jueves, 18 de julio de 2013

Diácono Lucas Trucco
Domingo XVI durante el año –ciclo C-


Era cosa muy extraña para aquel tiempo que las mujeres gozaran de tanto protagonismo y de tanta atención por parte de un maestro como Jesús. Tampoco un hombre podía estar hablando públicamente con una mujer, y mucho menos aún enseñarle, sin recibir el rechazo feroz de sus vecinos. Por eso, Lucas quiere decir algo con su evangelio, pues el relato está lleno de “rebeldías” y de escándalos sociales y religiosos.

Primera lectura: (Génesis 18, 1-10a): 
(Los mensajeros eran esenciales en los pueblos nómades) 
Aquellos hombres estaban acostumbrados a entender que Dios se comunicaba con los hombres por medio de mensajeros. La reflexión posterior entendió y quiso descubrir en los tres personajes un anuncio y anticipo de la Trinidad. El sentido histórico puede que no alcance tanto y el autor puede que no quisiera decir tanto en aquel momento. Lo más que podemos decir en este sentido es que la presencia de los tres, de los que uno es portavoz, indica la firmeza de la palabra divina apoyada por dos testigos que comparten con el portavoz su mensaje. En cuanto a la escenificación, en lo que a Abrahán se refiere, el autor recurre a los elementos de una vida nómada que se realiza toda ella alrededor de la tienda. Sobresale el sentido de la hospitalidad como lo demuestra el resto del relato que adorna el conjunto. Es necesario recuperar la sensibilidad por lo divino en nuestro mundo. La sensibilidad por el servicio a los demás. La hospitalidad ha desaparecido prácticamente de entre nosotros.

Segunda lectura (Colosenses 1,24-28): 
La íntima relación del sufrimiento y de la misión evangelizadora forma parte de una misteriosa realidad. El discípulo de Pablo, que recuerda con sumo cuidado la vida y la enseñanza de su maestro, sabe que así fue la historia. Y la historia tiene un sentido que hay que buscar y escudriñar. El nacimiento y el crecimiento de la Iglesia, lleva parejo el sufrimiento de su Fundador y de sus ministros y mensajeros. Pablo ha recibido la tarea de anunciar el proyecto de Dios, el misterio de Dios y esta misión le acarreó la incomprensión, la persecución y la muerte. Y esta tarea consistió en realizar en la historia la promesa hecha a Abrahán en el momento de su vocación: en ti se bendecirán todas las naciones (Gn 12,1ss). Pablo ha emprendido esta tarea porque se sintió enviado para ello: anunciar a los gentiles que ellos forman parte integrante del único proyecto salvador de Dios.

Evangelio: (Lucas 10,38-42): 
Desde luego, el evangelista no quiere enseñarnos que Marta, sirviendo a los invitados, representa la acción, lo material, el ajetreo, el ruido de los acontecimientos y la inquietud de la vida, mientras que María, al prestar total y exclusiva atención a la palabra de Jesús, encarna la contemplación, la oración, lo espiritual, la paz interior, como se ha venido afirmando interesadamente a lo largo de toda la tradición cristiana. Porque ¿cómo va a estar Jesús censurando o minusvalorando la hospitalidad de Marta, si en el AT era grandemente bendecida y recompensada por Dios, como se advierte en la primera lectura de hoy, que nos muestra la hospitalidad de Abraham, mejor dicho, la hospitalidad de Sara, que fue quien realmente preparó el pan para los invitados? La parábola del buen samaritano –que Lucas ha narrado inmediatamente antes de esta escena de Marta y María– ensalza sobremanera la “acción” de compasión y de servicio (actuación) de este extranjero samaritano con aquél que habían dejado medio muerto los ladrones. Y censura a aquellos sacerdotes, que seguramente “rezaban” mucho y tenían “vida contemplativa”, pero que pasaron de largo y no hicieron nada por auxiliar al enfermo. Por eso, en ningún momento critica Jesús a Marta su actitud de servicio, tarea fundamental en todo seguimiento a Jesús, pero le invita a no dejarse absorber por su trabajo hasta el punto de perder la paz.


La presentación narrativa de los rasgos atribuidos a María nos lleva al mundo de las escuelas rabínicas del tiempo de Jesús. Los discípulos se sentaban en el suelo (habitualmente), en forma de círculo, alrededor de su maestro (Mc 3,34-35). María es entendida en la Iglesia primitiva como una discípula perfecta de Jesús. Sabemos por el relato bíblico en su conjunto que escuchar la Palabra de Dios es tarea de especial importancia y relevancia. Es necesario recuperar en nuestro mundo la capacidad de contemplar y escuchar la palabra de vida que transmite Jesús a través de su Iglesia y de sus discípulos. Muchas dificultades encuentran el hombre y la mujer modernos para entrar en el santuario íntimo y perder algún tiempo en holgarse en el Señor, escuchando y contemplando su palabra.

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