"La Manuela",
la compañera oculta de Pepe Mujica
MIGUEL WIÑAZKI
El temporal lo lanzó a la acción. José "Pepe" Mujica,
sin medir riesgos corrió a ayudar a unos vecinos a los que los vientos
destartalaban sus viviendas. Vecino solidario primero y presidente de la Nación
a la vez, Mujica los socorría, bajo el agua que se descerrajaba. Contribuía a
acomodar las chapas que revoloteaban en la tempestad. Una de ellas cayó sobre
su nariz y el corte indisimulable fue tan visible como el contraste moral con
otros mandatarios.
Hace unos meses este cronista presenció otro hecho que lo
describe de cuerpo entero. En un seminario relativo a medios, el presidente dio
un discurso y luego estaba previsto que se quedara a un almuerzo junto a los
comunicólogos disertantes. Pero tras el discurso partió. Una persona,
supuestamente uno de sus guardaespaldas comentó contento. "Qué suerte que
'el loco' no se quedó al almuerzo". Y explicó las razones de su alivio.
"Es que cuando viene a estos lugares donde la comida es tan buena (el
evento se realizaba en el hotel Radisson) se nos escapa en las comidas. El va
siempre con 'la Manuela' en su auto, y entonces arma un paquetito con algo de
lo que se come en estos hoteles lujosos y se los lleva a 'la Manuela' que lo
espera en el auto. Y a veces lo perdemos de vista". Claro, es un problema
para los hombres de seguridad.
Pero, ¿quién es 'la Manuela'? preguntó este cronista con
curiosidad profesional y personal.
"Es su perra", contestaron varios al unísono. "Es
que el se siente culpable con 'la Manuela' -interpretaban- porque una vez sin
querer le cortó una pata, con un tractorcito que tiene en su chacra. Y entonces
siempre la lleva con él a la perra de tres patas, y si puede le da comer de lo
mejor".
Es un hombre ocupado por las cosas esenciales. Y cumple con el
primer mandamiento que deberían respetar todos los gobernantes: no robar.
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