Domingo
XXI del tiempo ordinario
– Ciclo B 2012
Pbro. Diego fenoglio
“¿También ustedes quieren irse?”
El
pueblo debe aceptar su nueva identidad teológica, social, cultural. Es
fundamental identificar al Dios del Éxodo: el que ve la opresión del pueblo, el
que oye el griterío de dolor y conoce sus sufrimientos, el que está decidido a
bajar para librarlo del poder de los opresores (Ex 3,7-8). El Dios de sus
Padres, el Dios de la Historia. El
corazón de esta alianza es la fe común en este Dios de los pobres. Pero supone
también, identificar a los dioses »extraños» a los dioses cananeos y egipcios,
imágenes corrompidas de Dios, que generan esclavitud; un sistema de impuestos,
una vida de esclavos, una religión opresora. Cambiar esos dioses por el Dios
del Éxodo, fundando una sociedad de leyes para la vida, de reparto de la
tierra, de culto nuevo basado en la pascua es el tema central de esta gran
asamblea de Josué en Siquem.
Cuando Jesús propuso su proyecto a sus seguidores,
muchos se sintieron desanimados y se dijeron: “Esto que dice es muy difícil de
aceptar; ¿quién puede hacerle caso?” Y por esto, “muchos de los que habían
seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él. Jesús les preguntó a los
doce discípulos: ¿También ustedes quieren irse? Simón Pedro le contestó: –
Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Nosotros
ya hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. La invitación de
Jesús no es fácil y muchas veces tendremos deseos de volver atrás. En los
momentos más difíciles de nuestra propia vida, necesitaremos llenarnos de valor
para responder, como Pedro, “Señor, ¿a quién podemos ir? Tu tienes palabras de
vida eterna”.
La palabra de Jesús nos desestabiliza, nos
desquicia y nos lleva a cuestionar la vida diaria. A veces, incluso, decimos como
los discípulos. «Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?
No obstante, si queremos seguir a Jesús, la única respuesta posible es un «sí»
rotundo, decidido y generoso. Queremos seguirlo y queremos ser como él, ¡Qué
útil sería examinar nuestras eucaristías...! :
v
¿Generan un
«movimiento de Jesús» en dirección hacia la Utopía solidaria de lo que Él
llamaba Reino?
v
¿Van cambiando
nuestro modo de pensar y actuar?
v ¿Nos hacen capaces de identificar las otras
presencias del Dios entre los desheredados de la vida?
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