Causa Angelelli: Hora de Justicia
Luis Miguel Baronetto
El Tribunal Oral Federal de La Rioja notificó que el próximo 28 de octubre se iniciará el juicio por el homicidio del obispo Enrique Angelelli. Después de 37 años la Justicia tendrá la oportunidad de sellar lo que el pueblo dijo el mismo 4 de agosto de 1976, cuando se disfrazó de accidente automovilístico el atentado criminal en las cercanías de Punta de Los Llanos.
El obispo llevaba oculta tras el asiento de su camioneta la carpeta con la información reunida sobre el asesinato de los dos sacerdotes de Chamical. Una fotocopia de esa carpeta fue vista por el policía federal Peregrino Fernández en el escritorio de Albano Harguindeguy, entonces Ministro del Interior. Así consta en el expediente judicial. Fue el motivo inmediato del crimen, que en realidad se preparó desde mucho antes con el ataque a la pastoral diocesana promotora de los empobrecidos por un sistema feudal de explotación.
El Informe final de la Comisión Provincial de Derechos Humanos de La Rioja, de 1984, registró: “De modo sistemático y avieso, toda militancia política se la relacionó directa o indirectamente, con las orientaciones diocesanas, convirtiendo de por sí en ‘ilícitas’ o ‘sospechosas’ toda vinculación con la Iglesia riojana…La obra comunitaria alentada por Monseñor Angelelli es equívocamente asimilada a una filosofía ‘comunista’, valiéndole por ello ser catalogado de ‘subversivo’…”. Los testimonios recogidos por esta Comisión fueron contundentes.
Ramón Alfredo Olivera, el ex preso político que entonces denunció el hostigamiento del “teniente Milani”, dijo: “En lo relacionado de una manera directa con la Iglesia del obispo Angelelli, me preguntan en un momento si él apoyaba a CODETRAL (cooperativa de trabajo), dije que era público que apoyaba esa inquietud. En la declaración que me harían firmar bajo amenaza pondrían que yo había dicho que Angelelli apoyaba ‘incondicionalmente’ a CODETRAL; es no obstante en mi relación con las monjas del Divino Maestro y con el sacerdote Antonio Gil, párroco de la Vicaría del Espíritu Santo, donde ponen mayor interés en que diga que son guerrilleros”. (T.21).
Teresa E. de Maza declaró que un oficial de gendarmería le dijo: “Contésteme sólo con una palabra: A la iglesia de Angelelli dónde la coloca, ¿a la izquierda o a la derecha?”. La detenida al responder: “en la doctrina de Cristo”, es amenazada para que responda sólo con “izquierda o derecha”. (T.121).
Estos y otros relatos contenidos en el Informe de derechos humanos, incorporado al expediente por el asesinato de Mons. Angelelli, amplían el panorama de persecución, difamación y amenazas que lo fueron cercando hasta que la dictadura militar consumó el crimen.
Decisión de alto nivel
En 1976 el obispo Jerónimo Podestá, sancionado entonces por el Vaticano, escribió al Cardenal Raúl Primatesta: “Amigos de todo orden, pero sobretodo altos oficiales bien compenetrados de la situación política y militar, me anunciaron un sombrío recrudecimiento de la represión irracional, arbitraria y me aconsejaron que me cuidara muchísimo pues podrían pasar cosas muy desagradables. Es decir que el alto nivel militar conocía perfectamente ciertos planes que muy lamentablemente se han ido cumpliendo. En la mitad de Julio, ellos me informaron que la irracionalidad represiva tendría a partir de fin de mes un nuevo pico con episodios muy graves. Eso dio mi presente salida del país, pero formé antes el proyecto de pasar por Santa Fe y Córdoba, para conversar con vos y con Zaspe.
Lamentablemente la penuria de medios económicos demoró y finalmente impidió el cumplimiento de este propósito… Lamento no haber llegado hasta Uds. pues quería advertirles del peligro que podía correr algún representante de la Jerarquía. Un amigo militar me dijo que yo podría ser un excelente candidato para provocar terror y miedo, otros pensarán que Zaspe o vos podrían ser objeto de algún hecho intimidatorio. Pero otro vocero militar dijo a unos amigos, que no sería yo- pues me consideran fuera de la Iglesia- sino que el candidato de elección era Angelelli y que le quedaban pocos días.”
Y sigue: “A menos de un mes, el 1 de setiembre de 1976, el Departamento de Estado de los EEUU fue informado en un cable secreto por uno de sus agentes que “el obispo Angelelli habría sido asesinado por un escuadrón de la muerte derechista”.
Abundan los testimonios y las pruebas de este “homicidio provocado por la intervención intencional y voluntaria de un automóvil marca Peugeot, color blanco, que habiendo embestido e interponiéndose en la línea de marcha de la camioneta Fiat Multicarga que conducía Angelelli, provocó el accidente del cual resultare la muerte de Angelelli y las lesiones del testigo Pinto”, según la resolución del juez Daniel Herrera Piedrabuena del 6 de diciembre de 2012.
Serán juzgados por homicidio agravado (en el caso del obispo Angelelli), tentativa de homicidio (en el caso de su acompañante Arturo Pinto) y asociación ilícita: Luciano B. Menéndez, jefe del Ejército con jurisdicción en La Rioja; Luis Fernando Estrella, de la Base Aérea de Chamical y Juan Carlos “La Bruja” Romero, comisario del Departamento policial N° 2 de Informaciones de La Rioja.
Fue excluido por insania el militar Edilio Cristóbal Di Césare, ex jefe de policía. Y sobreseídos por fallecimiento los imputados Jorge Rafael Videla y Albano Eduardo Harguindeguy.
Tampoco llegarán a ser juzgados otros acusados que fallecieron antes: los ex tenientes coroneles Osvaldo Pérez Battaglia y Pedro Malagamba, el ex vicecomodoro Lázaro Aguirre y otros de menor jerarquía militar. La muerte dejó en la impunidad la autoría criminal de estos militares; y el largo reinado de las leyes de impunidad impidió avanzar en investigaciones sobre los autores inmediatos o ejecutores directos del atentado criminal.
Muchos fueron los intereses que obstaculizaron, de diferentes modos y en diversas etapas del proceso, el desarrollo de las investigaciones. A pesar de ello y de las leyes de impunidad, el reinicio de las actuaciones posibilitó determinar los responsables de los hechos criminales.
Por la trascendencia de este juicio se pretenderán dilaciones para mantener la impunidad de los autores. Y la de sus cómplices: los poderosos de La Rioja que lo hostigaron y las jerarquías que callaron. Sin embargo, después de la larga y activa espera, la hora de la justicia ha llegado.
Luis Miguel Baronetto es querellante en la causa por el asesinato de Monseñor Angelelli y Director de la revista Tiempo Latinoamericano.
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