Pbro. Gabriel Martín Ghione
De una fe de costumbre
a una fe de convicción
Hoy el Evangelio de Marcos nos propone hacer un alto en el
camino para discernir como estamos caminando.
Quizá este bueno que nos tomemos un tiempo, el año ha pasado
rápidamente, entramos en la recta final del año, y poder analizar el recorrido
nos puede hacer bien. Hay muchas cosas que en nuestra vida lo hacemos sin tomar
conciencia, la inercia nos va llevando y nos dejamos llevar. Esto puede ser muy
peligroso porque en nuestra toma de decisiones no vamos construyendo un
proyecto sino es un devenir que no nos hace responsables. Jesús en un momento
de su ministerio se vio en la necesidad de preguntar a sus discípulos sobre el
sentido de su seguimiento. ¿quién dicen que soy? Es otra forma de preguntar
¿por qué me seguís? O ¿qué significo para tu vida? Es una pregunta que apunta a
la motivación del seguimiento y nos cuestiona como discípulos. Pero Jesús no se
contentó solo con preguntar, le presento las exigencias de un mesianismo que él
quería encarnar, le presento su estilo. Mostró un mesianismo no marcado por el
triunfalismo de los victoriosos sino por la fidelidad al proyecto del Padre.
No
hay que entender que el Padre haya querido la muerte de Jesús, cómo un Padre va
a querer la muerte de un hijo, lo que el Padre deseaba era que el nuevo
paradigma que presentaba la Buena Noticia sea guardado con una fidelidad y
coherencia que llegará hasta las últimas consecuencias: la entrega de la propia
vida.
Jesús presenta un programa exigente que implica: renunciar a sí mismo. Significa sobre
todo abandonar los propios criterios y mentalidades para asumir la del Reino:
abierto a todos, inclusivo, cercano, compasivo, solidario, misericordioso,
fraternal.
Indudablemente los que queremos vivir desde esta perspectiva debemos
cargar la cruz: la cruz de la
fidelidad a un proyecto exigente que nos implica constantemente abrirnos al
bien del otro, hacer el bien y colaborar con el proyecto del Reino. La caridad,
la compasión, la inclusión son exigentes porque nos obligan a renunciar a
intereses, tiempos, privilegios propios. Cargar la cruz de la dificultad que
experimentamos cuando hacemos el bien y eso afecta los intereses de ciertos
grupos.
Y seguirlo: Jesús no se
queda quieto e inmutable, no es conformista, sale al encuentro, camina con los
hombres de su tiempo, se acerca y vive con los pobres, olvidados y alejados.
Seguirlo es un programa exigente porque no permite aburguesarnos, porque nos
exige estar siempre en post de la senda que nos marca. Seguirle implica no
adelantarnos a él, no querer hacer un Evangelio a nuestra medida y comodidad,
un Evangelio triunfalista y exitoso. Cuando vamos detrás del éxito escuchamos
que nos dice: “retírate ve detrás de mí porque tus pensamientos no son los de
Dios sino de los hombres”. Dios no escribe su historia desde las victorias del
mundo sino desde los que no cuentan, la Buena Noticia no es la proclamación del
triunfo de los poderosos sino el de la victoria de los que era considerado
pobre, despreciable e insignificante. Desde el último renglón, Dios escribe una
historia que nos incluye a todos. Dios escribe la historia desde los perdedores
del mundo que salvan la vida de otros.
El proyecto de Jesús es exigente pero llena el corazón y la
vida del hombre con una nueva dimensión, con una nueva humanidad que es
ansiosamente anhelada por él, llena el corazón de todo hombre porque nos
incluye a todos, porque nos recibe a todos porque está abierta a todos.
¿Quién es Jesús para mí?
¿A que me invita con su
seguimiento?
Son preguntas que deben resonar en lo más profundo de nuestro ser
e invitarnos a asumir su estilo pastoral simple, cercano a la vida y con una
opción preferencial por los más pobres, olvidados y alejados.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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