jueves, 2 de mayo de 2013


José Alegre:
 "Que despierte una nueva primavera, que tiene que ser diferente"






"Muchas personas significativas a nivel eclesial general, en estos años, ciertamente, no han ayudado, e incluso han frenado o impedido que una energía espiritual y eclesial llegase al pueblo". El abad de Poblet, José Alegre, reflexiona en esta entrevista a RD sobre el nuevo tiempo en la Iglesia de Francisco. El religioso reconoce su "sorpresa" ante la designación de Bergoglio, y considera que es deseable "que despierte una nueva primavera" en la Iglesia, "que tiene que ser diferente" de lo anterior.


Vista desde su monasterio, ¿la elección del papa Francisco ha sido una 'sorpresa'?

Es evidente que también nos "alcanzó" esa sorpresa, generada, de alguna manera, por las "apuestas" de los medios de comunicación que tienen que informar, vender... y que se mueven por los caminos del razonamiento más lógico. Pero los creyentes también debemos tener claro que Dios tiene su lógica que no coincide con la nuestra. Y que Él siempre nos sorprende. Ya, en este terreno de la elección de nuevo Papa, ha sorprendido más de una vez. Pero somos olvidadizos. Y quizás este olvido lo provoca nuestro temor a la "novedad" de Dios. "Novedad" que el Papa Francisco nos ha invitado a acoger sin temor. Y como siempre esta elección, en unos, despierta entusiasmo, y en otros rechazo. Pero este camino lo empezó ya el mismo Cristo, y continuará así hasta la consumación del mundo. Esperemos que no venga una nueva crucifixión.



¿Una sorpresa posibilitada (¿auspiciada, también?) por la renuncia del Papa Ratzinger?

Es evidente. Pero esta evidencia pone de relieve algunos puntos importantes en la vida eclesial. El valor del Papa Benedicto, que más que valor o coraje humano lo llamaría confianza plena en el Señor, amor a la Iglesia. Es otra "novedad" que uno tiene la impresión que es suscitada por una fe profunda y profundo amor a Dios. "Novedad" que no es compartida por aquella porción crítica que desconocen los caminos de ese Dios Amor. Incluso dentro de la Iglesia. Deberían aprender, por lo menos, que el amor es imaginativo. Que siempre guarda la capacidad de abrir mil caminos. Es bueno que sea así para neutralizar la dureza de quienes cierran caminos, al precio que sea. Pero la dureza de quienes desconocen los senderos del amor, con suma dificultad se dejan neutralizar.



¿Hay criterios humanos (amén de los espirituales: asistencia del Espíritu), para explicar como una institución que había tocado fondo en credibilidad e influencia social, en pocas semanas, consigue recuperar su imagen pública y publicada?

Estoy de acuerdo en que la institución había perdido credibilidad e influencia, no tengo tan claro que hubiera llegado a tocar fondo; como también pondría entre interrogantes en lo de una recuperación de imagen... Es evidente que hay criterios humanos para explicar estos altibajos de una institución, en este caso de la Iglesia, que yo pondría fundamentalmente en la dimensión del servicio a la persona humana, a la sociedad. Un servicio que debe estar en la línea de unas aspiraciones del corazón humano... También en la línea de lo que nos exige el amor de Dios a los creyentes. En estos momentos, en nuestra sociedad no es fácil la receptividad al mensaje de la Iglesia; hay otros valores que están disputando con fuerza a la Iglesia ese servicio a la sociedad. 
Me inclino a no quedarme en unos meros criterios humanos; o, en todo caso, con un criterio profundamente humano que abrace también lo espiritual. 
La Iglesia no debe buscar influencia ni apostar por una buena imagen. Más bien, los hombres de Iglesia debe estar preocupados por una tensión hacia una fidelidad evangélica, encarnar estos valores y servirlos con sencillez, desde el convencimiento de que esto es positivo y necesario para la persona humana, y que esta persona no siempre va a aceptar. La Iglesia, en una sociedad desorientada, debe vivir con mucha generosidad el valor de la compasión, valor profundamente evangélico, el valor del servicio desinteresado y sin medida.
Diría también que el prestigio o decadencia de una institución sube y baja en razón de la actuación de una persona significativa de dicha institución, es cierto; pero esto es un flash momentáneo; es preciso que a continuación la institución tome conciencia de que una persona sola no es la institución; en todo caso la actuación de una persona puede ser, yo creo que lo es, una llamada seria a una fidelidad evangélica en el servicio a la sociedad a quienes somos miembros de esta institución eclesial para hacer más creíble el testimonio de esa persona significativa, en este caso el Papa Francisco.



