Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía IV Domingo de
Adviento:
En la pequeñez y sencillez,
Dios detiene su mirada
Estamos a las puertas de la navidad y la Liturgia reserva
hermosos textos para ayudarnos a entrar en el misterio de la elección y
preferencias divinas.
La primera lectura del libro de Miqueas nos anuncia y
recuerda la historia de David. El profeta más que de geografía, nos habla de
una historia humana. Nos recuerda que cuando Samuel fue a buscar el futuro rey
de Israel, busco entre los hijos de Jesé el sucesor de Saúl. Samuel y Jesé
habían posados sus ojos sobre los hijos más habilidosos y fuertes, mientras que
Dios miro el corazón del más pequeño y débil. Miqueas le recuerda al pueblo que
no debe colocar su mirada sobre las apariencias, sobre el poder o las destrezas
y habilidades, sino sobre el corazón, porque desde lo más pequeño, desde lo que
no fue tenido en cuenta y fue hasta descartado[1][1], Dios eligió al futuro rey de Israel. La pequeñez, la
humildad y sencillez es el humus en el que Dios transforma la historia y la
hace camino de salvación.
El hermoso texto del Evangelio nos trae el episodio que
tradicionalmente llamamos visitación. La estructura literaria del mismo se
inspira en el relato en el cual David sube el arca a las montaña de Judá (1 Sam
6,1-15)[2][2]. Nos presenta a María como la nueva arca de la
Alianza, en ella ya no se contiene cosas (tablas de la ley, bastón de Moisés y
Maná) sino una Persona. Jesús es presentado como la manifestación de la
presencia de Dios a su pueblo. Así como Dios guió a Israel en el desierto, lo
alimentó, lo educó, Jesús es presentado como la imagen visible, es el rostro
humano de Dios: que va a guiar, educar y alimentar al pueblo. Nuevamente Dios
se hace presente y elige una muchacha humilde, de un pueblo olvidado para hacer
presente su acción salvadora.
María es la nueva arca de la Alianza, la portadora de la
manifestación de Dios porque ha creído, porque se ha dejado llevar por este
Dios que elige a los humildes y sencillos, que elige la pobreza y la limitación
para transformar, para hacer presente su fuerza. Creer, más que saber,
significa confiar, abandonarse y entregarse a la fidelidad del Dios de las
promesas. Creer implica caminar, partir sin demora, entrar en una relación
dinámica y abandonar lo estático y cómodo, las falsas seguridades que nos dan
el confort y el consumismo.
María nos enseña que nosotros también podemos ser portadores
del Dios de las promesas, cuando felizmente creemos y nos ponemos en camino al
servicio de los hermanos, cuando la fe no nos encierra en esquema y en una
espiritualidad individualista y desencarnada sino cuando nos lleva a jugarnos,
a entregarnos, a comprometernos por los otros, desde la humildad y sencillez de
nuestra vida. No son los grandes acontecimientos los que construyen la historia
sino la fidelidad que se vive en lo cotidiano de queda día. Fidelidad que
implica centrarnos en lo verdaderamente importante, detenernos ante el misterio
de cada ser humano, respetar nuestra conciencia y buscar el bien de todos.
Ante la inminencia de la navidad, la invitación es que poses
tus ojos en lo sencillo, en lo cotidiano y en lo humilde de la vida.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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