sábado, 6 de julio de 2013

Torres Queiruga

"La Teología después del Vaticano II" 


Resulta sorprendente repasar las distintas conmemoraciones del Concilio. Han ido apareciente veinte, treinta, cuarenta años después. Ahora, cincuenta. Con ligeras diferencias, casi todo se repite, ya sea para alabar, para lamentar, para acusar o simplemente para echar de menos.

Con toda evidencia, esto da proceso todavía en curso y cuya magnitud desborda cualqueir intento de delimitación precisa o de diagnóstico definitivo. De hecho, sólo desde una consideración de su génesis histórica se hace posible comprender la profundidad de la mutación que ha supuesto este Concilio, cargado de tantas promesas y expuesto a tantas decepciones. Y solo tratando de ir al núcleo determinante de esa mutación cabe intentar una orientación fundamental de la tarea ante la que sigue situando a la Iglesia.

Por eso este ensayo intenta no tanto perderse en los detalles, cuanto aclarar en lo posible los dinamismos fundamentales que, eclosionados en el Concilio, mueven las aguas de su dinamismo y apuntan a las tareas pendientes, señalando las verdaderas puertas de su esperanza. Quiero pensar que los cincuenta años transcurridos permiten ya una perspectiva suficiente para no perderse en el fragor de las opiniones y empezar a ver por dónde va lo auténticamente relevante y decisivo.

Aun así, la tarea es todavía inmensa, las ambigüedades numerosas y los conflictos duros. Pero vale la pena seguir trabajando en un diagnóstico lo más actualizado y orientador que sea posible. De ahí la estructura del libro, que intenta ser una contribución, aunque bien breve y sintética. Consta de dos partes principales:

La primera, buscando determinar la intención profunda y el dinamismo determinante del Concilio, se centra en tres aspectos de especial relevancia:

‹ a) rastrear el núcleo que define el sentido y la orientación más honda del acontecimiento conciliar; ›

‹ b) clarificar la opción hermenéutica para su justa y fiel lectura; ›

‹ c) precisar los problemas fundamentales que sus textos han abierto para la teología, indicando los principales caminos que aparecen abiertos y que se ofrecen como más fructíferos. ›

La parte segunda, dividida en tres capítulos, intenta algo así como aplicar una lente de aumento a tres de los grandes problemas aludidos en la primera. Presentes en el Concilio y presentados por él desde una perspectiva claramente renovadora, esperan todavía ser asumidos con plena coherencia teórica y realizados en sus consecuencias prácticas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario