(Rom 16,1-2)
Yo soy Febe. Quizás no está bien que comience mi presentación diciendo que soy una de las pocas mujeres reconocida públicamente por Pablo como dirigente de una de las Iglesias cristianas. No era la única pero ahí ha quedado mi nombre como claro testigo de una realidad que hoy cuesta trabajo reconocer y acoger.
Soy la única persona de la literatura paulina que llevé una carta oficial (synhistémi) de recomendación. Pablo escribió esta carta a los Romanos hacia el año 55 y en ella se dice a la comunidad algunas cosas mías. En primer lugar se les pide que me acojan como conviene a los santos, ya que yo soy "hermana creyente". Pero, además, se les recomienda que me ayuden en todo lo que yo necesite.
Pablo en dos renglones (v.1-2) expone las razones para justificar este ruego: porque soy "diákono" y "prostatis".
Voy a hablarte de estas dos palabras que me definen porque, una vez más, algunas palabras se han traducido de diversa manera según el sujeto sea masculino o femenino.
De todos modos ya son hoy muchos los exégetas varones –y no sólo mujeres– que expresan con toda claridad que no se me puede negar el reconocimiento del papel de liderazgo que yo he realizado en la iglesia
Primero el título de "diákono".
¿Qué significa esta denominación? ¿Es un servicio cualquiera o un oficio estable? Las razones que apuntan los investigadores para considerarlo un oficio estable son las siguientes:
a) Pablo utiliza en este texto el participio "oysan" que, unido a un sustantivo, indica que se trata de un título estable.
b) El "kai" antes de "diákonos" está puesto para resaltar la palabra siguiente. Dice de mí no sólo que soy creyente sino además diácono. Este subrayado es también indicio de que se designa un ministerio específico.
c) El uso del genitivo (la iglesia de Centreas) es también significativo. Indica que se trata de un ministerio estable y reconocido de esa comunidad.
d) Cuando Pablo, en otras cartas, utiliza este mismo término de diakonos para referirse a sí mismo o a otro dirigente varón, los exégetas no dudan en traducirlo como "ministro" "diácono", "misionero" (Cf. Flp 1,1; 1Co3, 5,9; 2Co 6,1; 1Tes 3,2). Si con este término se designa a ministros de la Iglesia (Pablo, Apolo, Timoteo, Tìquio o Epafras) ¿por qué aquí va a tener un significado distinto por el mero hecho de que yo, mujer, sea el sujeto de esa denominación?
Todo ello hace que al fin se reconozca la verdad y es que yo, igual que otras mujeres y varones, hemos ejercido como "diákonos" en la Iglesia primitiva.
Esto quiere decir que yo era reconocida con la función oficial de ministra, misionera, predicadora oficial de la Iglesia de Cencreas y no "diaconisa" de las mujeres, título posterior de la Iglesia del siglo III y IV.
Pero Pablo no dice sólo que era diácono sino también que soy "prostatis" de muchos y también de él. ¿Qué significa este nombre?.
Antes de hacer un análisis de este término en las cartas de Pablo quiero que sepas que las últimas investigaciones sociológicas y el estudio de la antropología cultural van sacando a la luz datos hasta ahora desconocidos.
En la sociedad grecorromana eran frecuentes agrupaciones sociales y religiosas formadas sólo por mujeres. Éstas se reunían con frecuencia y llegaron a convertirse en fundadoras y patrocinadoras de asociaciones socialmente mixtas. Los cargos directivos en esas agrupaciones sociales y religiosas eran habitualmente elegidos por un tiempo determinado y su influencia era inferior a la del benefactor de la asociación con quien a menudo los miembros mantenían una relación de "protegido".
En este contexto hay que releer el nombre con el que Pablo me nombra: "prostatis".
Normalmente lo traducen como "ayudante", "protectora", como si sólo hubiese sido alguien que apoya económicamente a la comunidad y al propio Pablo. De nada ha servido que la literatura de la época dé al término la connotación de responsable, dirigente, presidente, gobernador. La mayoría de los estudiosos me han negado ese reconocimiento.
