Domingo XXI durante el año –ciclo B-
Pbro. Jorge Trucco
Dios podría
haber obligado al hombre a que lo siga. Pero respeta la obra de su creación.
Libres nos hizo y con esa libertad nos deja caminar. Muestra su amor de Padre
acompañándonos a lo largo del camino. Nos muestra a través de una mano amiga, o
una voz fraterna los pasos que debemos dar; pero nos deja caminar. Y cuando nos
equivocamos y nos caemos, no nos mira juzgándonos sino que nos tiende la mano
para levantarnos/sacarnos del dolor y el sin sentido de la vida.
Pero a veces no
nos alcanza con todos estos signos de amor y nos olvidamos de cuando fuimos
ayudados. Y nos parece que Dios es opresor. Que tiene muchas leyes y que lo que
nos parecía fácil es muy complejo de vivir y por querer liberarnos,
supuestamente, nos volvemos esclavos de dioses que sin darnos cuenta nos dan
espejitos y se llevan nuestro oro/vida.
Pero cuando
logramos entender que tenemos un Dios que es familia. Y no nos trata como
esclavos sino como amigos. Es cuando nuestra vida da un giro copernicano. Ya no
es ese ser que esta en lo alto con el
dedo acusador sino que es Amor que nos invita al banquete de la fiesta. ¡Sí, Él
nos convoca para que festejemos la vida como familia! Para que juntos
celebremos que cuando las cosas/decisiones se hacen/toman en comunidad la vida
es mas simple.
Las palabras de
Jesús parecen duras, pero contrario a todo trasmiten vida. También hoy muchas
veces algunos consejos nos parecen duros. Porque en realidad lo que casi siempre uno quiere escuchar es
que lo que nos digan avale los errores que estamos cometiendo o simplemente
queremos escuchar que se nos diga: “si esta bien hace lo que te guste y que
el/los otro/s se jodan”. Entonces sí nos parecen duras aquellas palabras que
requieren de nosotros un mínimo esfuerzo para salir de la comodidad. Y cuando
todos están tomando su camino y marchándose solos, Jesús les pregunta a sus
amigos si ellos también quieren hacerlo. Pero no amenazando, sino recordándoles
que la fe es comunitaria.
El Pan de vida
no es un premio porque somos mejores, ni lo reciben los chicos/as diez. Es la
ayuda de Dios para el caminante. Comulgar con Jesús es comulgar con sus ideales
y principios. Toda su vida fue un entregarse por amor a los hermanos. Por esto
la vida eterna no es el podio para los ganadores o triunfadores; sino que es el
abrazo de un Dios Papá a aquellos que cansados del camino –porque han venido
ayudando a caminar a otros tantos hermanos/as- nos recibe con los brazos
abiertos en un gran banquete en familia.
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