Pbro. Jorge Trucco
DECIMOSEXTO DOMINGO DURANTE EL AÑO
LA MEJOR PARTE
Gn 18,1-10a.:
"El Señor se apareció a Abraham"
Col 1,24-28:
"El misterio que estuvo oculto (...) y que ahora Dios quiso
manifestar"
Lc 10,38-42:
"Una
sola cosa es necesaria"
En el
discipulado hay peligros. Los cristianos tenemos que estar siempre vigilantes.
Lucas
nos presenta casos aparentemente contradictorios y absurdos, pero que en su profundidad encierran
tremendas verdades. Aparentemente Marta tiene razón. Marta, una típica ama de casa. No le alcanza el tiempo para nada, y a
veces ese “nada” es importante. Se
olvida que es una PERSONA y tiene derecho
y obligación de pensar un poco. Y no sólo las amas de casa, muchos de
nosotros podemos VIVIR PARA
HACER COSAS PERO NO SABEMOS PARA QUÉ VIVIMOS Y PARA QUÉ HACEMOS COSAS. Podemos pasar la vida ocupando el tiempo sin
llenar la vida. ¿Somos felices con lo que hacemos?
Marta representa a las
personas de buena voluntad, con una fe superficial, materializada. “Acostumbrada” al “amigo” Jesús, no advierte que es EL
AMIGO. Es Marta quien se lamentará ante Jesús por la muerte de Lázaro.
Con una fe superficial, vivimos
lamentándonos, porque no descubrimos que lo importante es la vida, no lo que hacemos o tenemos. Marta no es
una mujer mala ni una gran pecadora, pero es ciega y sorda. No es la actividad, sino la vaciedad.
Es la gran enfermedad de nuestro mundo industrializado y consumista.
María es el ejemplo del discípulo que
escucha, que sigue a Jesús sin mirar para atrás. DA VALOR A LO QUE TIENE
VALOR, Y ESO NO LE SERÁ ARREBATADO
PORQUE ESTA ADENTRO,
ES INTERIOR. Tiene
tiempo para preguntarse ¿Quién soy, qué quiero, hacia dónde camino?
No es una perezosa que pierde el tiempo pensando o rezando mientras otros
trabajan, pero tampoco es una inconsciente que vive sólo porque el aire es gratis. María sabe que las preocupaciones diarias
pueden ahogar el don de la vida. Quiere aprender a ver la vida desde Dios,
porque si recibe a Dios en su vida, entonces será Vida con mayúscula. Hará, quizá lo mismo de siempre, pero con
otro sentido.
Orar es descubrir el rostro y la obra de Dios en la misma vida (La visita
que le hace a Abraham). No podemos rezar apartándonos de la vida,
pero tampoco podemos vivir felices sin encontrarnos con el Señor en la
oración. Muchas veces podemos ser “Martas” en nuestros rezos que
aturden. A veces, bajo el barniz de la
cortesía formal, se esconde un profundo rechazo: p. ej. ciertas “recepciones
oficiales”.
La
oración cristiana no comienza con un montón de peticiones a Dios; la
oración comienza cuando nos damos cuenta que Dios viene de visita y
nos ponemos a los pies del Señor para ESCUCHAR
una Palabra Nueva. La hospitalidad, la oración, requieren gratuidad que superen intereses que
intentan instrumentalizar al “Otro”. Desde
esta perspectiva, la oración no es un “escape”,
sino un descubrir el sentido. Si
la Fe no nos devuelve el sentido y el gusto de vivir, ¿para qué sirve la fe?
"No se inquieten, busquen más bien
el reino y su justicia, y lo demás se
les dará por añadidura". En este
relato del Evangelio resuena la experiencia de los marginados y perseguidos, de
los que saben que “nadie se fija en ellos”. La sabiduría de lo único necesario nos descubre que la verdadera
esperanza no es sólo la que surge de los momentos de euforia, sino sobre todo
la que surge de los abismos del dolor.
Suele
escucharse la queja : “No sé por qué el Padre me ha tratado tan mal y
descortésmente” Y la explicación (excusa) inmediata “Es que tiene tanto que
hacer”… si todos los domingos el
cura habla para los demás, este domingo, sin duda, los curas, al menos yo, tenemos
que “sermonearnos “ a nosotros mismos.
Dios
no es programable. Nosotros no somos quienes decidimos lo que a Él le
gusta. Marta “dice” que SE PREOCUPA por Jesús, pero termina dándole órdenes...
Lo
quiere tratar bien y lo termina tratando mal... Dios viene a nosotros
con la vestimenta del otro, del que no tiene nuestras medidas y que,
precisamente por eso, se sacramento de Dios. Dios nos vuelve a tocar el timbre
a la hora menos pensada… como reflexionábamos el domingo pasado
Un niño pequeño quería conocer a Dios.
Y como sabía que el viaje podría ser largo, puso en su mochila varios paquetes
de bizcochos y seis latas de gaseosas. Así inició su marcha.
Después de recorrer dos o tres
cuadras, vio a una abuelita que estaba sentada en el parque contemplando unas
palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió la valija. Cuando iba a tomar un
sorbo de gaseosa, se dio cuenta de que ella tenía cara de hambre, por lo que le
ofreció un bizcocho. Ella lo aceptó con gratitud sonriente. Su sonrisa era tan
bella que, por verla otra vez, el niño le ofreció una gaseosa. La abuela le
volvió a sonreír. ¡El chico estaba encantado!
Toda la tarde estuvieron allí,
comiendo, sonrientes, sin decir una palabra. Al oscurecer, el niño, sintiéndose
muy cansado, se levantó para irse, pero apenas hubo andado unos pocos pasos
giró y corrió hacia la abuelita para darle un abrazo. Ella lo abrazó también y
le dedicó la mejor de sus sonrisas.
Poco después, cuando abrió la puerta
de su casa, su madre se mostró sorprendida ante su expresión de felicidad.
¿Dónde estuviste hoy y por qué te sentís tan feliz? - le preguntó. Almorcé con
Dios, fue la respuesta. Y antes que su madre pudiera replicar, el niño agregó:
¿Sabés una cosa? ¡Tiene la sonrisa más bella que puedas imaginar!
Entretanto, la abuela también había
regresado a su casa, radiante de alegría. Asombrado por la expresión de paz que
irradiaba, su hijo le preguntó: Mamá: ¿qué hiciste hoy que estás tan feliz? Comí
bizcochos con Dios en el parque. Y antes de que su hijo le respondiera, agregó:
¡Es mucho más joven de lo que yo esperaba!
El SÁBADO celebramos el DÍA DEL AMIGO, pensemos cómo
cuidamos a nuestros amigos. Si por atenderlos, los olvidamos o maltratamos...
Que
nuestra celebración sea un ENCUENTRO DE AMISTAD con Dios y con los amigos.
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