viernes, 24 de agosto de 2012


Domingo XXI durante el año –ciclo B-

Pbro. Jorge Trucco

Dios podría haber obligado al hombre a que lo siga. Pero respeta la obra de su creación. Libres nos hizo y con esa libertad nos deja caminar. Muestra su amor de Padre acompañándonos a lo largo del camino. Nos muestra a través de una mano amiga, o una voz fraterna los pasos que debemos dar; pero nos deja caminar. Y cuando nos equivocamos y nos caemos, no nos mira juzgándonos sino que nos tiende la mano para levantarnos/sacarnos del dolor y el sin sentido de la vida.

Pero a veces no nos alcanza con todos estos signos de amor y nos olvidamos de cuando fuimos ayudados. Y nos parece que Dios es opresor. Que tiene muchas leyes y que lo que nos parecía fácil es muy complejo de vivir y por querer liberarnos, supuestamente, nos volvemos esclavos de dioses que sin darnos cuenta nos dan espejitos y se llevan nuestro oro/vida.

Pero cuando logramos entender que tenemos un Dios que es familia. Y no nos trata como esclavos sino como amigos. Es cuando nuestra vida da un giro copernicano. Ya no es  ese ser que esta en lo alto con el dedo acusador sino que es Amor que nos invita al banquete de la fiesta. ¡Sí, Él nos convoca para que festejemos la vida como familia! Para que juntos celebremos que cuando las cosas/decisiones se hacen/toman en comunidad la vida es mas simple.

Las palabras de Jesús parecen duras, pero contrario a todo trasmiten vida. También hoy muchas veces algunos consejos nos parecen duros. Porque en realidad  lo que casi siempre uno quiere escuchar es que lo que nos digan avale los errores que estamos cometiendo o simplemente queremos escuchar que se nos diga: “si esta bien hace lo que te guste y que el/los otro/s se jodan”. Entonces sí nos parecen duras aquellas palabras que requieren de nosotros un mínimo esfuerzo para salir de la comodidad. Y cuando todos están tomando su camino y marchándose solos, Jesús les pregunta a sus amigos si ellos también quieren hacerlo. Pero no amenazando, sino recordándoles que la fe es comunitaria.

El Pan de vida no es un premio porque somos mejores, ni lo reciben los chicos/as diez. Es la ayuda de Dios para el caminante. Comulgar con Jesús es comulgar con sus ideales y principios. Toda su vida fue un entregarse por amor a los hermanos. Por esto la vida eterna no es el podio para los ganadores o triunfadores; sino que es el abrazo de un Dios Papá a aquellos que cansados del camino –porque han venido ayudando a caminar a otros tantos hermanos/as- nos recibe con los brazos abiertos en un gran banquete en familia. 

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