viernes, 24 de agosto de 2012


Domingo XXI del tiempo ordinario 
– Ciclo B 2012
Pbro. Diego fenoglio

“¿También ustedes quieren irse?”


El pueblo debe aceptar su nueva identidad teológica, social, cultural. Es fundamental identificar al Dios del Éxodo: el que ve la opresión del pueblo, el que oye el griterío de dolor y conoce sus sufrimientos, el que está decidido a bajar para librarlo del poder de los opresores (Ex 3,7-8). El Dios de sus Padres, el Dios de la Historia. El corazón de esta alianza es la fe común en este Dios de los pobres. Pero supone también, identificar a los dioses »extraños» a los dioses cananeos y egipcios, imágenes corrompidas de Dios, que generan esclavitud; un sistema de impuestos, una vida de esclavos, una religión opresora. Cambiar esos dioses por el Dios del Éxodo, fundando una sociedad de leyes para la vida, de reparto de la tierra, de culto nuevo basado en la pascua es el tema central de esta gran asamblea de Josué en Siquem.

Cuando Jesús propuso su proyecto a sus seguidores, muchos se sintieron desanimados y se dijeron: “Esto que dice es muy difícil de aceptar; ¿quién puede hacerle caso?” Y por esto, “muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él. Jesús les preguntó a los doce discípulos: ¿También ustedes quieren irse? Simón Pedro le contestó: – Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Nosotros ya hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. La invitación de Jesús no es fácil y muchas veces tendremos deseos de volver atrás. En los momentos más difíciles de nuestra propia vida, necesitaremos llenarnos de valor para responder, como Pedro, “Señor, ¿a quién podemos ir? Tu tienes palabras de vida eterna”.

La palabra de Jesús nos desestabiliza, nos desquicia y nos lleva a cuestionar la vida diaria. A veces, incluso, decimos como los discípulos. «Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso? No obstante, si queremos seguir a Jesús, la única respuesta posible es un «sí» rotundo,  decidido y generoso. Queremos seguirlo y queremos ser como él, ¡Qué útil sería examinar nuestras eucaristías...! :

v ¿Generan un «movimiento de Jesús» en dirección hacia la Utopía solidaria de lo que Él llamaba Reino?
v ¿Van cambiando nuestro modo de pensar y actuar?
v  ¿Nos hacen capaces de identificar las otras presencias del Dios entre los desheredados de la vida?






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