viernes, 28 de septiembre de 2012


Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía Domingo XXVI durante el año: 
Dios no está clausurado ni encerrado


Hoy la Palabra de Dios tiene un hermoso mensaje para cada uno de nosotros. Es una Palabra que nos invita a trascender, a romper el exclusivismo y el cerrazón de nuestro corazón.

La primera lectura nos presenta que Moisés quiere comunicar el espíritu que el “posee”. La dificultad que experimenta Josué es que ese espíritu “sopla donde quiere” y recae sobre personas que él no considera “dignos” o que nos estaban con el “grupo” comienzan a profetizar y Josué se pone celoso. ¡Qué libertad la de Moisés!: Ojalá todos fueran profetas.

Lo mismo que a Josué, les sucede a los apóstoles. “Uno que no es de los nuestros expulsa demonios en tu nombre”. Jesús enseña que el que no está contra nosotros está con nosotros. La primera enseñanza que recibimos de la Palabra es no encerrarnos, no hacer grupos exclusivistas, grupos que se consideren “salvadores” sino que debemos apreciar los valores cristianos que están en los demás. Muchas veces sucede que en los grupos parroquiales, o en los movimientos que tienen expresiones y actitudes en los cuales se deja traslucir el concepto de que ese grupo o movimiento es la “salvación de la Iglesia” o “manifiestan la pureza cristiana”, para ser cristianos hay que ser …. A parte de la soberbia que manifiestan, no descubren que la riqueza de la Iglesia está en la diversidad y que Dios no encierra su gracia y sus dones a lo institucional, Dios tiene otros caminos, Dios no encierra su actuar ni siquiera en la Iglesia porque quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. 1 Tim 2,3

El punto central del pasaje del Evangelio es hacerlo en nombre de Jesús, en su persona, una persona que nos enseña a salir al encuentro de todo hombre, que nos enseña que él es el Maestro al que seguimos, no seguimos un grupo o movimiento. Por eso como Iglesia no tenemos que poner la estructura por encima de la obra de Dios. Tenemos que discernir la obra de Dios para ajustar nuestras estructuras porque puede ser que como Iglesia fabriquemos un dios que no sea más que un ídolo. La comunidad nos ayuda y nos salva del peligro cuando tenemos claro que lo seguimos a Jesús y cuando entendemos que la comunidad es más amplio que el movimiento o el grupo parroquial. Tenemos que hacer el esfuerzo permanente de abrir nuestro corazones para percibir este Dios que obra donde y como quiere, un Dios que no se ajusta a las estructuras, un Dios que nos enseña a tener apertura de mente y corazón.

Pero el Evangelio cuyo punto central es el Nombre de Jesús a quien seguimos, su persona, estilo y mensaje no enseña que el camino del verdadero discípulo es el del misterio pascual: el camino de la cruz que da vida, la muerte que abre a la resurrección. En este sentido la opción por Jesús se hace radical, de tal manera que hay opciones en nuestra vida que son tan dolorosas como la amputación de un miembro. Muchas veces se interpretó muy mal estos últimos versículos del pasaje. Si lo leemos de una manera fundamentalista no entendemos el mensaje que quiere dar. Cuando habla de manos habla de la acción, el trabajo. Los pies implican el progresar y caminar y los ojos la visión. Cuando ellos no se conforman con el trabajo, el progresar y la visión que propone Jesús hay que cortarlos y ese corte es tan doloroso como una amputación, nos invita a ser decididos en nuestra actuación contra el mal. Si no lo hacemos no dejamos que la plenitud del Evangelio se adueñe de nosotros.

Pidamos al Señor que nos abra el corazón, que nos enseñe a percibir su Espíritu que sopla donde quiere y no es propiedad de nadie, y nos infunda decisión y pasión por hacer siempre el bien, sin importar a quien.




Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

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