jueves, 9 de agosto de 2012


Reflxiones sobre las lectura bíblicas del próximo domingo
Pbro. Gabriel Martín Ghione
“La vida es una sola y es eterna”

Continuamos escuchando el Evangelio de Juan en el cual se nos presenta el largo discurso del pan de vida, hoy con una connotación de eternidad.

Todos en nuestra vida buscamos trascender, de hecho, conscientes o inconscientes, buscamos dejar nuestra marca en la historia. Lo hacemos de múltiples maneras: los hijos, los proyectos, la construcción, el arte, la música, etc. Hoy la Liturgia nos invita a reflexionar sobre esta dimensión de nuestra vida cotidiana, para desde la Palabra darle una nueva orientación y sentido.


La primera lectura nos presenta el desaliento que sufre el profeta que está sumergido en múltiples dificultades por defender la fe y el proyecto de Dios para el pueblo de Israel. El hecho de defender no solo la fe monoteísta sino, sobre todo, la justicia, lleva a Elías a un verdadero éxodo al desierto para defender su vida (observa detenidamente las referencias al éxodo vivido por el pueblo de Israel: Dios que provee pan y agua, desierto, cuarenta días/años, Horeb[1][1]). Vivir el proyecto de Dios nos trae, muchas veces una multitud de dificultades y es para nosotros un verdadero éxodo, vivir desde los valores del Reino. Sin embargo en medio de las dificultades y del desaliento podemos experimentar la providencia de Dios, su sostén y sobre todo la invitación a seguir caminando para descubrir la profundidad del corazón de Dios y una dimensión de la realidad que nos presenta el Evangelio.


Precisamente hoy Jesús nos habla del que coma de este pan “vivirá eternamente” y “daré mi carne para la vida del mundo”. La carne en Juan hace referencia a la encarnación: “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros[2][2]”, la carne es la vida de Jesús, su estilo de vida, sus valores y modos de encarar la realidad. Su carne es vida para el mundo, cuando aceptamos y optamos por vivir desde sus valores. Pero también tenemos que tener en cuenta que la vida eterna no comienza cuando morimos sino desde el momento que optamos por él/creemos. “El que cree tiene vida eterna”. Jesús quiere que vivamos plenamente y todos podamos vivir con dignidad. La vida eterna comienza hoy mismo y llega a su plenitud expansiva en nosotros cuando se da el Encuentro definitivo con Dios y los hermanos.


Si la vida eterna comienza hoy mismo puede enseñarnos mucho. En primer lugar para no entender la vida eterna como una relación pasiva y aislada con Dios. Muchas veces nos imaginamos (y se presenta la vida eterna) como un: “lo miro y me mira”, una contemplación cual película, en la cual nos quedamos expectantes y totalmente pasivos. Para no entender la vida eterna en clave individualista y solitaria. La vida eterna es relación, es diálogo, es la apertura definitiva de nuestro corazón al hermano, es compartir el banquete el Reino donde todos nos sentamos a la misma mesa, donde no hay lágrimas ni dolor porque Dios nos hará plenamente libres y podremos relacionarnos sin lastimarnos, sin manipulaciones y sin tratar de sacar ningún tipo de ventaja. Donde nuestro corazón estará liberado del poder que oprime, de deseo insaciable de tener y acaparar, y del placer egoísta y autorreferencial.

La vida eterna la comenzamos a vivir hoy. Cuando Dios en nuestro corazón (Gracia) nos impulsa a tener las actitudes que nos presenta la segunda lectura: perdón, compasión, amor, entrega, bondad. Porque la vida es una sola y es eterna.

Por tanto en medio de las desilusiones, de las preocupaciones y decepciones de la vida, Jesús nos invita a vivir profundamente los valores del Reino que nos anticipan esa Vida que ya estamos viviendo cuando dejamos que la carne de Jesús se haga nuestra carne en gestos y actitudes concretas, cuando dejamos que el Amor nos enseñe amar en medio de la fragilidad y debilidad, cuando nos abrimos y comprometemos a vivir como hermanos, hijos del mismo Padre.   






Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5


[1][1] CF: Ex. 16, 12; 17, 1-7; 19,1-2;
[2][2] Jn. 1,14

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