sábado, 17 de agosto de 2013

 DIARIO DE UN TEÓLOGO DEL POSCONCILIO. 
Entre Europa y América Latina.Victor Codina
PRESENTACIÓN DEL LIBRO:  
Marta Orsini Puente

Me siento muy honrada al poder presentar el libro: Diario de un teólogo del posconcilio de nuestro querido amigo Víctor Codina. El suele repetir yo hago teología desde los más sencillos, desde lo pequeño y es posible que por eso me haya pedido que yo hiciera esta presentación.

Comienzo diciendo que me ha admirado su constancia de escribir su diario con todo detalle desde el 24 abril de 1982. El 16 de abril había partido de su tierra natal Barcelona para trabajar en Bolivia, aunque había estado en algunas oportunidades en Bolivia. Va anotando no solamente ideas, lecturas, contactos, reflexiones teológicas, sino también sus impresiones, vivencias,  sentimientos, sus interrogantes, sus dudas, que nos hacen constatar la calidad humana de su persona.

En la presentación que hace dice: “Si me animo a publicar este diario teológico es porque pienso que puede ayudar a las generaciones más jóvenes, no tanto mi itinerario, sino el caminar de la teología en estos 50 años apasionantes de la Iglesia del posconcilio, concretamente entre Europa y América latina. Es un ejercicio de teología narrativa”

Lo llama su diario teológico desde el reverso de la historia. Señala que no es un diario espiritual ni pastoral ni político, sino un diario teológico.

Comienza el libro hablando de sus raíces que han marcado su vida. Su origen, su familia. Catalán, de Barcelona, de familia numerosa, de 8 hermanos y  de padres muy católicos. La fe vivida en su familia y su entrada en la Compañía de Jesús a sus 17 años hacen que nazca su vocación teológica. Fue compañero de noviciado de Luis Espinal. 

Dos años más tarde entrará en el noviciado jesuita su hermano Gabriel, que ha dado gran parte de su vida a Bolivia, sobre todo en el campo educativo.Ambas muertes tanto el martirio de Lucho como por enfermedad de su hermano tocaron profundamente sus sentimientos.

Su formación respondía a los cánones ortodoxos de la época, el nacional catolicismo de la posguerra española y de la Iglesia de cristiandad a la que criticará en varias de sus obras, Su formación inicial fue netamente escolástica.

Ya en el noviciado, un poco a escondidas, se organizan con sus compañeros tertulias sobre lecturas de los principales teólogos de avanzada. 

Posteriormente tomará contacto con teólogos como Karl Rhaner, Congar, De Lubac, Danielou, Schillebeeckx, Von Balthasar, Teilhar de Chardin, etc. 

En la Universidad de Innsbruck fue alumno de Karl Rhaner que  marcó profundamente su vida teológica, como él mismo nos lo dice en su Diario. Allí comenzó a relacionarse con teólogos latinoamericanos.

En la Universidad Gregoriana de Roma hizo su tesis doctoral sobre la espiritualidad de Juan Casiano con el título: “El aspecto cristológico en la espiritualidad de Juan Casiano”

Víctor nos dirá: “El hecho de que Casiano fuera un autor de origen oriental y la pericia de Hausherr en la teología y espiritualidad oriental, despertaron en mí la curiosidad por conocer más la teología y espiritualidad oriental.” Remarco este dato porque le ayudó a descubrir una nueva dimensión teológica más allá de la teología occidental racionalista, fría, estructurada y se irá adentrando en una espiritualidad mística y profética, que será desarrollada en sus publicaciones. Su contacto con la realidad latino americana de los pueblos ancestrales, el uso de símbolos, ritos, imágenes, la dimensión cósmica le hace percibir la presencia del Espíritu. A partir de estas intuiciones desarrollará una teología pneumatológica, presente en todas sus obras.

Se insertó en Bolivia a partir de 1982 y permanece, gracias a Dios, presente entre nosotros y podemos decir como decían de Ignacio Ellacuría: es un vaso-salvadoreño, Víctor Codina es un catalán-boliviano. Bolivia no está en su piel, sino en su corazón.

Nos dice: “Bolivia supuso para mí un mundo nuevo, un volver a nacer a nuevas realidades humanas, sociales, políticas, culturales, religiosas, eclesiales y también teológicas. Fue pasar de la modernidad a la solidaridad…”

Después de estar dos años en Cochabamba va a Oruro. Le impacta la pobreza, los caminos de polvo…escasez de alimentos… Viene de Europa y el contraste es enorme. Los jesuitas tienen su casa en un barrio marginal del este de Oruro en la parroquia de El Rosario. Él manifiesta: “Todo esto forma parte de la experiencia del tercer mundo, de la solidaridad con nuestros pobres, es una experiencia penitencial y dolorosa que nos purifica de las satisfacciones demasiado mundanas del primer mundo, nos hiere el corazón” Junto a esta experiencia sufriente encuentra un gran calor humano, hospitalidad, sencillez, gran capacidad de sufrimiento, y al mismo tiempo un pueblo alegre, pero no conformista, sino luchador, aguerrido, un pueblo profundamente creyente que se expresa en una religiosidad popular llena de ritos y símbolos que le traerán a la mente la teología oriental a la que se había aficionado ya en Europa. Encuentra similitudes entre la teología oriental y la teología de la liberación en cuanto a su dimensión más comunitaria, más cósmica, más simbólica centrada en Cristo sufriente, que lucha por una liberación integral de la persona y de la sociedad.

