Pbro. Diego Fenoglio
Solemnidad
de la Ascensión – Ciclo C 2013
“Ustedes deben dar testimonio de estas cosas”
En cada circunstancia de nuestra
vida, tenemos que descubrir la mejor manera de dar testimonio del Señor. No
siempre es fácil. Ya sea porque es más cómodo asumir actitudes distintas a las
que se esperan de un seguidor del Señor, o porque nuestras limitaciones y
nuestro pecado nos hacen incapaces para responder con amor, con perdón, con
misericordia. Es especialmente difícil dar testimonio de las cosas de Dios
delante de los que tenemos más cerca. Ellos nos conocen y saben muy bien dónde
nos aprieta el zapato.
Dice Galeano en
uno de sus relatos:
Los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la cabeza
del vencido. La cortan y la reducen, hasta que cabe en un puño, para que el
vencido no resucite. Pero el vencido no está del todo vencido hasta que le
cierran la boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás se pudre.[1]
Muchos hombres y mujeres, a lo
largo de la historia de la
Iglesia , han dado testimonio de las cosas de Dios, con su
propia vida. A nosotros tal vez no se nos pida tanto. Pero, ciertamente,
podemos escoger el camino fácil de pasar agachados cuando los demás esperan de
nosotros un comportamiento coherente con nuestra vida cristiana, o asumir las consecuencias
que trae el ser discípulos de un maestro que estuvo dispuesto a dar su vida por
los demás, antes de apartarse del camino que Dios, su Padre, le señalaba.
El Señor nos dejó como sus
representantes aquí en la tierra para continuar su obra en medio de nuestras
familias y de la sociedad en la que vivimos. Pidámosle que en los momentos
clave, seamos capaces de responder como él lo espera. Porque, aunque algunos no
lo crean, la diferencia sí se nota...
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