¿A qué se debe el "éxito" del Papa Francisco?

A una sencillez que abre paso a una vibración sencilla y auténtica de su corazón. Una sencillez que muestra un deseo vivo de acoger, de asumir el dolor, la preocupación.... del hombre de hoy. Cuando se va con el corazón en la mano, se encuentra acogida en muchos que están con esta nostalgia de ser escuchados... Yo creo que está viviendo con profundidad y generosidad esa compasión evangélica, a la que me refería antes. Pero yo espero a que pase el "éxito" y llegue la "normalidad", lo que debería ser normal en esta sociedad el servicio de una vida evangélica.



¿Coincide en el análisis que sostiene que el Concilio estuvo congelado, el menos en parte durante décadas, y que es hora de revitalizarlo y aplicarlo de verdad, no sólo retóricamente?

Empecé a vivir mi fe unos años antes del concilio, en la juventud; luego tuve la suerte en el Seminario, ya en el desarrollo del Concilio, de recibir la enseñanza de varios profesores que vivían el espíritu de renovación conciliar, y durante mis 25 años de sacerdocio parroquial, nunca tuve el sentimiento de una frustración, no tengo la impresión de haberlo vivido "congelado". Esto, a nivel personal; pero también vendría a coincidir que en otros aspectos, a nivel eclesial más amplio y general, no se ha respondido a las expectativas.
El mismo papa Francisco ha comentado en una homilía reciente: "El Espíritu Santo no es domesticable. El Concilio Vaticano II es una hermosa obra del Espíritu Santo. Después de 50 años ¿hemos hecho todo lo que nos dijo el Espíritu Santo, en esa continuidad en crecimiento de la Iglesia que fue el Concilio? No. Celebramos este aniversario casi levantando un monumento al Concilio, pero nos preocupamos sobre todo de que no dé fastidio. No queremos cambiar. Es más, existen voces que quieren retroceder. Esto se llama querer domesticar al Espíritu Santo, esto se llama convertirse en necios y lentos de corazón. No se puede domesticar el Espíritu Santo, porque Él es Dios, y Él es el viento que va y viene, y tú no sabes de dónde. Es la fuerza de Dios; es quien nos da la consolación y la fuerza para seguir adelante" (Obs. Ro. 13 Abril 2013)
Muchas personas significativas a nivel eclesial general, en estos años, ciertamente, no han ayudado, e incluso han frenado o impedido que una energía espiritual y eclesial llegase al pueblo. En ocasiones, creemos ser "guardianes de la honra de Dios", cuando olvidamos, pobres criaturas, que el único guardián es Él.
Hay aspectos del concilio que están vigentes, vividos en la vida de la Iglesia, otros no, pero no debemos mirar atrás. Hoy tenemos problemas que no se tenían en el pasado, entonces creo que lo que procede hacer es asumir la riqueza de la tradición recibida, vivida o no vivida, asumir la sabiduría evangélica, y mirar con ojos benévolos a la sociedad y al hombre de hoy. Y si consideramos que los retos son fuertes, quizás lo que procedería sería otro concilio, o bien ser fieles a esa fuerza de Dios que mediante el Espíritu nos pide ir hacia adelante. El Reino siempre está delante y pedimos que venga; que no que nos vuelva a alcanzar un Concilio pasado, que para muchos es totalmente desconocido, o solamente conocido en cómo se está hoy viviendo en la vida eclesial, lo cual quizás requiera otros planteamientos nuevos, que no volver a repetir la "letanía del Concilio olvidado...



¿Se palpa en el pueblo de Dios y en la Iglesia en general una ilusión parecida a la de la "primavera" conciliar del Papa Bueno?

Es posible. No tengo un contacto asiduo, o no estoy inmerso en el ambiente habitual para una correcta percepción. Pero yo creo que cada "primavera" es distinta. Y no digamos, si se trata de una "primavera de Dios". Recordar otras primaveras, es la tentación de mirar atrás. De primaveras pasadas hay frutos, hubo más o menos frutos, pero los hubo; tomemos nota de la sabiduría que nos ofrecen esos "frutos pasados", y miremos con esperanza hacia el futuro, y trabajemos para que despierte una nueva primavera. Que tiene que ser diferente.



