Pbro. Gabriel Martín Ghione
Solemnidad de
la Ascensión del Señor
Testimonio
El hecho de la Ascensión de Jesús no significa para los
cristianos que Dios se encierra en su divinidad trascendente sino que se hace
presente de una manera distinta entre nosotros.
¿Todavía miramos al cielo?
El reproche que los hombres
vestidos de blanco hacen a los apóstoles claramente nos las pueden hacer. Luego
de cerca de dos mil años no hemos podido entender que Dios se deja encontrar no
cuando miramos hacia arriba sino hacía el costado. Jesús se hace presente en
medio de la comunidad cristiana cuando esta asume la misión que recibió y
testimonia con su vida y palabras la Buena Noticia del Reino. Nosotros tenemos
que ser testigos de la nueva mentalidad que Cristo nos trae, de los valores
siempre nuevos que nos presenta y del estilo de vida que desafía.
Ser testigos hoy significa tener un corazón y una mente
abierta a todos los hombres. Como cristianos hemos perdido mucho tiempo y
esfuerzo tratando de comunicar y “preservar” doctrinas, ideas que nos alejan de
los demás, que separan justos de pecadores, que alejan. Es importante recuperar
el testimonio de cercanía de Jesús, de colocar ante todo la persona, de
provocar encuentro antes que comunicar criterios morales o leyes.
Como cristianos acentuamos muchas veces los méritos al don
de Dios, a la gratuidad de su Evangelio. Pensamos desde lugares y puestos,
evaluamos ciertos criterios morales en detrimento de otros: así si uno es
divorciado, juntado, concubino es un pecador que no podemos admitirlo a ciertos
servicios; pero somos totalmente indiferentes si las personas son avaras,
arribistas, difamadoras, especuladoras o manipuladoras. Parece ser que hemos
perdido la centralidad de criterios evangélicos para fijarnos en la moralidad
sexual. Debemos recuperar la pastoral de la escucha y comprensión, una pastoral
que supere las apariencias para centrarse en el corazón, ser testigos hoy
significa también romper esquemas que nos hacen pensar desde mayores o menores
puestos, desde más o menos cristianos, que nos hacen considerar ciertos
servicios como lugares de poder, prestigio y de hasta “carrera” para colocar
como mayor solo aquel que vive desde el servicio.
También nos hemos enquistado, encerrados en nuestros mundos imaginarios
nos olvidamos de salir al encuentro. Hemos desplazado la misión en su carácter
universal a un tenue compromiso individualista. Debemos salir de la sacristía
en busca de nuestros hermanos, vencer nuestros miedos, abrirnos a lo
desconocido y ser capaces de preferir esos lugares en los que la Iglesia puede
ensuciarse por la “junta”. Después de todos si nos dicen que nos juntamos con
pecadores sería repetir lo que le paso a Jesús: más triste es que nos asocien
con hipócritas fariseos.
El testimonio es necesario por parte de todos, hay que
asumir con valentía un nuevo rol del laico en la Iglesia, hay que abrir puertas
y ventanas desclericalizando estructuras desde un compromiso lucido, valiente y
comunional. Son muchos los desafíos que tenemos por delante para ser más
testigos y menos modelos. Todos necesitamos testigos que nos transmitan que la
Buena Noticia cambió su forma de vivir y valorar, nadie necesita un modelo que
repetir porque dejamos de ser únicos e irrepetibles para ser una producción en
serie.
Que el envío de Jesús nos movilice a ser testigos valientes
en medio de la Iglesia y el mundo.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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