miércoles, 17 de julio de 2013

Pbro. Jorge Trucco
DECIMOSEXTO DOMINGO DURANTE EL AÑO
LA MEJOR PARTE

Gn 18,1-10a.:
"El Señor se apareció a Abraham"
Col 1,24-28:
"El misterio que estuvo oculto (...) y que ahora Dios quiso manifestar"
Lc 10,38-42:
"Una sola cosa es necesaria"

            En el discipulado hay peligros. Los cristianos tenemos que estar siempre vigilantes.

            Lucas nos presenta casos aparentemente contradictorios y absurdos,  pero que en su profundidad encierran tremendas verdades. Aparentemente Marta tiene razón. Marta, una típica ama de casa. No le alcanza el tiempo para nada, y a veces ese “nada” es  importante. Se olvida que es una PERSONA y tiene derecho y obligación de pensar un poco. Y no sólo las amas de casa, muchos de nosotros  podemos  VIVIR PARA  HACER COSAS PERO NO SABEMOS PARA QUÉ VIVIMOS Y PARA QUÉ HACEMOS COSAS.  Podemos pasar la vida ocupando el tiempo sin llenar la vida. ¿Somos felices con lo que hacemos?

                                              
Marta representa a las personas de buena voluntad, con una fe superficial,  materializada. “Acostumbrada” al  “amigo” Jesús, no advierte que es EL AMIGO. Es Marta quien se lamentará ante Jesús por la muerte de Lázaro. Con una fe superficial, vivimos lamentándonos, porque no descubrimos que lo importante es la vida, no lo que hacemos o tenemos. Marta no es una mujer mala ni una gran pecadora, pero es ciega y sorda. No es la actividad, sino la  vaciedad.  Es la gran enfermedad de nuestro mundo industrializado y consumista.


            María es el ejemplo del discípulo que escucha, que sigue a Jesús sin mirar para atrás. DA VALOR A LO QUE TIENE VALOR, Y ESO NO LE SERÁ ARREBATADO  PORQUE  ESTA  ADENTRO,  ES  INTERIOR.  Tiene  tiempo  para preguntarse ¿Quién soy, qué quiero, hacia dónde camino? No es una perezosa que pierde el tiempo pensando o rezando mientras otros trabajan, pero tampoco es una inconsciente que vive sólo porque el aire es gratis.  María sabe que las preocupaciones diarias pueden ahogar el don de la vida. Quiere aprender a ver la vida desde Dios, porque si recibe a Dios en su vida, entonces será Vida con mayúscula. Hará, quizá lo mismo de siempre, pero con otro sentido.


            Orar es descubrir el rostro y la obra de Dios en la misma vida (La visita que le hace a Abraham). No podemos rezar apartándonos de la vida, pero tampoco podemos vivir felices sin encontrarnos con el Señor en la oración. Muchas veces podemos ser “Martas” en nuestros rezos que aturden. A veces, bajo el barniz de la cortesía formal, se esconde un profundo rechazo: p. ej. ciertas “recepciones oficiales”.


            La oración cristiana no comienza con un montón de peticiones a Dios; la  oración comienza cuando nos damos cuenta que Dios viene de visita y nos ponemos a los pies del Señor para ESCUCHAR una Palabra Nueva. La hospitalidad, la oración, requieren gratuidad que superen intereses que intentan instrumentalizar al “Otro”. Desde esta perspectiva, la oración no es un “escape”,  sino un descubrir el sentido. Si la Fe no nos devuelve el sentido y el gusto de vivir, ¿para qué sirve la fe? "No se inquieten, busquen más bien el reino  y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura".  En este relato del Evangelio resuena la experiencia de los marginados y perseguidos, de los que saben que “nadie se fija en ellos”. La sabiduría de lo único necesario nos descubre que la verdadera esperanza no es sólo la que surge de los momentos de euforia, sino sobre todo la que surge de los abismos del dolor.


            Suele escucharse la queja : “No sé por qué el Padre me ha tratado tan mal y descortésmente” Y la explicación (excusa) inmediata “Es que tiene tanto que hacer”… si todos los domingos el cura habla para los demás, este domingo, sin duda, los curas, al menos yo, tenemos que “sermonearnos “ a nosotros mismos.



            Dios no es programable. Nosotros no somos quienes decidimos lo que a Él le gusta. Marta “dice” que SE PREOCUPA por Jesús, pero termina dándole órdenes... Lo quiere tratar bien y lo termina tratando mal... Dios viene a nosotros con la vestimenta del otro, del que no tiene nuestras medidas y que, precisamente por eso, se sacramento de Dios. Dios nos vuelve a tocar el timbre a la hora menos pensada… como reflexionábamos el domingo pasado


           
Un niño pequeño quería conocer a Dios. Y como sabía que el viaje podría ser largo, puso en su mochila varios paquetes de bizcochos y seis latas de gaseosas. Así inició su marcha.
Después de recorrer dos o tres cuadras, vio a una abuelita que estaba sentada en el parque contemplando unas palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió la valija. Cuando iba a tomar un sorbo de gaseosa, se dio cuenta de que ella tenía cara de hambre, por lo que le ofreció un bizcocho. Ella lo aceptó con gratitud sonriente. Su sonrisa era tan bella que, por verla otra vez, el niño le ofreció una gaseosa. La abuela le volvió a sonreír. ¡El chico estaba encantado!

Toda la tarde estuvieron allí, comiendo, sonrientes, sin decir una palabra. Al oscurecer, el niño, sintiéndose muy cansado, se levantó para irse, pero apenas hubo andado unos pocos pasos giró y corrió hacia la abuelita para darle un abrazo. Ella lo abrazó también y le dedicó la mejor de sus sonrisas.

Poco después, cuando abrió la puerta de su casa, su madre se mostró sorprendida ante su expresión de felicidad. ¿Dónde estuviste hoy y por qué te sentís tan feliz? - le preguntó. Almorcé con Dios, fue la respuesta. Y antes que su madre pudiera replicar, el niño agregó: ¿Sabés una cosa? ¡Tiene la sonrisa más bella que puedas imaginar!

Entretanto, la abuela también había regresado a su casa, radiante de alegría. Asombrado por la expresión de paz que irradiaba, su hijo le preguntó: Mamá: ¿qué hiciste hoy que estás tan feliz? Comí bizcochos con Dios en el parque. Y antes de que su hijo le respondiera, agregó: ¡Es mucho más joven de lo que yo esperaba!


El SÁBADO celebramos el DÍA DEL AMIGO, pensemos cómo cuidamos a nuestros amigos. Si por atenderlos, los olvidamos o maltratamos...

            Que nuestra celebración sea un ENCUENTRO DE AMISTAD con Dios y con los amigos.

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