¿Cuál es, a su juicio, la reforma más urgente del Papa Francisco?

Seguir el camino que ya ha iniciado él, vivir la fe de cada día con sencillez, inmerso en la sencillez y en las preocupaciones del pueblo creyente, y de toda la humanidad. Vivir nuestra fe con fidelidad, pero con una gran dosis de humanidad. Encarnar de cara a la sociedad un gran amor, el valor evangélico de la compasión, de la solidaridad, del servicio...
Luego, se hace referencia a reformas de profundo calado social y eclesial. Curia, finanzas... Aquí hay una problemática cuya hondura se me escapa, pero a juzgar por lo que se escucha y se lee, parece ser que es necesaria una proyección más pastoral, no sólo de la Iglesia universal, sino también a nivel de Conferencias episcopales con Roma. Una mayor descentralización...



 ¿Le dejarán hacer ésa y otras reformas pendientes?

Si se le critica ya alguna de sus posiciones sencillas de sentido común y eclesial, pues calcula lo que puede pasar con las otras reformas pastorales más urgentes, cuando hay deficiencia de sentido eclesial... Pero creo que debemos tener confianza en la presencia del Espíritu.



En cierto sentido, ¿la Vida religiosa recupera el timón de la institución?

Si esta pregunta viene por el hecho de ser un Papa religioso, jesuita, qué duda cabe que sería de desear que su autoridad dejase una impronta en la vida religiosa, que fuera un impulso de cara a una purificación y fidelidad en las diferentes familias religiosas, de modo que la Iglesia se enriqueciese con la aportación de los diferentes carismas.



¿Cuándo y cómo se notará en la Iglesia española el cambio de aires romano?

La próxima generación...



¿Cómo podemos arrimar el hombro y ayudar al Papa Francisco?

En la vida religiosa siendo fieles a nuestro carisma. Dejando hacer su obra a Dios. Quizás empezando por olvidarnos poco a poco de las anécdotas de cambio, y acoger sus enseñanzas, reflexionar sobre su mensaje, y hacer nuestra, también, su inquietud pastoral. 



¿La vida monástica está llamada a perdurar, a pesar de la escasez de vocaciones?

A perdurar y a hacer un gran servicio a la Iglesia y a la sociedad. Pero esto no depende de la secularización de hoy, ni de la escasez o no de vocaciones, sino de un Dios que quiere ser buscado por los hombres, y de un Dios que se deja encontrar de quien le busca. La vida monástica se mueve por este terreno de búsqueda. Lo cual pone de relieve que el futuro de la vida monástica depende de ella misma: ser fiel a lo que es: una búsqueda de Dios, que necesita el hombre para saciar su sed. Los valores monásticos son importantes para la vida del hombre de hoy y de la misma sociedad.



¿La gente que se acerca a Poblet tiene sed de espiritualidad, sed de Dios?

A Poblet viene la gente por distintas motivaciones: turismo, descanso, espiritualidad, sed de Dios...

Habría que afirmar que la gente que se acerca a la vida monástica de Poblet, y a cualquier otra comunidad monástica tiene sed de Dios. Por aquí, hay que considerar asimismo el impacto que está suscitando en el mundo el papa Francisco. Pero este es un impacto que no puede quedar reducido a su persona, sino que él se tiene que sentir arropado por nuestro testimonio. El hombre tiene sed de Dios, y al final percibe si sacia esta sed o no. Es decir, con otras palabras, que hemos de cuidar la calidad del "agua" que damos para saciar la sed



¿Cómo rezar en el mundo de hoy, sin tiempo, sin silencio y sin sosiego?

No es fácil. Incluso en la vida religiosa, sobre todo cuando es una vida religiosa activa. Evidentemente se necesita tiempo, se necesita silencio, se necesita sosiego... pero ya no solo para rezar, sino para vivir. Quizás lo que nos puede y debe poner en el buen camino es la abertura de corazón. El corazón es el centro de la vida, la fuente. Hay que cuidar el corazón en la soledad de uno mismo, en la relación con los demás, pues la plegaria tiene mucho que ver con lo que entra y sale del corazón. Por lo menos un punto importante es no perder el DESEO. El deseo, dice san Agustín, ya es plegaria. En esta sociedad en crisis, económica, social, religiosa.., una abertura solidaria a la persona, nos puede ayudar a despertar el deseo, y acercarnos a un horizonte de plegaria.

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