Pbro. Diego Fenoglio
INMACULADA CONCEPCIÓN
En la primera lectura es muy razonable que debamos desmitologizar muchas
cosas del relato, pero eso no quiere decir que esté falto de sentido. Es verdad
que hoy no podemos concebir que el "pecado original" consista en
comer o no comer de un árbol prohibido. Pero el relato deja ciertas pistas que
son elocuentes: el ser humano, quiere absolutizar su vida, quiere absolutizarse
a sí mismo y apoderarse de lo creado como un ser divino, prescindiendo del Dios
creador. A la vez, la "experiencia de alteridad" se muestra en que el
otro es peor que yo; esto sí que explica muchos males en la historia de la
humanidad. Así comienza un camino de despropósitos…El mal siempre ha sido
descrito míticamente. Pero en realidad el mal lo hacemos nosotros y lo
proyectamos al que está frente de nosotros, especialmente si es más débil,
según la una visión cultural equivocada. ¿Quién podrá liberarnos de ello?
Siempre se ha visto en este texto una promesa de Dios; una promesa para que
podamos percibir que el mal lo podemos vencer, sin proyectarlo sobre el otro,
si sabemos amar y valorar a quien está a nuestro lado; en este caso el hombre a
la mujer y la mujer al hombre.
El evangelio de la "Anunciación" es, sin duda, el reverso de la
página del Génesis. Cuando Dios quiere actuar de una forma nueva,
extraordinaria e inaudita para arreglar este mundo que han manchado los
poderosos, entonces es la mujer la que se abre a Dios y a la gracia…En el
Génesis, los comienzos de la "historia" de la humanidad se manchan de
orgullo y de miedo, de acusaciones y de despropósitos. Aquí, en los comienzos
del misterio de la "encarnación", lo maternal es la respuesta a la
gracia y abre el camino a la humanización de Dios…María, con la valentía que
sólo tienen los verdaderamente humildes, escucha el mensaje de Dios. María no
intenta huir de su responsabilidad. Pregunta cómo será ese milagro, pero no
intenta en ningún momento “culpar” a nadie. En definitiva ella libremente será
la que acoja su historia. Esta diferencia entre los dos textos ya nos marca el
momento de nueva creación que conmemoramos en la fiesta de la Inmaculada. María
se convierte así en el modelo del
creyente y de la Iglesia.
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