Como Pablo afirma en su carta que yo era "prostatis" de muchos y también de él mismo, los estudiosos han rechazado que ése sentido de dirigente, patrona, responsable pueda ser su significado en mi caso. Sin embargo en 1Tes 5,12 el verbo "prostatein" es utilizado para designar a una persona con autoridad en la comunidad y en 1Tim 3,4ss y 5,17 sirve para designar las funciones de obispo, diácono o anciano.Una vez más nos encontramos que un mismo término se traduce de manera distinta si el sujeto es un varón o una mujer.
Hoy ya son varios los estudios que reconocen que, en el contexto de la carta a los cristianos de Roma (Rom 16,2) la responsabilidad que Pablo me reconoce tiene que ver con mi liderazgo en el sentido jurídico de patrona (mujer que ejerce el patronazgo). Por tanto ya es hora de reconocer la verdad de mi responsabilidad y autoridad, que no se limitaba a la comunidad de Céncreas, sino que se extendía a otras muchas comunidades, incluso al mismo Pablo que mantenía conmigo una relación de protegido-protectora.
Quiero explicarte cuál era la función de las "patronas" en ni tiempo y en mi sociedad. Ésta no consistía únicamente en el apoyo económico y la hospitalidad de cara a los miembros de la comunidad, sino que también se me pedía que utilizase mi influencia y mis relaciones –cuando fuera necesario– para defender y proteger a la comunidad y cada uno de sus miembros.
De acuerdo con la "ley de reciprocidad" que regía el patronazgo grecorromano, Pablo pide a la comunidad de Roma que corresponda tratándome de acuerdo a la ayuda que he prestado no sólo a la comunidad, sino a él mismo que tenía conmigo una relación de "protegido".
Te cuento todo esto porque ya va siendo hora de que se haga justicia y se den a conocer los datos que están sacando a la luz, con mucho esfuerzo, mujeres biblistas, arqueólogas, filólogas dispuestas a reivindicar la verdad de nuestro protagonismo en la historia, también en la historia del cristianismo primitivo.
Ser diákono y prostatis no era un honor o un privilegio para mí, era una llamada al servicio de la comunidad. Tuve que dedicar mucho tiempo a pensar, planear, prepararme para ejercer bien esa función de liderazgo, pero sobre todo tuve que empeñarme seriamente en dejar que mis criterios, pensamientos, interpretaciones de la realidad, se fueran configurando al aire de Jesús. Era un trastrueque muy grande de valores, del modo de ver la vida, de abrirme a la realidad como él lo hizo, de aprender a nombrar lo real como él lo nombraba... es decir, tuve que ir dejando que mi cabeza se dejase alcanzar por el Espíritu de Jesús y me fuese configurando como hija y hermana.
Antes de terminar quiero decirte que yo utilicé todas mis capacidades mentales, toda mi inteligencia emocional, para dejarme trastocar por los criterios de Jesús, para servir, proteger y velar por la comunidad que tenia a mi cargo, como una manera de ser fiel al Nazareno y a la comunidad y poder así ser testigo de Jesús que había venido a servir no a ser servido.
¿Haces tú lo mismo?
¿Dejas al Espíritu de Jesús que trastrueque tus criterios, tu escala de valores, tu manera de interpretar la vida?.
Seas varón o mujer te hago una doble invitación: la primera, es abrir tu mente y tu corazón para dejarte configurar por los valores, criterios y perspectivas de Jesús el Señor; la segunda, es a unirte a mi acción de gracias a Dios por las posibilidades que en esa primera comunidad se nos dio a las mujeres. Te animo a seguir luchando y confiando para que, algún día, la Iglesia de Jesús vuelva a ser una comunidad de iguales.
Saludos a los hermanos y hermanas de vuestra comunidad.
FEBE.
Emma Martínez Ocaña
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