Un  gran impacto  le causa  la visita al distrito minero de Huanuni, su entrada a interior mina, que describe minuciosamente en su diario el 7 de mayo del 1985. A la entrada del socavón la imagen del Tío, con careta de diablo, el diablo benévolo que da protección a los mineros al que le rinden culto al entrar a la mina fumando un cigarrillo, acullicando  coca y challando a la Pachamama con un trago de alcohol. En una de las galerías está un cuadro con la imagen delo Sagrado Corazón de Jesús. Hay que descender a esta Bolivia profunda para comprender la realidad y comprender este sincretismo que nos es problema para los creyentes católicos de la iglesia del margen. Esta vivencia arranca de Víctor un poema del que tomo algunos versos:

“Bolivia multiforme y diferente

Pobre y bella,

sencilla, sufrida y paciente,

humilde y humillada,

pero con el fulgor de la belleza evangélica

de todo lo pequeño, humilde y pobre,

que ríe en la fiesta y llora con sus muertos,

mientras en el Tabor, Cristo se transfigura

y habla de la pasión,

y yo leo la Historia de la teología cristiana

y descubro que sólo de la espiritualidad

nace la teología viva.

Teología del pueblo boliviano,

un reto y una tarea

entreCEBs y C´hallas del Tío

entre santitos, procesiones, muertos y almas

entre el nevado, la pampa y la llama

y el frío rígido cuando cae la noche.

Tierra de bienaventurazas

donde se cumple al unísono:

pobres, mansos, humildes, llorando, pacíficos

quizá por esto es noble y bella,

feliz y triste.”

Tal vez para algunos es una sorpresa la vena poética de Víctor.

Ya en estos pocos versos se puede ver por dónde iba a ir su teología.

Él nos dice: “Sin duda la época de Oruro fue un tiempo de profunda conmoción e inspiración teológica, con seguridad no fácilmente comprensible para los que viven en otros ambientes sociales y religiosos. Oruro fue un buen lugar teológico para mí” Diario junio del 85.

Posteriormente afirmará: “A más de 25 años de estancia en Oruro constato que fue un tiempo de gracia, donde los pobres (mineros, pobladores de barrios periféricos, gente de la parroquia…) me evangelizaron y esto repercutió en mi reflexión teológica, creativa, abundante y variada: libros, folletos, charlas, cursillos, retiros, viajes a diversos lugares de América Latina para conferencias y clases. Oruro fue para mí un auténtico lugar teológico…”

En cada uno de los relatos del día a día de su diario siempre habla de su contacto con teólogos- teólogas en Europa y L.A, de los congresos a los que asiste y de sus ponencias, de las charlas que da en varios países, de los libros que lee. Está siempre presente en las diferentes páginas de su Diario la realidad social y política que le toca vivir en Bolivia, su contacto con la gente humilde y sencilla, con las CEBs a quienes apoya, sobre todo en Oruro, y Santa Cruz. Habla de sus escritos, de sus interrogantes y sus dudas en situaciones especiales. Continuamente se está confrontando con el Evangelio, con lo que es la Iglesia institución y lo que debería ser. En cada página se trasluce su profetismo, su claridad en los juicios, pero siempre con mucho respeto a las personas. Elogia lo positivo denuncia lo negativo.

Pasan de 400 sus escritos entre artículos y libros siempre con una constante: el renacer de una Iglesia según el evangelio, una Iglesia Nazarena, una teología hecha desde los insignificantes a partir de Jesús de Nazaret que sufre en sí mismo la opresión de sus conciudadanos, que ve el mundo desde abajo, después de haber superado la tentación del mesianismo davídico, como nos dirá en su libro: “Una Iglesia nazarena” publicado en Sal Terrae en 2010

Continuamente va contraponiendo la Iglesia de cristiandad y la iglesia encarnada en la realidad, una iglesia que nos acerca al Padre misericordioso, cercana, dialogante, que no busca el poder, que respeta las diferentes expresiones de religiosidad. Nos habla de tres modelos de iglesia: El modelo de cristiandad o tradicional, centrado en la autoridad jerárquica, el modelo del Vaticano II centrado en el Pueblo de Dios y el modelo que surge en A.L. desde los pobres. Señala la necesidad de abrirnos a la llamada “tercera ilustración” que nos lleva a tomar en cuenta la diversidad sexual, cultural, generacional, religiosa, ecológica que nos lleva, en definitiva  al totalmente Otro, al Misterio a Dios al que llegamos a través del Jesús de Nazaret.

