La antorcha y la cueva
Había una vez unos hombres que vivían en una gran caverna. Sus miedos y su degradación les mantenían recluidos en el interior. Allí sobrevivían como podían con muchas dificultades.
En una ocasión entró en la gran caverna un hombre de porte angelical con una gran antorcha en las manos. Pretendía liberarlos y hacerles salir al exterior guiándoles con aquella luz. Les decía: "no tengáis miedo", la luz del exterior os hará libres y podréis vivir como seres humanos, no como alimañas.
Pero los gurús de la caverna le tomaron por un espía que pretendía destrozar las seguridades de su hábitat. Le cogieron y le mataron.
Algunos cavernarios se dieron cuenta de las ventajas de la antorcha, la recogieron y la conservaron. Han conseguido mantener su fuego hasta el día de hoy. La consideran muy valiosa ya que su resplandor les permite ver más que antes. La han colocado en un lugar privilegiado, la veneran, la defienden y no permiten que nadie la toque.
Otro grupo más inquieto, "sin otra luz y guía sino la que en el corazón ardía", han logrado encender rudimentarias teas y se han dedicado afanosamente a buscar la salida de la caverna. Finalmente han conseguido salir fuera, disfrutar de la luz y el calor, y van recuperando lentamente la vista que habían perdido en las tinieblas del subsuelo. Todos los días dan gracias a aquel misterioso personaje que se jugó la vida por hacerles llegar una antorcha.
Ahora han aprendido a hacer fuego y enseñan a todo el que quiere conseguirlo. Lo utilizan para calentarse, alumbrarse en la noche y cocinar buenos alimentos. También lo usan para hacer incursiones en su antigua caverna y gritar a sus habitantes: "no tengáis miedo", era verdad, aquí fuera hay luz, calor, libertad y muchas más posibilidades de vivir como seres humanos. ¡Salid de la cueva, salid!
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La mayoría de los cavernícolas, acostumbrados a sus tinieblas, se muestran indiferentes e incrédulos ante las invitaciones de los de fuera. Pero el grupo que conservó la antorcha y viven en su propia galería se muestra muy receloso. No se fían de los que llegan de fuera. Temen por la seguridad de la antorcha y la esconden cada vez más.
Algunos de ese grupo han contado que sus jefes han ideado un plan para proteger el fuego de la antorcha. Lo llaman "la nueva actualización" y consiste, al parecer, en trasladar la antorcha más adentro y obstruir con piedras la galería por donde entran los miopes del exterior.
Temen que sus fantasías terminen resquebrajando la fe de su gente en la "antorcha sagrada" y les presionen para utilizarla en una finalidad práctica y profana como buscar la imaginaria salida. Eso sería puro utilitarismo materialista, convertir lo sagrado en profano, aprovecharse de ese don extraordinario y correr el gravísimo riesgo de que se apague con las corrientes de aire de las galerías superiores.
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Por eso pretenden actualizar el fuego y su ubicación buscando un lugar más seguro. No pueden permitir que su valiosísimo "tesoro sagrado" sea utilizado para algo tan vulgar como buscar una realidad de cuya existencia solo hablan unos pobres disidentes.
Los líderes del grupo de la antorcha están promoviendo, de muy buena fe, planes, reuniones, estudios y trabajos de todo tipo, para defenderse de los "herejes" que salieron y para encontrar la forma de convencer a los cavernarios hostiles e indiferentes de la bondad de su "antorcha sagrada". Están seguros de que hay mucho que hacer allí dentro para extender la luz de la antorcha y conservar la herencia sagrada del innovador que la introdujo en la cueva.
(Cualquier parecido con la realidad será mera coincidencia que, ciertamente, no desearía que existiese jamás)
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De "Cuentos del manantial" - Jairo del Agua
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