martes, 13 de agosto de 2013

Humor en la Biblia (1)

¡Jesús tenía sentido de humor!
(primera parte)
    Juan Stam 



   Jesús era plenamente humano, aunque sin pecado, y ser humano significa tener sentido de humor. Por lo general tenemos una imagen de Cristo tan poco humano que nos cuesta imaginarlo con una sonrisa, mucho menos riéndose o diciendo algún chiste. Por eso no vemos lo mucho de humor que hay en los evangelios, o peor, tratamos de volverlo serio. Por supuesto Jesús no era frívolo, pero es claro que a menudo decía cosas bastante chistosas, por mucho que nos sorprenda eso.



   Jesús era amigo de las fiestas (Jn 2:1-12; Luc 7:33,36). Realizó su primer milagro en una boda, a la que no asistió como rabino o pastor, para predicar o para oficiar la ceremonia. Se hizo presente en la boda como hijo de una amiga de la pareja, y su única función fue la de proveer el vino para la fiesta. Observaba las fiestas de su pueblo y celebró la pascua -- un banquete con un riquísimo menú -- con sus discípulos.



   La forma especial del humor de Jesús era la ironía y la hipérbole, algo así como las caricaturas, con la que nos hace pensar en alguna situación chistosamente ridícula.[1] Pensemos por ejemplo en la famosa frase de "pasar un camello por el ojo de una aguja" (Mt 19:24). Yo a lo menos tengo tan mala vista, y la mano tan poco firme, que ni puedo pasar un hilito por la aguja, ¡mucho menos un camello, con todo y joroba! Algunos nos quieren decir que no, que eso era una puerta pequeña en el muro de Jerusalén que llamaban "el ojo de la aguja", por lo que sería algo difícil pasar un camello. El único problema es que nunca existió tal puertita con ese nombre.  Jesús utilizó una figura bien cómica, de alguien tratando de jalar un pobre camello por esa micro-apertura de una aguja, pero nosotros insistimos en banalizarlo, hasta con teorías e inventos.



   Aquí otro sobre los camellos: "Guías ciegos, que colaís el mosquito y tragaís el camello" (Mt 23:24-25). ¡Imagínese el epiglotis que necesitan, para que pase ese camello por su garganta! En el versículo que sigue, Jesús acusa a los escribas y fariseos de limpiar super-bien su taza por fuera, dejando dentro de la taza toda la basura que traía! ¿Para qué limpiar escrupulosamente las afueras de la taza, si por dentro sigue siendo pútrida?



   Otro chiste simpático: "echar perlas ante los puercos" (Mt 7:6). En nuestra finca en Sabanilla hemos tenido cerdos, y hemos sabido por experiencia lo cochino que son. Pero cómo sería si yo le dijera a mi esposa, "Mirá, mi querida Doris, vos sabés cuánto quiero a nuestras chanchitas, ¿no me prestarías tus perlas para ponerselas a ellas?" ¡Chistoso, verdad! Igual sería "tirar" las grandes verdades del evangelio y de las escrituras ante personas no aptas para recibirlas.



   ¿Y qué de este otro? "Nadie prende una lámpara y la pone debajo de una canasta" (Mt 5:15). ¡Qué gran tontería que sería eso! ¿Para que prender una lámpara, sólo para esconderla?  No sólo opacaría toda la luz de la lámpara, sino que correría un peligro serio de causar un incendio.  Pero en la vida real, es igualmente ridícula nuestra conducta cuando, habiendo recibido de Cristo la luz de la vida, hacemos todo lo posible por esconderla.



   Y piensen en esta figura cómica: los fariseos son "lobos vestidos de oveja" (Mt 7:15). No sólo van los dos simbolismos totalmente contrastantes del lobo y la oveja, sino el de "vestir" a un lobo como una oveja (¿quién se encargaría de tal tarea?), un poco así como Jacob se vistió como su hermano Esaú para engañar a su padre. Literalmente, y sin humor, Jesús hubiera dicho, "esos  no son ovejas, son lobos". Pero cuando visualizamos la figura de lobos vestidos (!), y vestidos de oveja, resulta mucho más simpática la expresión.



   Jesús se refería algunas veces al ojo humano con fina ironía. "¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?" (Mt 7:3). Parte de lo simpático aquí es contrastar algo muy común, que todos conocemos, con algo totalmente imposible. Todos hemos experimentado alguna vez una basurita en el ojo, ¿pero todo un palo en un ojo? ¡Difícil imaginarlo! ¡Qué ojote más enorme para que cupiera esa viga! Jesús aprovecha ese contraste tan dramático y exagerado para ridiculizar el espíritu de criticonería de los que juzgan a otros sin examinarse a si mismos.



   Y otro, entre muchos más que quedan: "Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti... Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti" (Mt 5:29). ¡Qué consejo este! Si lo tomáramos en serio, los basureros estarían llenos de órganos extirpados y el mundo lleno de tuertos y mancos. ¿Estaría hablando Jesús en serio? Sí, y no; está hablando "en broma y en serio", ¡pero demasiado serio!  Aunque los verbos van en el modo imperativo, Jesús no nos está ordenando mutilar nuestros cuerpos. Más bien, el contraste tan exagerado, y tan lleno de ironía cómica, nos enseña la terrible gravedad del pecado y la urgencia de santificar nuestras vidas.



   El Jesús de los evangelios era (y es) plenamente Dios, pero también plenamente humano, con todo y el sentido de humor que aporta tanto a nuestra vida como imagen y semejanza de Dios.



                                                                           Juan Stam B.

                                                                                                

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