jueves, 13 de diciembre de 2012


Pbro. Jorge Trucco
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

ADVIENTO: 

UNA BUENA PREGUNTA



Sof 3,14-18a: "No temas Sión, que no desfallezcan tus manos"
Flp 4,4-7
"El Señor está cerca, no se angustien por nada"
Lc 3,10-18
"Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego"


            El  domingo  pasado  veíamos como  la  fe  cristiana  está encarnada en el tiempo y en el espacio que nos toca vivir. El Reino de Dios es un DON DE DIOS, pero los hombres DEBEMOS ABRIRNOS A ÉL CON UNA ACTITUD ESPECIAL LLAMADA CONVERSION. Juan exige a todos la conversión preparando la NOVEDAD DE DIOS, que no es una simple reforma, sino un cambio interior que recrea todo. Es inútil el esfuerzo por crear una sociedad mejor, si los hombres no cambiamos interiormente... Juan insiste en la revolución de la mente y  el corazón, allí donde anidan las ACTITUDES. Las actitudes constituyen la intencionalidad de nuestras acciones exteriores. La ley nos marca los actos que tenemos que hacer o no para no caer en infracción. Pero las leyes no nos hacen ni mejores ni peores. Las actitudes dan el significado ético a nuestras acciones.

            Le  preguntan a Juan ¿qué tenemos que hacer?, no qué tenemos que aprender, recordar o reflexionar, ni siquiera QUÉ TENEMOS QUE CREER. La Conversión tiene que ver con nuestras acciones y actitudes, con el porqué hacemos o no tales cosas. La buena noticia entraña una clara exigencia: los que tienen bienes o poder deben compartirlos con los que no tienen nada o son más débiles.

¿Qué tenemos que hacer NOSOTROS?, no los de al lado, los de arriba o los de abajo... No los musulmanes o los ateos, no los vecinos que nos fastidian o los que vienen poco a Misa...  NOSOTROS... ¡Cuántos problemas se hubieran solucionado y se solucionarían ahora si frente a la Palabra de Dios nos hiciéramos esta pregunta: ¿Qué tenemos que hacer nosotros?!... También el “no hacer” es una forma de respuesta. Por “no hacer” dejamos pasar muchos trenes...

            El que tenga, que dé al que no tiene, el que detenta un puesto de poder, que lo haga con mesura para el bien de la comunidad. Juan pone el dedo en la llaga de la famosa CUESTION SOCIAL. Más que un problema de dinero, de capital y trabajo, es UNA CUESTION DE CORAZON. Juan no cuestiona si los publicanos, funcionarios al servicio de Roma, tenían derecho a ser escuchados o no, PERO SÍ LES EXIGE JUSTICIA.

Juan el Bautista nos da una clave para vivir la ALEGRÍA: limpiar la parva (saber seleccionar y elegir); juntar el trigo (quedarse con lo importante y no irse por las ramas) y quemar la paja (descartar lo inservible, lo que nos inmoviliza…). EN NUESTRO MUNDO TAN COMPLEJO, cuando hay hechos nuevos para los cuales no tenemos un esquema desde donde valorarlos (clonación, fecundación in vitro, desocupación, uniones civiles de homosexuales, SIDA...) no es fácil DESCUBRIR QUÉ HACER, ES UN PROCESO QUE REQUIERE:
-       una búsqueda común: no se resuelve el “tema” de  pobreza sin escuchar a los pobres... (también dentro de la Iglesia...)
-       mucho tiempo y esfuerzo: decidirse por lo que en este momento es no sólo lo mejor sino también lo realizable y con posibilidad de éxito.
-       finalmente descubrir que hacer supone HACER..., no quedarse en la mera declaración de principios. ¡QUÉ GESTO CONCRETO VAS A HACER EN ESTA NAVIDAD!

            Juan sólo bautiza con agua, ya que el suyo es un BAUTISMO DE  CONVERSION, de purificación y cambio interior...  Pero EN JESUS LLEGA DIOS, que bautizará en Espíritu y fuego, LA CONVERSION CRISTIANA TIENE DOS FASES O ASPECTOS: negativa: destrucción del mal, del egoísmo y  positiva: fuerza de Dios que nos impulsa a crecer. El cristiano no tiene que huir de la sociedad para evitar el pecado, como un niño que se aleja de una zona de peligro, sino que tiene que insertarse en la sociedad para posibilitar el cambio de las estructuras injustas. Lo que debe ser erradicado es el pecado como actitud, como postura o forma de vida. No basta que el campo esté limpio, lo importante es sembrar, regar, hacer madurar. Por eso se nos invita a la ALEGRIA,  alegría de crecer, de superar crisis, de arriesgar dando paso al Espíritu.

Durante estos días podríamos compartir las buenas noticias de este año a nivel personal, familiar, comunitario, del país, de la Iglesia, del mundo, de los niños y niñas y de los pobres, para descubrir los destellos de la presencia de Dios en nuestra propia historia. Esto mismo es lo que hace Juan el Bautista: invitarnos a todos a descubrir lo que podemos y debemos hacer para que hoy vuelva “ser Navidad” en medio de nosotros y en medio de nuestro pueblo. Esto es anunciar “las buenas noticias a la gente”.

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