Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía XXII Domingo durante el año:
Abrir y cambiar el corazón
Después de escuchar unos domingos el Evangelio de Juan
retomamos el relato de Marcos y continuamos escuchando enseñanzas que podemos
aplicar en nuestra vida de todos los días.
Los fariseos tenían un cúmulo de normas, reglas, tradiciones
que buscaban una pureza para poder entrar en contacto con Dios. Ese sistema
además de tranquilizar la conciencia porque “ya cumplí”, excluía a mucha gente
de la cercanía de Dios porque no eran puros, este proceso llevo a confundir
pureza con santidad y restringir el culto a algo puramente externo y ritual.
Esto en la historia de la humanidad y en la historia de la Iglesia se repite
con frecuencia. Nos recluimos en rito y normas que nos dan seguridad y
experimentamos el mundo con un lugar de pecado, impureza, perdición y
perturbación de la santidad.
Pensamos como lo fariseos que lo de afuera puede manchar el
hombre, que la apariencia y lo externo es lo que determina el actuar de las
personas y nos olvidamos del corazón. Del corazón brotan las decisiones del
hombre, del corazón entendido como el lugar donde discernimos y decidimos, es
donde encontramos esa herida y esa tendencia a encerrarnos, a objetivar a las
personas, a ser egoístas y autosuficientes. Muchas veces pensamos que con la
ley basta, que la tradición y la norma resguardan la moralidad de la personas.
Sin embargo las normas manifiestan la debilidad del hombre y su tendencia a no
respetar al prójimo, están para delimitar mínimos que no han sido respetados.
Las normas pueden indicarnos conductas aceptables y despreciables, pueden
ayudarnos a discernir lo bueno de lo malo pero nunca van a poder cambiar el
corazón del hombre. Las normas pueden llegar a iluminar las conciencias pero no
nos hacen decidir. Las normas son necesarias pero no suficientes. Lo más lindo
y precioso del evangelio no es exigible[1][1], se nos presenta como un desafío. Cuando no nos
abrimos a la acción de la Gracia, al desafío del Evangelio, solemos encerrarnos
y aferrarnos a tradiciones.
Santiago nos exhortaba en la segunda lectura a poner en
práctica la Palabra y nos manifestaba claramente la dimensión fraterna:
huérfanos y viudas, los débiles y necesitados. Por eso una clara regla de
discernimiento es reflexionar si el culto, la oración, la espiritualidad me
abren al hermano o me encierran en mi individualidad.
Debemos volver al corazón, debemos formar los corazones para
amar como Dios nos enseñó, como quiere que amemos. Desde la compasión, desde la
solidaridad, desde un sistema que no crea pobres sino que distribuye, comparte.
Pero además es necesario que nos cuidemos de otro peligro:
fabricarnos una multiplicidad de normas y tradiciones. El llamado de atención
es para nosotros que ponemos también innumerables requisitos, Jesús también nos
puede decir: “las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos, dejan de
lado los mandamientos de Dios para seguir la tradición de los hombres”. En este
sentido no deja de ser llamativo que Santo Tomás manifieste la inutilidad de un
número excesivo de preceptos que “hacen pesada la vida de los fieles”[2][2].
Más que leyes necesitamos corazones renovados que no tengan
miedo de salir al encuentro de los hermanos, de corazones valientes que no vean
el mundo como una amenaza sino como el lugar de la encarnación y la salvación,
como la gran posibilidad de expresar y vivir el amor, de corazones simples que
no vean pecado en todos lados sino verdaderas y auténticas búsquedas del Dios
de la Vida.
Pbro. Gabriel Martín Ghione
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
[1][1][1][1] P Alerto Hurtado
[2][2][2][2][2][2] “Tomás explica que la ley de los cristianos es una ley “de libertad”
por otra razón: los preceptos dados por Cristo y los apóstoles son poquísimos
(ST, I-IIae,107,4). Citando a san Agustín dice que los preceptos que la Iglesia
añadió posteriormente deben exigirse con moderación “para no hacer pesada la
vida de los fieles” Víctor Manuel Fernández, Pablo Apasionado. Ed. San Pablo.
Pág. 32
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