Pbro. Jorge Trucco
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO
PREPAREMOS EL
CAMINO EN NUESTRA HISTORIA CONCRETA
Bar 5,1-9:
"...hasta nivelar la tierra, para que
Israel camine seguro bajo la gloria de Dios"
Flp. 1,4-6:
"Pido por ustedes... pensando en la
colaboración que prestaron la difusión del Evangelio"
Lc 3,1-6:
"Una voz grita en el desierto: «preparen
el camino del Señor»".
En
este segundo domingo de Adviento la Palabra relaciona el tiempo de expectativa
con el
caminar de los pueblos, de la humanidad en su conjunto y de cada
comunidad en particular.
Podemos mirar a Jesús desde distintos puntos de vista, y así lo ha hecho la Iglesia a lo largo de la historia:
fórmulas abstractas (engendrado, no
creado, de la misma naturaleza del Padre…); a través del culto, a veces se torna individualista…; a través de la experiencia mística interior
(a veces cargada de sentimentalismo)… Todos
estos puntos de vista tienen que ser complementados con aquel que los
Evangelios consideran el fundamental: la PALABRA DE DIOS SE HA ENCARNADO EN LA
HISTORIA DE LOS HOMBRES.
Subrayar el carácter
histórico de la encarnación significa que Jesús vivió la historia de
los hombres, con todas sus ambivalencias: los dominadores romanos (Tiberio),
los usurpadores y vende patria
(Herodes), las clases dominantes internas: fariseos y saduceos (Anás y
Caifás). Los cristianos no seguimos a un fantasma o a una idea romántica,
teológica, moralizante o revolucionaria... Seguimos
a una persona que también vivió la tensión entre pesimismo y esperanza, tuvo
amigos y traidores. ESTE CARACTER HISTORICO ES EL SELLO DEL CRISTIANO.
Hay muchas cosas que no
es que impidan que Dios venga sino que llegue a nosotros. AL REINO NO LO HACEMOS NOSOTROS,
PERO PONEMOS CONDICIONES PARA QUE SE IMPLANTE ENTRE NOSOTROS.
Juan Bautista, profeta precursor de Jesús, fue hijo de un “mudo”
(pueblo en silencio) que renunció al “sacerdocio” (a los privilegios de la herencia), y de una “estéril” (fruto del Espíritu). Le “vino la palabra” estando apartado del poder y en
el contacto con la bases, con el pueblo. La palabra siempre llega desde el
desierto (donde sólo hay palabra) y se dirige a los instalados (entre quienes
habitan los ídolos) para desenmascararlos. La palabra profética le costó la vida a Juan. La salvación viene en
la historia (nuestra historia se hace historia de salvación), con una
condición: la conversión (“preparen el camino del Señor”).
Una
su abuela bordaba hermosos manteles. Cuenta su nieto: “cuando era niño me
quedaba junto a ella las tardes enteras charlando mientras sus hábiles manos
danzaban en perfecta armonía con los hilos y las telas. Su estado de ánimo
variaba dependiendo del día. A veces estaba alegre y conversadora; otras lucía
seria y silenciosa. Y de vez en cuando se quejaba más de la cuenta. Sin embargo
siempre, sin importar el día, bordaba con la misma mística. Frecuentemente la
encontraba en su silla, dormitando, con la cabeza inclinada levemente hacia
adelante, pero aferrada con firmeza a su tejido. Durante semanas sus bordados
me parecían extraños y confusos, mezclaba hilos de distintos colores y
texturas, que se veían en completo desorden. Cuando le preguntaba qué estaba
tejiendo o bordando, sonreía y gentilmente me decía: –Tené paciencia, ya lo
verás. Al mostrarme la obra terminada, me percataba que donde había habido
hilos de colores oscuros y claros, resplandecía bordada una linda flor o un
precioso paisaje. Lo que antes parecía desordenado y sin sentido, se
entrelazaba creando una hermosa figura. Me sorprendía y le preguntaba: –Abuela,
¿cómo lo hacés? ¿Cómo podés tener tanta paciencia? –Es como la vida
–respondía–. Si te fijás en la tela y en los hilos en su estado original, se
asemejarán a un caos, sin sentido ni relación, pero si recordás lo que estás
creando, todo tendrá sentido”.
Juan le enseñó a la
gente a reconocer, entre los hilos y las telas de una historia confusa, la
presencia del Emmanuel, es decir, del Dios con nosotros, que se hizo historia y sangre, pueblo y
cultura, súplica y grito de protesta, en el vientre de María, la Virgen fecunda, la llena de
Gracia.
La misión del profeta cristiano es cuestionar los “sistemas”
contrarios al Espíritu, defender
a toda persona atropellada y a todo pueblo amenazado, alentar esperanzas en situaciones dramáticas y promover la conversión hacia actitudes solidarias. El adviento se juega en la vida no en las palabras, por más religiosas que sean...No se trata de recetas o fórmulas mágicas. Ser
cristianos en el siglo XXI significa TRABAJAR ARDUAMENTE EN ALLANAR EL
CAMINO... PORQUE LAS PALABRAS PUEDEN REPETIRSE PERO LA VIDA NUNCA PUEDE SER REPETIDA.
EN
EL DESIERTO: personas atropelladas, pueblo amenazado, situaciones
dramáticas…
PREPAREMOS
EL CAMINO: defendiendo al pobre, alentando la
esperanza, promoviendo la conversión hacia la solidaridad…
Adviento no es un tiempo "para ver si llega la salvación de
Dios".
Dios viene, la cuestión es
que preparemos el camino para que llegue a nosotros.
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