viernes, 28 de diciembre de 2012


Diácono Lucas Trucco

Domingo de la sagrada familia 


Está cerca la fiesta de la Sagrada Familia. Retorna cada año en Navidad. Los ojos se fijan en una familia peculiar a la que llamamos sagrada. Nos recuerda episodios de Belén y Nazaret, situaciones de asombro, incertidumbre y amenaza. Pero también de afecto y ternura ante el gran acontecimiento de la encarnación de Dios.


Al hilo de esa familia, podemos descubrir que toda familia tiene algo de sagrada. Forma parte de la historia sagrada, especialmente para los miembros de la misma. Es un lugar de gracia y de felicidad, tanto para los esposos y padres como para los hijos. Tener la dicha de nacer en una familia “sana” es una de las mayores bendiciones que se puede recibir en la vida. El ser “hijo” y, tal vez, hermano marca para toda la vida. Constituye una experiencia inicial y permanente de la propia humanidad.[1]

Dodecálogo de la navidad matrimonial[2]

  1. Es Navidad cuando avivamos la fe  en nuestro amor conyugal, en su fuerza humanizadora para nosotros mismos, en su fecundidad terapéutica para nuestra sociedad.
  2. Es Navidad cuando somos signos vivos de que el amor no pasa nunca, conscientes de constituir una profecía en acción en la sociedad cautivada por el culto a lo provisional.
  3. Es Navidad cuando tenemos la osadía de contribuir a superar el invierno demográfico y vocacional de Europa siendo padres, ayudando a los hijos a serlo, donando sangre…
  4. Es Navidad cuando acogemos la vida del no-nacido y ayudamos a sus padres a recibirla con amor y responsabilidad.
  5. Es Navidad cuando nos pedimos perdón y nos perdamos las heridas inevitables de la convivencia matrimonial creando así un nuevo dinamismo.
  6. Es Navidad cuando cobramos conciencia de que Dios quiere nacer en nuestra vida personal y en nuestra relación conyugal, pues el que ama ha nacido de Dios y conoce a  Dios.
  7. Es Navidad cuando recuperamos la esperanza activa y luchamos juntos por un mundo mejor, convencidos de que nosotros podemos contribuir a cambiarlo.
  8. Es Navidad cuando hacemos el amor como intensa expresión de nuestra donación radical, personal, transparente, libre.
  9. Es Navidad cuando como padres oramos con nuestros hijos y les trasmitimos el más preciado regalo que es la fe en el Padre Dios.
  10. Es Navidad cuando estamos atentos a las personas mayores de nuestra familia, cuando las acompañamos y las ayudamos con paciencia y ternura.
  11. Es Navidad cuando como matrimonio nos queremos, dialogamos y somos tiernos entre nosotros y con nuestros hijos, en los pequeños gestos y acciones de cada día.
  12. Es Navidad cuando no derrochamos los bienes, sino que compartimos y somos solidarios con los que más los necesitan.



[1] Reflexión de P. Bonifacio Fernández (Director del Instituto Teológico de Vida Religiosa. Salamanca)
[2] Reflexión de P. Bonifacio Fernández

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