Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía XX Domingo durante el año:
Una fe
comprometida.
En el camino a Jerusalén, Jesús busca dejarnos en
claro que la fe, el seguimiento, la vivencia de la “Buena Noticia” implica
determinación, opciones y decisiones concretas.
En este Evangelio se nos habla de elementos que
pueden ser muy mal interpretados ya sea porque de una manera fundamentalista
los llevamos al extremo y justificamos nuestras faltas de dialogo y actitudes
de confrontación o porque lo aguamos de tal manera que pierden toda su
consistencia.
Se habla de fuego que desea que este ardiendo. La
vivencia del Evangelio no nos aísla del mundo y de la sociedad, no nos encierra
“en el cielo”, sino que nos invita a transformar la realidad con el fuego del
amor, la entrega y el servicio. Un fuego que nos invita a arder y consumirnos
en la realización del bien común, la justicia social, la inclusión. Un fuego que nos invita a encender la mecha
humeante de los que han perdido el sentido de la vida, de los que se arrastran
por su falta de valoración, de los que se siente impotentes ante tantos
atropellos. Un fuego que desea que arda porque el Evangelio no nos deja ni
indiferente ni neutrales ante las diversas situaciones de la vida. El Evangelio
nos invita a tomar partida por los débiles, pobres, olvidados y alejados. Si
arde en nosotros el fuego del evangelio, el otro, el que me invita a ser
prójimo y pensar en alguien más que yo no es un obstáculo, una cosa, un extraño
sino un hermano.
Se habla de bautismo a cumplir plenamente. Las
palabras encierran en si muchos significados. La palabra bautismo aparte de
expresar el hecho en sí, nos remonta a su significado. El paso de la muerte a
la vida, la decisión de la persona a dejarse transformar por la luz del
Evangelio, el deseo de ser un discípulo-misionero de Jesucristo. El bautismo al
que se refiere es el desenlace de su vida, es la entrega confiada, la vida
coherente, el no claudicar ante las amenazas, el llevar hasta las últimas
consecuencias el proyecto del Padre: la Buena Noticia de la salvación gratuita
para todos. Jesús siente angustia de cumplir plenamente el bautismo. No de
morir sino de permanecer fiel, no aguar ni licuar la Buena Noticia aunque en
Jerusalén le pueda implicar la muerte.
Jesús no viene a traer la paz. Significa que para
Jesús no todo da lo mismo, para Jesús hay que tomar decisiones, determinarse.
Muchas veces asumimos la paz como el no tener problema con nadie, todo da lo
mismo, nada de lo que pasa a mi alrededor me significa un conflicto porque he
asumido una actitud de indiferencia, de “y a mí qué”. Tampoco significa con
esto que Jesús viene a traer la guerra, que nosotros debemos imponer nuestra
forma de pensar y de vivir. El evangelio siempre fue y será invitación y no
imposición. Jesús no viene a traer esa paz idílica, que nos deja sumergidos en
nuestro egocentrismo, indiferentes, irresponsable y descomprometidos. Jesús no
quiere esa paz. Jesús quiere que tomemos partido, que entremos en conflicto.
Más que ante las ideas (tradiciones, líneas de pensamiento) ante todo aquello
de deshumaniza al hombre, que fomenta o justifica la explotación, ante aquellas
estructuras injustas que hacen del hombre una cosa, un número, un gasto.
En síntesis, la fe a la que nos invita tiene, entre
otras, estas características:
· Opción
personal: A Jesús no le van las tradiciones, él quiere decisiones.
· Consciente:
Jesús quiere que pensemos, analicemos y asumamos las consecuencias de nuestra
fe. Una fe que no piensa y no madura, es una fe animal, no humana.
· Enérgica:
que asuma las consecuencias, que este a la altura de las circunstancias, en
definitiva que no sea mediocre o light.
El papa Francisco en el encuentro con los jóvenes
argentinos, nos pidió no licuar la fe, asumirla con todas sus consecuencias,
jugarnos por todas sus implicancias. Este es un hermoso resumen del Evangelio
de hoy.
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
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