Pbro. Gabriel Martín Ghione
IV Domingo durante el año.
Valentía en el anuncio
Los textos de la liturgia de este Domingo presentan varios puntos
de contacto, uno de ellos es la valentía en anunciar y denunciar, sin temor a
las consecuencias que ello puede traer.
Dios le presenta una misión al profeta Jeremías, vocación y
misión, llamado y envío, discípulo y misionero son dos caras de una misma
moneda. En la misma vocación y misión de Jeremías está el pedido de no dejarse
intimidar. Además el anuncio de que su mensaje será combatido. ¿Hoy como
Iglesia hemos perdido la capacidad de denunciar? Creo que sí, y denunciar no
significa solo levantar la voz en contra de alguna injusticia, también es
proponer y jugarse por caminos alternativos, aunque estos signifique perjudicar
los intereses de algunos. A veces podemos pensar que el mensaje de Jesús se
centra en una dimensión espiritual que está totalmente desconectada con la
vida. Nos equivocamos si pensamos que la fe nos encierra en la sacristía o el
sagrario, la fe nos impulsa a gestar nuevas estructuras y más justas, nos
interpela, nos moviliza a salir del quietismo y la indiferencia en que nos vemos
sumergidos para buscar el bien de todos, el auténtico bien común.
¿Por qué si Jesús anunció la salvación fue rechazado por su
pueblo? Porque no la encerró en un grupo o sector sino que la abrió para todos.
Los ejemplos citados de Elías y Eliseo manifiestan le incredulidad de un sector
del pueblo que se creía con derechos sobre Dios. Es la experiencia que se hace
habitualmente: los que más se resisten a los cambios son aquellos que se
consideran más que los otros (más cercanos, más creyentes…)
Hoy se ha perdido valentía en el anuncio porque quizás ya no
nos interesa la voluntad de Dios, o la reducimos a rezar más, ir más a misa,
alguna que otra obra de caridad que tranquilice nuestra conciencia. El proyecto
de Dios y su voluntad es mucho más ambiciosa: propone una sociedad justa donde
se atienda y cuide sobre todo a los más desprotegidos, un sistema que más allá
de ganancias e intereses se mueva por el amor y por una justa distribución.
Dios en su proyecto no quiere que nadie quede afuera y que nadie sufra ni
hambre ni pobreza. Un cristiano no puede tolerar un sistema que acumule en
grande graneros o silos bolsa, semillas que llegan a podrirse por la ambición,
mientras otros sufren precariedad y hambre: es voluntad de Dios que nadie sufra desnutrición porque Dios hizo los
bienes de la tierra y no nombró algunos propietarios sino que los dispuso para
el bien de todos sus hijos[1][1].
Nos cuesta denunciar porque también nosotros debemos cambiar
criterios, en el último tiempo ha habido entre nosotros un gran progreso que se
manifiesta en autos nuevos, casas arregladas, mayor confort, pero ¿hay más
generosidad, solidaridad y tiempo compartido? Pensamos y pasamos más tiempo
cuidándonos pero ¿estamos dedicando más tiempo al otro? Lamentablemente tengo que confesar que
estamos decreciendo. Nos encerramos en nosotros mismos, formulamos hermosas
escusas, culpabilizamos a los demás y tranquilizamos nuestra conciencia dando
aquello que nos sobra, las migajas que caen de nuestra mesa.
Si seguimos a este Jesús que anuncia la salvación para todos
y especialmente la manifiesta en aquellas realidades más precarias, yo coloco
mi esperanza y misión precisamente en continuar anunciando y denunciando este
mensaje, colocando mi presencia en esas realidades.
Pbro. Gabriel Martín Ghione
Skipe: ghione.gabriel.martin
"Servidores de ustedes por amor de Jesús" 2 Cor 4,5
[1][1] Alguno puede pensar que es una manera comunista de reflexionar la
Palabra de Dios, yo lo invito a leer el Compendio de Doctrina Social de la
Iglesia que subordina la propiedad privada al destino universal de los bienes.
CF CDSI 172: “Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en
ellos los de propiedad y comercio libre, a ello [destino universal de los
bienes] está subordinados_ no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su
realización, y es un deber grave y urgente hacerlos volver a su finalidad
primera”
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