viernes, 21 de diciembre de 2012


David, estrella de Israel
Antonio Aradillas




Encargado como Moisés de ser “pastor de Israel”, hereda David las promesas hechas a los patriarcas con sobresaliente mención para las relacionadas con la “Tierra Prometida”, cuya conquista definitiva es coronada con Jerusalén, que será conocida y reconocida como la “Ciudad de David”, en torno a la cual se fragua la unidad de las tribus. Entre los muros de Jerusalén, David y la Casa de Israel formarán desde entonces un solo pueblo en torno a su Dios.

Por desgracia son muchos los que olvidan esta promesa y su consecuente inserción y desarrollo0 en la historia. En el mismo contexto de contradicciones tan arcanas, es urgente descubrir y asumir que la religión de David se fundamenta en la espera de la hora de Dios , actuando en conformidad con el modelo bíblico de los “pobres”, que se abandonan en sus manos, con la certidumbre y confianza sublimes que confiere el hecho de esperarlo todo de Él.

David fue, es y seguirá siendo figura clave en la historia de la humanidad. Esto lo atestigua concluyentemente tanto con símbolos de destrucción y de guerras, como con emblemas y alegorías de paz. Guerra y paz se apalabran alrededor del hexágono conocido como “estrella de David. Así fue, es y será. Cualquier visión del mundo – también el actual- ,que prescinda de David y de su “estrella” resultará incomprensible y se malogrará.

David es el hombre de todos los tiempos. Interpreta y representa a la humanidad tal y como esta es: buena y mala a la vez. David no muere jamás. No cabe en túmulo alguno. Quedará insepulto. Encarna la virtud y el vicio, lo noble y lo abyecto. Y lo hace, y lo hará, como personaje real e histórico y jamás como ente de ficción. Es un hombre con historia, y esta se halla al alcance de quienes quieran enterarse de la verdad de los hechos. Aunque su vida se desenvolvió en coordenadas de teología y de misterio, tal circunstancia no le robó nada de humanidad. Aún más, se la acrecentó. David fue todo un hombre, por hombre de Dios.

En David, unificador de su pueblo, campean su espíritu de iniciativa, perspicacia política, ánimo generoso, sentimental y caballeresco, y su ideal religioso fue determinante en su vida Pero al mismo tiempo, David fue también sensual y cruel, indulgente con los suyos, apasionado y violento, fervoroso y asceta, místico y enamorado de ideales muy altos, aunque siempre proclive a despeñarse en las más profundas miserias,

David fue también poeta y músico. Su historia íntima la escribió él mismo en sus salmos. Es el poeta nacional de los hebreos. Sus manos le proporcionaran a la honda un impulso feroz contra el filisteo, y a la vez escribieron con variedad de metro, y tañeron laúdes, címbalos y arpas. A sus cantos-salmos la Iglesia califica, reconoce y proclama litúrgicamente como “palabra de Dios”. El alma de David sigue siendo arpa permanentemente tensa que se hace música ante cualquier soplo de belleza natural y suceso histórico o religioso. Cuando el espíritu de Yavé insufla sobre él, nos transporta a las altas regiones del misterio en las que Dios tiene su morada.

A David, como hombre y como rey, lo define cabalmente su condición de ser “tipo” del Mesías. David es estrella –hexagrama- compuesta por dos triángulos equiláteros que se entrecruzan. La estrella es luz y misterio, y referencia tangible y de infinitud. Es parpadeo y quietud, y encandilamiento y afinidad, noche y esperanza, anuncio y revelación, confidencia, informe y noticia. En la estrella-hexagrama de David descubren los antropólogos que el triángulo que señala hacia abajo representa la sexualidad femenina, y el que señala hacia arriba la sexualidad masculina, por lo que su combinación simboliza unidad y armonía. “Fuego” y “agua” en el lenguaje de la alquimia, están asimismo representados en los dos triángulos, con lo que se expresa la indispensable conciliación y reconciliación de los opuestos, con lo que, como alcanzable esperanza, alienta, estimula y reconforta todo cuanto se refiera a David.

Los capítulos de la historia bíblica de David los escribieron y escriben las personas con las que convivió o con las que de alguna manera se relacionó. Saul, Natán, Goliat y Jonatán, cuya muerte lloró con estas estremecedoras y discutidas palabras: “”Angustiado estoy por ti, oh Jotanán, hermano mío. Me eras queridísimo. Y tu amor era para mí, dulcísimo; más que el amor de las mujeres”. Micol, la hija más pequeña de Saúl, “lo amaba”. Abigail proclama su amor a David, de esta rendida manera:”que tu sierva sea una esclava para lavar los pies de los servidores de mi señor”.Abner, Isbaal, la pitonisa de Endor, Oza, Mefibaal, Hacedezer, Tamar, la mujer de Tecua, Absalón, Semeí, Cusaí, Barcilaí, Seba, Gad, Risfa, Los Tres Valientes Areuna… proporcionan elementos de juicio, divinos y humanos, como catequesis convincentemente cristiana para descubrir y adentrarse en la verdad y en el misterio de Dios, de las mujeres, de los hombres, de los políticos, de los gobernantes, de los pobres, de los ricos, de los sacerdotes, de los militares… Urías y Betsabé son capítulo aparte… rubricados con estas humildes y sublimes palabras:”he pecado contra Yavé”, que el profeta Natán refrenda de esta manera: ”Yavé te ha perdonado tu pecado”.

El testamento- testimonio de David se encarnó en su hijo Salomón, hijo “adulterino” habido con Betsabé, ex-mujer del devotísimo general Urías. Así le pide a Yavé “Da asimismo mi hijo Salomón corazón perfecto para que guarde todos tus mandamientos, tus leyes y tus mandatos y que todos los ponga por obra y te edifique la casa `para la que yo he hecho aprestos”.

“David murió en buena vejez, lleno de días, de riqueza y de gloria”, salmodiando de esta manera :”Alabad a Dios en su santuario. Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza…Alabadle al son de trompetas. Alabadle con el salterio y la cítara. Alabadle con címbalos de júbilo y con danzas…¡TODO CUANTO RESPIRA ALABE A YAVÉ, ALELUYA¡

NOTA:”David, estrella de Israel”. Edit. Visión libros” pp.364. Madrid.

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