jueves, 6 de diciembre de 2012


Pbro. Jorge Trucco
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
PREPAREMOS EL CAMINO EN NUESTRA HISTORIA CONCRETA

Bar 5,1-9: 
"...hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios"
Flp. 1,4-6: 
"Pido por ustedes... pensando en la colaboración que prestaron la difusión del Evangelio"
Lc 3,1-6: 
"Una voz grita en el desierto: «preparen el camino del Señor»".


En este segundo domingo de Adviento la Palabra relaciona el tiempo de expectativa con el caminar de los pueblos, de la humanidad en su conjunto y de cada comunidad en particular.

Podemos mirar a Jesús desde distintos puntos de vista, y así lo ha hecho la Iglesia a lo largo de la historia: fórmulas abstractas (engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre…); a través del culto, a veces se torna individualista…; a través de la experiencia mística interior (a veces cargada de sentimentalismo)…  Todos estos puntos de vista tienen que ser complementados con aquel que los Evangelios consideran el fundamental: la PALABRA DE DIOS SE HA ENCARNADO EN LA HISTORIA DE LOS HOMBRES.

Subrayar el carácter histórico de la encarnación significa que Jesús vivió la historia de los hombres, con todas sus ambivalencias: los dominadores romanos (Tiberio), los usurpadores y vende patria (Herodes), las clases dominantes internas: fariseos y saduceos (Anás y Caifás).  Los cristianos no seguimos a un fantasma o a una idea romántica, teológica, moralizante o revolucionaria... Seguimos a una persona que también vivió la tensión entre pesimismo y esperanza, tuvo amigos y traidores. ESTE CARACTER HISTORICO ES EL SELLO DEL CRISTIANO.

Hay muchas cosas que no es que impidan que Dios venga sino que llegue a nosotros. AL REINO NO LO HACEMOS NOSOTROS, PERO PONEMOS CONDICIONES PARA QUE SE IMPLANTE ENTRE NOSOTROS.

Juan Bautista, profeta precursor de Jesús, fue hijo de un “mudo” (pueblo en silencio) que renunció al “sacerdocio” (a los privilegios de la herencia), y de una “estéril” (fruto del Espíritu). Le “vino la palabra” estando apartado del poder y en el contacto con la bases, con el pueblo. La palabra siempre llega desde el desierto (donde sólo hay palabra) y se dirige a los instalados (entre quienes habitan los ídolos) para desenmascararlos. La palabra profética le costó la vida a Juan. La salvación viene en la historia (nuestra historia se hace historia de salvación), con una condición: la conversión (“preparen el camino del Señor”).

Una su abuela bordaba hermosos manteles. Cuenta su nieto: “cuando era niño me quedaba junto a ella las tardes enteras charlando mientras sus hábiles manos danzaban en perfecta armonía con los hilos y las telas. Su estado de ánimo variaba dependiendo del día. A veces estaba alegre y conversadora; otras lucía seria y silenciosa. Y de vez en cuando se quejaba más de la cuenta. Sin embargo siempre, sin importar el día, bordaba con la misma mística. Frecuentemente la encontraba en su silla, dormitando, con la cabeza inclinada levemente hacia adelante, pero aferrada con firmeza a su tejido. Durante semanas sus bordados me parecían extraños y confusos, mezclaba hilos de distintos colores y texturas, que se veían en completo desorden. Cuando le preguntaba qué estaba tejiendo o bordando, sonreía y gentilmente me decía: –Tené paciencia, ya lo verás. Al mostrarme la obra terminada, me percataba que donde había habido hilos de colores oscuros y claros, resplandecía bordada una linda flor o un precioso paisaje. Lo que antes parecía desordenado y sin sentido, se entrelazaba creando una hermosa figura. Me sorprendía y le preguntaba: –Abuela, ¿cómo lo hacés? ¿Cómo podés tener tanta paciencia? –Es como la vida –respondía–. Si te fijás en la tela y en los hilos en su estado original, se asemejarán a un caos, sin sentido ni relación, pero si recordás lo que estás creando, todo tendrá sentido”.

Juan le enseñó a la gente a reconocer, entre los hilos y las telas de una historia confusa, la presencia del Emmanuel, es decir, del Dios con nosotros, que se hizo historia y sangre, pueblo y cultura, súplica y grito de protesta, en el vientre de María, la Virgen fecunda, la llena de Gracia.

La misión del profeta cristiano es cuestionar los “sistemas” contrarios al Espíritu, defender a toda persona atropellada y a todo pueblo amenazado, alentar esperanzas en situaciones dramáticas y promover la conversión hacia actitudes solidarias. El adviento se juega en la vida no en las palabras, por más religiosas que  sean...No se trata de recetas o fórmulas mágicas. Ser cristianos en el siglo XXI significa TRABAJAR ARDUAMENTE EN ALLANAR EL CAMINO... PORQUE LAS PALABRAS PUEDEN REPETIRSE PERO LA VIDA NUNCA PUEDE SER REPETIDA.

EN EL DESIERTO: personas atropelladas, pueblo amenazado, situaciones dramáticas…
PREPAREMOS EL CAMINO: defendiendo al pobre, alentando la esperanza, promoviendo la conversión hacia la solidaridad…

Adviento no es un tiempo "para ver si llega la salvación de Dios".
Dios viene, la cuestión es  que  preparemos  el camino para que llegue a nosotros.

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