Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía Domingo XXVI durante el año:
Dios no está clausurado ni encerrado
Hoy la Palabra de Dios tiene un hermoso mensaje para cada
uno de nosotros. Es una Palabra que nos invita a trascender, a romper el
exclusivismo y el cerrazón de nuestro corazón.
La primera lectura nos presenta que Moisés quiere comunicar
el espíritu que el “posee”. La dificultad que experimenta Josué es que ese
espíritu “sopla donde quiere” y recae sobre personas que él no considera
“dignos” o que nos estaban con el “grupo” comienzan a profetizar y Josué se
pone celoso. ¡Qué libertad la de Moisés!: Ojalá todos fueran profetas.
Lo mismo que a Josué, les sucede a los apóstoles. “Uno que
no es de los nuestros expulsa demonios en tu nombre”. Jesús enseña que el que
no está contra nosotros está con nosotros. La primera enseñanza que recibimos
de la Palabra es no encerrarnos, no hacer grupos exclusivistas, grupos que se
consideren “salvadores” sino que debemos apreciar los valores cristianos que
están en los demás. Muchas veces sucede que en los grupos parroquiales, o en
los movimientos que tienen expresiones y actitudes en los cuales se deja
traslucir el concepto de que ese grupo o movimiento es la “salvación de la
Iglesia” o “manifiestan la pureza cristiana”, para ser cristianos hay que ser
…. A parte de la soberbia que manifiestan, no descubren que la riqueza de la
Iglesia está en la diversidad y que Dios no encierra su gracia y sus dones a lo
institucional, Dios tiene otros caminos, Dios no encierra su actuar ni siquiera
en la Iglesia porque quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad. 1 Tim 2,3
El punto central del pasaje del Evangelio es hacerlo en
nombre de Jesús, en su persona, una persona que nos enseña a salir al encuentro
de todo hombre, que nos enseña que él es el Maestro al que seguimos, no
seguimos un grupo o movimiento. Por eso como Iglesia no tenemos que poner la
estructura por encima de la obra de Dios. Tenemos que discernir la obra de Dios
para ajustar nuestras estructuras porque puede ser que como Iglesia fabriquemos
un dios que no sea más que un ídolo. La comunidad nos ayuda y nos salva del
peligro cuando tenemos claro que lo seguimos a Jesús y cuando entendemos que la
comunidad es más amplio que el movimiento o el grupo parroquial. Tenemos que
hacer el esfuerzo permanente de abrir nuestro corazones para percibir este Dios
que obra donde y como quiere, un Dios que no se ajusta a las estructuras, un
Dios que nos enseña a tener apertura de mente y corazón.
Pero el Evangelio cuyo punto central es el Nombre de Jesús a
quien seguimos, su persona, estilo y mensaje no enseña que el camino del
verdadero discípulo es el del misterio pascual: el camino de la cruz que da
vida, la muerte que abre a la resurrección. En este sentido la opción por Jesús
se hace radical, de tal manera que hay opciones en nuestra vida que son tan
dolorosas como la amputación de un miembro. Muchas veces se interpretó muy mal
estos últimos versículos del pasaje. Si lo leemos de una manera fundamentalista
no entendemos el mensaje que quiere dar. Cuando habla de manos habla de la
acción, el trabajo. Los pies implican el progresar y caminar y los ojos la
visión. Cuando ellos no se conforman con el trabajo, el progresar y la visión
que propone Jesús hay que cortarlos y ese corte es tan doloroso como una
amputación, nos invita a ser decididos en nuestra actuación contra el mal. Si
no lo hacemos no dejamos que la plenitud del Evangelio se adueñe de nosotros.
Pidamos al Señor que nos abra el corazón, que nos enseñe a
percibir su Espíritu que sopla donde quiere y no es propiedad de nadie, y nos
infunda decisión y pasión por hacer siempre el bien, sin importar a quien.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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