Otra constante que percibimos en el Diario es el descubrir al gran olvidado de la Trinidad, el Espíritu Santo.

Víctor nos dirá: “Tanto a nivel espiritual como teológico voy experimentando un paso suave, pero cierto de la cristología a la pneumatología y ahora de ésta al misterio del Padre. Aunque ahora me pregunto si en la pastoral no habría que hacer un proceso diferente: pasar de la experiencia del Espíritu a Jesús y de éste al Padre”

Le parece muy importante profundizar en la pneumatología para encontrar sentido  a la experiencia religiosa, la vida religiosa, la mística y profecía, la religiosidad popular, la escatología…

Afirma que en la labor de evangelización y el diálogo interreligioso hay que comenzar por la espiritualidad, por el Espíritu. La ruah, el Espíritu, estaba presente antes de la Encarnación y la Pascua dando vida al mundo. Habla de la necesidad de crear una pneumatología, pero vinculada a la cristología y así evitar un eclesiocentrismo o una espiritualidad sin Iglesia, sin Cristo, sin religión… 

En su libro: “No extingáis al Espíritu-  Una iniciación a la pneumatogogía” publicado en Sal Terrae en el 2008, se reafirma que todo aquello que lleva a la vida auténtica a nivel personal y social se debe al Espíritu y todo aquello que va en contra de la vida no procede del Espíritu, sino de los espíritus malignos que hay que saber reconocerlos según lo hizo Jesús.

Está muy de acuerdo con las palabras del Patriarca de Antioquía: Ignacio Hazim: “Sin Espíritu Santo, Dios está lejos, J.C. queda en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la iglesia una simple organización, la autoridad un despotismo, la misión una propaganda, el culto un mero recuerdo. Pero en el Espíritu…Cristo resucitado está aquí presente. El evangelio es poder de vida, la iglesia significa la comunión trinitaria, la autoridad es servicio liberador, la misión es un nuevo Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación, el actuar humano es divinizado”

Hay que unir, dice él, lo cristológico (pobres, historia, política, estructuras eclesiales y sociales, justicia, etc.) con lo pneumático (espiritualidad, fe, religiosidad popular)

Su contacto con la espiritualidad oriental, más espiritual y simbólica que racional, y su contacto con los ritos y símbolos usados en la religiosidad popular le llevan a utilizar una metodología narrativa.

Textualmente señala: “Con el tiempo cada vez voy dando más importancia a la dimensión simbólica de la teología, que unida a la teología narrativa, es la única que puede hacer accesible al pueblo el misterio de la salvación”

En 1990 publica: “parábolas de la mina y el lago” y comienza a preparar un libro sobre parábolas y cuentos.  La gente sencilla de las comunidades de Villa Pagador, Oruro, le dicen que sus parábolas y cuentos los entienden y que ellos  también pueden relatarlos a los demás. En el 94 escribe una pequeña novela teológica: “Miguelito” que cuenta algunas aventuras del ángel Miguelito( imagen del templo de Charagua que está al lado del ángel San Miguel)  en su recorrido por diversos lugares de Bolivia. Es una hermosa lección de catequesis sobre diferentes temas a través del diálogo con la gente de cada lugar. Es un modo de hacer teología desde lo cotidiano, lo sencillo.

En su último libro: “Diosito nos acompaña siempre” publicado en mayo de este año recoge varios relatos de su vivencia personal con la gente sencilla, es su modo de hacer teología desde lo narrativo. 

Su campo de acción, por decirlo de alguna manera, o su quehacer teológico, no como teórico, sino haciendo crecer esa semilla del Reino en la gente más sencilla y pobre son las laicas y laicos, las Comunidades Eclesiales de Base. En sus largos años en Oruro y sus 11 años en Santa Cruz las acompaña. En los encuentros masivos de las CEBs tanto en Santa Cruz, como en Potosí detecta, con el sentido crítico que le caracteriza, que les falta compromiso social y que tienen el peligro de quedarse en una espiritualidad desencarnada, que les falta una mayor formación teológica, social y política.

Otro tema abordado en el Diario es el de la Teología de la Liberación. Se puede seguir perfectamente en numerosas páginas los cambios que se da en la concepción de la Teología de la liberación desde los documentos posconciliares de la Conferencias latinoamericanas de Obispos.

En sus escritos iniciales sobre el tema: “¿Qué es la teología de la liberación?” Y “Ser cristiano en América Latina” habla de un cambio de actitud de los cristianos para vivir con la fuerza del Evangelio rechazando y denunciando toda injusticia y comprometerse desde la fe a cambiar la realidad, a solidarizarse con los sectores más marginados de la sociedad.

