Leonardo Boff
La razón en fase de larva y de capullo
Quien
haya leido mis últimos textos sobre ecología y la situación dramática de la
Tierra, tal vez se haya quedado con una impresión de pesimismo. No puede ser
pesimista quien se da cuenta de los peligros reales que pesan sobre nuestro
destino. Debemos siempre respetar la realidad, pero al mismo tiempo es
necesario ampliar la comprensión de la realidad. Ésta es mayor de lo que se muestra,
pues lo potencial también es parte de lo real. Siempre hay una reserva utópica
presente en todos los eventos. Si comprendemos la realidad así enriquecida, no
se justifica un pesimismo cerrado, sino un realismo esperanzador. Éste capta la
eventual irrupción de lo nuevo escondido dentro de lo potencial y de lo
utópico. Esto nuevo hace entonces historia y funda otro estado de conciencia e
inaugura un ensayo social distinto.
Además,
si tomamos distancia y medimos nuestro tiempo histórico con el tiempo cósmico,
tenemos aún más razones para la esperanza. Si condensamos en un año el tiempo
cósmico, los 13,7 miles de millones de años que es la edad presumible de
nuestro universo, notaremos que como humanos existimos hace solo una
pequeñísima fracción de tiempo. Así, el 31 de diciembre a las 5 de la tarde
nacieron nuestros antepasados pre-humanos. El 31 de diciembre a las 10 de la
noche entró en escena el ser humano primitivo. El 31 de diciembre a las 23
horas, 58 minutos y 10 segundos surgió el hombre de hoy llamado sapiens
sapiens. El 31 de diciembre a las 23.00 horas, 59 minutos y 56 segundos nació
Jesucristo. El 31 de diciembre a las 23.00 horas 59 minutos y 59,2 segundos
Cabral llegó a Brasil.
Como
se deduce, temporalmente somos casi nada.
Además
de esto, si tenemos en cuenta las 15 grandes destrucciones que conoció la
Tierra, especialmente la del Cambriano hace 570 millones de años en la cual
desapareció entre el 75 y el 90% del capital biótico, verificamos que la vida
sempre resistió y sobrevivió. Y si nos concentramos solamente en el ser humano,
siempre sobrevivió a las muchas glaciaciones. Y aún más, tuvo un proceso de
encefalización altamente acelerado. Desde hace 2,2 millones de años aparecieron
sucesivamente el homo habilis, el homo erectus, y en
los últimos cien mil años, el homo sapiens, ya plenamente humano.
Sus representantes eran seres sociales, se mostraban cooperativos y usaban el
habla, característica humana.
En
el intervalo de un millón de años, el cerebro de estos tres tipos de homo se
duplicó en volumen. Después de la aparición del homo sapiens, surgido hace 100
mil años, el cerebro no creció más. Ya no era necesario, pues surgió el cerebro
exterior, la inteligencia artificial, que es la capacidad de conocer, de crear
instrumentos y artefactos para transformar el mundo y crear cultura,
característica singular del homo sapiens sapiens.
A
partir del neolítico, hace cerca de diez mil años, surgieron las primeras
ciudades que dieron origen a la cultura elaborada, al estado, a la burocracia y
también a la guerra. Comenzó también una utilización sistemática de la razón
instrumental para dominar la natureza, conquistar y someter a otros. Obviamente
allí también estaban otros tipos de razón como la emocional, la simbólica y la
cordial, pero sometidas a la razón instrumental que, desde entonces hasta
culminar en nuestro tiempo, asumió la hegemonía, razón a la vez creativa y
destructiva.
El
proceso de la mariposa nos ofrece una sugestiva metáfora. La mariposa no nace
mariposa. Es al principio un simple huevo que se transforma en una larva,
devoradora insaciable de hojas. Después se enrolla sobre sí misma en foma de
capullo (crisálida). Dentro de él, la natureza teje su cuerpo y lo pinta de
colores. Cuando todo está listo se rompe el capullo y surge una mariposa
espléndida.
Nosotros
estamos todavía en el estadio de larva y de capullo. Larva, porque día y noche
devoramos la naturaleza; capullo, porque estamos cerrados sobre nosotros
mismos, sin ver nada a nuestro alrededor.
¿Cuál
es nuestra esperanza? Que la razón rompa el capullo y surja como
razón-mariposa. Tal vez la situación actual de gran peligro fuerce el
nacimiento de la razón-mariposa. Ella revolotea por ahí, no es destructiva sino
cooperativa, pues poliniza las flores.
Estamos
todavía en génesis. No hemos acabado de nacer. Una vez nacidos, vamos a
respetar y a convivir con todos los seres. Habremos superado para siempre la
fase de larva y de capullo. Como mariposas seremos portadores de la razón
sensata que nos concede tener junto con la Tierra un futuro sin amenazas.
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