viernes, 15 de febrero de 2013


Pbro. Gabriel Martín Ghione
Homilía I Domingo de Cuaresma: 
Tentados



La liturgia reserva para el primer domingo de cuaresma el relato de las tentaciones en sus diversas versiones, en este ciclo, Lucas.
Es interesante descubrir ante todo que más que un momento puntual de la vida de Jesús, se tratan de las diversas tentaciones que pudo sufrir en todo su ministerio[1][1].


La primera de ella se refiere al pan, puede denotar la fragilidad y vulnerabilidad de Jesús que tiene hambre. Cómo nos cuesta asumirla en nuestra vida. Muchas veces y de diversas maneras nos manifestamos como autosuficientes: tenemos la razón en todo, los otros son quienes se equivocan, no necesito de nadie, no me dejo ayudar. Jesús reconoce su vulnerabilidad, sabe que tiene hambre. El convertir la piedra en pan puede encerrarlo en sí mismo, Jesús se abre a la acción del Padre, porque uno no solo vive para sí sino para el otro/Otro. En el ministerio Jesús acusa a sus contemporáneos que no lo buscan por los signos sino porque han comido pan hasta saciarse. Jn 6, 26, la fe que nos propone Jesús no es una fe que nos deja satisfechos sino que se abre al proyecto de Dios.


En la segunda la tentación es acerca de un modo de ejercer el poder. Tener todos los reinos a sus pies. Podemos pensar que por mi situación de vida esta tentación no tiene lugar de apoyo, que no es para mí pero hay actitudes que manifiestan la intención de querer a los demás a nuestros pies o comiendo de nuestra mano. Cuántas veces manipulamos a los demás a través de los sentimientos o relaciones de dominio. Cuando el querer del otro tiene que coincidir con el mío para que sea verdadero, cuando niego la sana libertad y quiero que todo se haga y piense teniéndome en cuenta. No hay nada más peligroso que creer que no tenemos poder cuando realmente lo tenemos porque seguramente el despotismo está mostrando alguna de sus caras. El evangelista Juan nos presenta que Jesús luego de la multiplicación de los panes se retiró a un lugar solitario porque se querían apoderar de él para hacerlo rey Jn 6, 15, la fe que nos presenta Jesús nos ayuda a vivir el poder desde el servicio, desde la libertad, desde el no sometimiento. Jesús no quiere reinar, quiere servir. Adorar a Dios es la clave de no adorar el poder.


La tercera se refiere a una misión exitosa, asombrosa, casi mágica. “Ser llevado en manos de los ángeles”, en nuestra vida se da cuando queremos una fe mágica, que solucione mis problemas, que transforme en mi lo que no quiero cambiar, una fe que tranquilice mi conciencia y me de la paz producto de la indiferencia total. Muchas veces queremos que todo sea ya, que de un momento a otro el poder de Dios irrumpa de tal manera que deshaga todo el mal y la angustia ocasionada, o que resuelva problemas que son producto de nuestras malas decisiones. Un fe fácil, una fe productiva, una fe espectacular, de show. En el capítulo 6 de Juan, los judíos no aceptaban y murmuraban de Jesús porque era el hijo de José, nada extraordinario Jn. 6, 41-43. Jesús quiere una fe sencilla, cotidiana, una fe accesible a todos que no requiere grandes intervenciones y manifestaciones extraordinarias. Jesús no quiere una fe sin tropiezos, exitosa, sino esa que se va gestando en nuestra historia que camina tras sus huellas, una historia marcada por la Pascua.






Skipe: ghione.gabriel.martin

"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5


[1][1] Al final de cada tentación coloco una referencia al Evangelio de Juan que manifiesta precisamente esto, este evangelista no nos trae el elenco de las tentaciones pero las inserta de otro modo en el discurso del pan de vida del capítulo 6

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