Diácono Lucas Trucco
Domingo II de Adviento –ciclo C-
1º lectura: “Paz
en la Justicia”
2º lectura:
“Aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el día de
Cristo Jesús”
Evangelio: “Una
voz grita en el desierto…”
Comenzaremos la reflexión con las palabras de esperanzas de
las lecturas: “porque Dios se acordó de ellos” (Bar 5,) y “Todos los hombres
verán la salvación de Dios” (Lc 3,) Pero entonces no es negocio andar
predicando que los que no vienen a misa los domingo, o no se confiesan
asiduamente, o quizás todos aquellos que viven en pareja –entre otros ejemplos-
se van a condenar. Si las escrituras dicen que todos los hombres se van salvar.
¿Sera entonces que no es eso lo que debemos predicar?
Larga es la lista de nombres importantes que aparecen en el
evangelio, y sin embargo la palabra es dirigida a un hombre que vivía en el
desierto, lejos de todo, incluso de la buena vida de los palacios con sus caros
perfumes y grandes manjares, rodeados de gente que le servía y adulaba
mostrándoles a los reyes otra realidad.
Muchas veces le echamos la culpa a la gente que no se acerca
a la comunidad, o se escucha las quejas de que proponemos miles de cosas y nada
los convence. ¿Sera que Dios le pide a Juan que prepare su camino porque era él
quien estaba más cerca de la multitud y entendía lo que le pasaba por el
corazón? Los grandes príncipes estaban muy ocupados en otros asuntos y no comprendían
los reclamos de la gente. Entonces proponían soluciones lejanas a la realidad.
Por otro lado Juan comenzó predicando a aquellos que querían
escuchar. No se dice que haya obligado a nadie, ni asustado a ninguno con la
condenación eterna y un fuego devorador si no lo escuchaban. Se dice que la
gente se acercaba a él. Es tiempo de que dejemos de querer llenar nuestros templos
a base de miedos y falsas promesas. Es momento de salir a buscar a nuestros
hermano y hermanas, de seguir haciendo sonar nuestra voz y la de escuchar a
nuestra gente, aunque parezca que las palabras resuenan en el desierto sin dar
frutos.
Cuando muchos andan tras un minuto de fama o ínfulas de
poder, el evangelio nos muestra que Dios elije a los sencillos del pueblo. Los
que no tienen el corazón puesto en otros asuntos, solo en el amor a Dios y sus
hermanos.
Que en este tiempo de preparación –en medio del cansancio,
el armado de las vacaciones, los chicos que terminan las clases, etc- la venida del Salvador nos encuentre
preparando nuestros corazones. Que tengamos paz en la justicia y podamos volver
a lo esencial de la vida.
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