirve, se pelea. Cuando no destinamos tiempo en el servicio, ese tiempo lo hacemos peleas, chismes y discusiones inútiles que no aportan nada a nadie.

Tenemos que saber mirar, observar aquellos que no aparecen, a los olvidados en la soledad de su casa o del geriátrico, en el lecho de la enfermedad, en la pobreza y la marginación, en el flagelo de las adicciones.

El servicio brota de una corazón enamorado por el ser humano, como Dios, que amó tanto al mundo que decidió abajarse y hacerse nuestro servidor. ¿Cómo nosotros no vamos encontrar felicidad y plenitud sirviendo a los otros? ¿Cómo no vamos abrir nuestro corazón al hermano?, Dios es el primero que nos enseña a servir. Pidamos a Dios un corazón de servidor que salga al encuentro, que entre en diálogo, que escuche y vea los clamores de tantos hermanos. Un corazón que ambicione el bien del otro, que luche por una sociedad más justa, que reclame dignidad.
  




Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

No hay comentarios:

Publicar un comentario