Señala que la mediación sociopolítica, que es imprescindible, debe complementarse con dimensiones antropológicas como edad, género, cultura,  Los pobres no son objeto de nuestro quehacer teológico, sino sujetos activos con características propias de cada raza cultura, cosmovisión, etc.

Al hablar de la crisis de la teología de la liberación nos dice “…debe avanzar, completar la cristología con la pneumatología, la visión del varón con la femenina, la historia con la naturaleza, la violencia eficaz con la no violencia, la uniformidad con lo diferente, la economía con la cultura, lo pobres con los indígenas y afros…la praxis con la fiesta, el servicio con la comunión, la denuncia profética con el anuncio, la dialéctica con el símbolo, la ética con la estética”

Para terminar rescataré la dimensión humana de Víctor Codina, reflejada en su diario.

Al volver a su tierra, Barcelona, al encontrarse con su familia siente profunda alegría y un profundo dolor ante la partida definitiva de su madre, de su hermano Gabrie, también jesuita, que ha dado tanto a Bolivia, dolor y rabia ante el asesinato de su compañero de estudios Luis Espinal. 

 En muchas páginas manifiesta sus dudas, sus interrogantes a nivel personal, social, eclesial.

Al comenzar su estadía en Cochabamba, resulta ser sospechoso por un artículo que iba a ser publicado sobre modelos de Iglesia en la revista del ISET. Manifiesta: “…de momento siento indignación y rabia. Después paz y tranquilidad, e incluso alegría. Esta noche al comulgar siento consolación. Me encontraba pobre, desnudo, con dificultades con la jerarquía, sin recursos, solidario con los pobres. No tengo miedo , pero me duele ver que en Bolivia la Iglesia se cierre…” 1983

Piensa que tal vez su camino teológico no sea desde la academia, sino desde su inserción en el mundo de los pobres, las comunidades: “¿Es un llamado?, ¿Es un Kairós? ¿Dios me habla a través de la historia?, se pregunta. “En estos momentos me siento colgado. Vivo de fe sin saber a dónde ir, en noche oscura, en conflicto con la misma autoridad jerárquica (como Jesús), más doloroso que los conflictos con la autoridad civil” 

Otro de sus grandes interrogantes es:“¿No habremos caído en un excesivo activismo, que crece al disminuir las vocaciones y al aumentar las necesidades pastorales? ¿No conduce esto, a la larga, a un empobrecimiento, no sólo teológico, sino pastoral y espiritual? ¿No habrá que contar más con la presencia de laicos y seglares en nuestras obras para quedar un poco aligerados de trabajo? ¿Somos conscientes de que manejamos, de forma tal vez inconsciente, un imagen de sacerdote, de pastoral y de vida religiosa que es más propia de la época de la cristiandad que del Vaticano II?”

A la imposición de silencio al teólogo Leonardo Boff expresa: “¡Es la inquisición! Me da rabia y no se puede hacer nada. Es la impotencia ante las dictaduras, no sólo políticas, sino también eclesiales. Me dan ganas de no dar clases por solidaridad con él, en una especie  de huelga de teólogos. Pero no es posible”

En sus notas al dar retiro a un grupo de religiosas se pregunta: “¿Son conscientes de que hay una figura histórica de vida religiosa que ya no tiene futuro, que estamos ante un fuerte tsunami globalizado y que hemos de caminar hacia otra figura de vida religiosa?”

Al corregir trabajos de sus alumnos en Cochabamba, comprueba que varios han copiado de internet y expresa: “esto me aflige y me deja confundido. ¿No les interesa la materia de eclesiología? ¿Falta de honradez? ¿Este es el éxito final de mis 45 años de enseñanza teológica? ¿Fracaso mío? ¿Dónde queda la ilusión de preparar mis clases…”

Ustedes podrán encontrar más interrogantes e inquietudes a través de la lectura del libro.

Solamente la persona que se pregunta es capaz de aprender, de avanzar, de transformar.

En todas las notas del día a día habla de sus contactos con teólogos- teólogas, lo que aprende de ellos y lo que aporta, de sus charlas en varios países y departamentos de Bolivia, de su relación con la gente, de situaciones  de la realidad de Bolivia, de sus sentimientos e inquietudes.

El Diario es un tesoro que ustedes llevarán en sus manos e irán descubriendo a la persona de Víctor y su hacer teología desde la orilla.

Y para concluir repito la frase de Víctor que señalé al principio de esta presentación. “No es mi  diario espiritual, ni el diario de mi familia, ni un diario político, sino mi diario teológico desde el reverso de la historia, desde la alteridad.”

Gracias.

Marta Orsini Puente

Cochabamba – Bolivia

9 de agosto de 2013

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