Pbro Diego Fenoglio
Segundo Domingo de
Cuaresma – Ciclo C 2013
La Transfiguración:
una experiencia intensa de Dios
Las lecturas de este segundo
domingo de Cuaresma están enmarcadas en unos simbolismos que son propios de
unos tiempos lejanos, donde lo religioso, lo legendario, lo mítico y lo real se
dan cita en la búsqueda constante por el sentido de la vida, por el futuro y
por aquellos aspectos que nos trascienden, que van más allá de lo que cada día
sentimos y vivimos
La
transfiguración es un anticipo; es un "eclipse al revés": una luz en
medio de la noche. Da un sentido completamente nuevo a la vida, ¡y a la muerte!
Hace comprensible la maravillosa reflexión de Hélder Câmara: "El que no
tiene una razón para vivir, no tiene una razón para morir”. Jesús no será
un Mesías “allá en las nubes”, sino uno que camina nuestros pasos... ¡Pobres de
nosotros si queremos aburguesarnos, instalarnos o acomodarnos! El «qué bien
estamos aquí» es, evidentemente, "no saber qué se está diciendo".
"Cambia, todo cambia" dice una canción... la Cuaresma es
"tiempo de cambio" dice la Iglesia... En cambio, Pedro quiere
quedarse: "quedémonos aquí" ... Muchos, no quieren saber nada con los
cambios: "más vale malo conocido, que bueno por conocer", sentencian
¡Qué diferencia!
La
Transfiguración es decirnos "esto es lo que les espera”, es decirnos que
"dar la vida vale la pena". Todo proceso de conversión y cambio tiene
sentido porque tenemos una roca firme, tenemos uno que no cambia, y garantiza
nuestra vida fecunda, un "resucitado que es el crucificado" (J.
Sobrino). Por eso la importancia que tiene “escuchar” a Jesús. Es la voz del
profeta de los tiempos finales, del profeta como Moisés, que nos enseña el
camino de la vida, el camino del éxodo que es camino de Pascua.
Lo que
celebramos en la Cuaresma, es un jugarse
y comprometerse, un dar la vida. Es un volverse a Cristo presente en los
hermanos…
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