Evangelio de Lucas 10, 25-37
NO PASAR DE
LARGO
JOSÉ ANTONIO PAGOLA,
“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Esta es la herencia que Jesús
ha dejado a la humanidad. Para comprender la revolución que quiere introducir
en la historia, hemos de leer con atención su relato del “buen samaritano”. En
él se nos describe la actitud que hemos de promover, más allá de nuestras
creencias y posiciones ideológicas o religiosas, para construir un mundo más
humano.
En
la cuneta de un camino solitario yace un ser humano, robado, agredido,
despojado de todo, medio muerto, abandonado a su suerte. En este herido sin
nombre y sin patria resume Jesús la situación de tantas víctimas inocentes
maltratadas injustamente y abandonadas en las cunetas de tantos caminos de la
historia.
En
el horizonte aparecen dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Los
dos pertenecen al mundo respetado de la religión oficial de Jerusalén. Los dos
actúan de manera idéntica: “ven al herido, dan un rodeo y pasan de largo”.
Los dos cierran sus ojos y su corazón, aquel hombre no existe para ellos, pasan
sin detenerse. Esta es la crítica radical de Jesús a toda religión incapaz de
generar en sus miembros un corazón compasivo. ¿Qué sentido tiene una religión
tan poco humana?
Por
el camino viene un tercer personaje. No es sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece
a la religión del Templo. Sin embargo, al llegar, “ve al herido, se conmueve
y se acerca”. Luego, hace por aquel desconocido todo lo que puede para
rescatarlo con vida y restaurar su dignidad. Esta es la dinámica que Jesús
quiere introducir en el mundo.
Lo
primero es no cerrar los ojos. Saber “mirar” de manera atenta y responsable al
que sufre. Esta mirada nos puede liberar del egoísmo y la indiferencia que nos
permiten vivir con la conciencia tranquila y la ilusión de inocencia en medio
de tantas víctimas inocentes. Al mismo tiempo, “conmovernos” y dejar que su
sufrimiento nos duela también a nosotros.
Lo
decisivo es reaccionar y “acercarnos” al que sufre, no para preguntarnos si
tengo o no alguna obligación de ayudarle, sino para descubrir de cerca que es
un ser necesitado que nos está llamando. Nuestra actuación concreta nos
revelará nuestra calidad humana.
Todo esto no es teoría. El samaritano del relato no
se siente obligado a cumplir un determinado código religioso o moral.
Sencillamente, responde a la situación del herido inventando toda clase de
gestos prácticos orientados a aliviar su sufrimiento y restaurar su vida y su
dignidad. Jesús concluye con estas palabras. “Vete y haz tú lo mismo”.
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