viernes, 28 de diciembre de 2012


Homilía I Domingo de Navidad 
“Sagrada Familia”
Pbro. Gabriel Martín Ghione


El Domingo posterior a la Navidad, la liturgia nos presenta para celebrar la Sagrada Familia. Las oraciones de esta misa nos orientan en el sentido de vivir las virtudes domésticas (colecta), edificar la familia sobre el Don de Dios-gratuidad (ofrendas) y vivir la comunión (post comunión).


Desde siempre la familia fue muy apreciada por todos aquellos que quieren vivir la fe. La familia se experimenta como un don y un desafío-tarea. La vivencia de las relaciones en el seno de la familia pueden variar y cambiar de acuerdo a los tiempos y la culturas, sin embargo hay un humus vital para el cristianos que permanece y que le ayuda a realizarse como persona y al crecimiento del grupo familiar.


En la primera lectura nos mostraba la vivencia de Ana, Elcaná y Samuel. Ana ofrece al Señor lo más precioso: su único hijo. Podemos considerar como una decisión arbitraria y egoísta por parte de Ana, sin embargo ella entrega al niño lo que considera como lo más importante y ofrece, aún a pesar del sacrificio de desprenderse de él, lo que era más valioso para ella. Consagra a su hijo al Señor porque Dios tiene en el corazón de Ana el primer lugar. En la vivencia familiar también los padres deben ser capaces de ofrecer a los hijos aquellos valores que deben ocupar el primer lugar, aun cuando implique sacrificios y desprendimientos. Poner límites es necesario pero lo fundamental es educar en una libertad responsable, en una libertad que haga de la persona conductora de su propia vida, protagonista de su historia, una persona capaz de tomar decisiones desde los valores fundamentales del amor, el bien, la verdad, justicia y solidaridad. La verdadera educación se inicia desde el testimonio y la cotidianeidad, desde los fundamentos que cimientan nuestro obrar. Podemos decir que la educación familiar es una realidad sacramental: un comportamiento o acto que es explicado e iluminado por la palabra.


El episodio evangélico tiene como trasfondo de interpretación la Pascua de Jesús. Sin querer forjar el significado y teniendo una mirada del episodio narrado en sí, sirve para que entendamos que la vida de fe y la vida de comunión familiar es un proceso. En un proceso en el que paso a paso debemos descubrir la obra de Dios, justamente en esa cosas en las que precisamente consideramos oscuras y difíciles de entender (la actitud de Jesús) debemos mirar también de ocuparnos de las cosas del Padre. Los valores presentados por Jesús en sus enseñanzas y testimonio son claves en la vida familiar: el amor, el servicio, la comprensión, misericordia, la gratuidad y gratitud, el compromiso por el Reino, la atención preferencial del débil, la generosidad, la escucha y el respeto, el bien común y la comunión. En definitiva la concepción de Jesús de comunidad es de familia, es de hermanos que viven su fe, su relación con el Padre desde una clara y sincera fraternidad.


El episodio de Lucas es un anuncio anticipado de la Pascua, la máxima enseñanza de Jesús. Toda familia vive una pascua, un morir y resucitar, una situación de perplejidad, donde vivimos el itinerario de la fe. La fe no nos saca de la realidad nos ayuda a enfrentarla, la fe no nos da soluciones ni remedios pero nos orienta e ilumina, fortalece en las dificultades, nos ayuda a esperar pacientemente y coloca nuestra mirada en las realidades sencillas y cotidianas.
Pidamos por nuestras familias.

Pbro. Gabriel Martín Ghione
Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5

No hay comentarios:

Publicar un comentario