Pbro. Jorge Trucco
INMACULADA CONCEPCIÓN
Gn 3,9-15.20:
"Pondré
enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo"
Ef 1,3-6.11-12:
"En él
hemos sido constituidos herederos"
Lc 1,26-38:
"Para Dios
no hay nada imposible"
Que
María haya sido concebida sin pecado original, ¿qué importancia tiene
para la historia de la salvación? ¿Qué Buena Noticia es ésta? Como María es
signo de la Iglesia, esta fiesta nos dice algo acerca de nuestra comunidad
cristiana. María es la primera redimida por la sangre de Jesucristo. Es
la
primera en vivir la plenitud de la vida nueva. Reconocemos en María la obra salvadora de Dios y nos alegramos por la
fidelidad de la Virgen. María santa e inmaculada es modelo de la santidad
con la que todos “renacimos” en el BAUTISMO.
En
el Génesis leemos lo que se llama el PROTOEVANGELIO (primer Evangelio). ¿Dónde estás? ¿Por qué hiciste esto? El hombre se escapa, se olvida de Dios... y del hermano. El hombre comienza a
tenerle miedo de Dios y se esconde; se ve a sí mismo como desnudo (invadido,
sin dignidad) y no admite su culpa.. Es la constante lucha que se entabla en nuestro
corazón entre el bien y el mal, entre amor y egoísmo, DIOS ANUNCIA LA SALVACIÓN.
Desde que el hombre es hombre (Adán y Eva) en nuestro interior se da esa lucha,
esa división entre los “dos YO”:
EGOÍSMO, ENVIDIA, PREPOTENCIA, MENTIRA, EXCUSAS ENCUBRIDORAS. La Palabra de
Dios nos anuncia una victoria final. El
mundo, el hombre, pueden ser distintos. Esta promesa se cumple en Jesucristo.
Jesús nace de mujer: de esa mujer
que es María, que es el Pueblo de Dios. María y Jesús nos
manifiestan la misericordia de Dios que no se olvida de los hombres. María
recibe al mensajero de Dios sin miedo, es feliz porque Dios conoce todos su
pensamientos (dignidad) y no se escapa ni busca culpables.
Pablo nos invita a hacer nuestras sus
palabras: Dios nos ha bendecido con toda clase de bienes, nos transformó en
hijos y herederos. La liturgia quiere aplicar estas palabras en primer lugar a
María, la primera bendecida. Ella es PRIMICIA DE LA IGLESIA, CREYÓ Y FUE SANTIFICADA. No fue una
semidiosa o una extraterrestre. DIJO QUE SÍ A LA PROPUESTA DE DIOS. Como María,
toda la Iglesia es llamada SANTA: la Santa Madre Iglesia, decimos. No
porque en la Iglesia y en sus miembros no exista el pecado, sino porque estamos
llamados a vivir esa santidad que es
lucha de superación, que es Gracia de Dios que salva. En esta crisis mundial y en este “cambio de
época” que nos “mueve el piso” y por eso nos desdibuja el horizonte... también
resuena una BUENA NOTICIA DEL REINO: Jesús vence al mal; con él todo
descendiente de mujer está llamado a aplastarle la cabeza al pecado, a la
división que existe dentro de nosotros mismos y en nuestra sociedad.
La
comunidad Iglesia lleva en su seno a Jesús el Salvador. Si la antigua humanidad se dejó seducir por la
serpiente la NUEVA HUMANIDAD SE DEJA GUIAR POR EL ESPÍRITU. María llevó en
su seno a Jesús, porque creyó, porque lo siguió por el camino de la cruz. La
Salvación es TOTAL: (“llena de Gracia”): Dios no admite mediocres. “Alégrate, María”: Alegría de la
Conversión. Zaca- rías, sacerdote
que oficiaba en el templo, que era tenido por muy cercano a Dios, no cree en el anuncio que le hace el
ángel. María, mujer pobre, humilde y
sencilla, de un lugar muy lejano del Templo de Jerusalén, le dice “sí” al proyecto de Dios, acepta lo increíble y lo más
deseado en la historia de su pueblo, ser la madre del mesías. Los grandes planes de Dios suceden en lo
sencillo, en lo que no es importante para la estructura social, política,
económica y religiosa, es decir, en lo cotidiano, en los pobres. Este anuncio revela la novedad de Dios en
Jesús, que en lugar de limitar lo sagrado al templo y los oficios religiosos,
desea santificar la vida, con sus tareas, luchas, fiestas y fatigas.
Celebrar la Inmaculada Concepción de María es comprometernos con los planes de
Dios para con la humanidad: la salvación para todos, sin exclusiones ni divisiones.
¿Cómo estamos aceptando hoy la voluntad de
Dios en nuestra propia vida? Si esta celebración no nos impulsa a vivir
nuestra vocación a la santidad, lo que hacemos en la Misa sería un contrasentido.
Nos sabemos salvados por Dios. Como
María, nos comprometemos en la lucha contra el mal que hay en nosotros y en
nuestro mundo.
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