Pbro. Jorge Trucco
CUARTO DOMINGO
C
PASANDO EN
MEDIO DE ELLOS
SIGUIÓ SU CAMINO
Jer 1,4-5.17-19:
“profeta para
las naciones…diles todo lo que Yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos”
1 Corintios 12,31-13,13:
“El
amor no pasará jamás”
Lucas 4,21-30.
“Les aseguro que
ningún profeta es bien recibido en su tierra”
Dicen que una vez
llegó un profeta a un pueblo y comenzó a predicar en medio de la plaza central.
Al comienzo, mucha gente escuchaba con atención sus llamados a la conversión y
se sentían impulsados a volverse a Dios por la voz de este profeta. Pero
pasaron los días y el profeta seguía anunciando su mensaje con la misma fuerza,
aunque el público había ido disminuyendo poco a poco. Cuando había pasado algo
más de un mes, el profeta seguía saliendo todos los días a la plaza del pueblo
a predicar su mensaje, aunque todos los habitantes del pueblo estaban ocupados
en otras cosas y nadie se detenía a escuchar su palabra. Por fin alguien se
acercó al profeta y le preguntó por qué seguía predicando si nadie le hacía
caso. Entonces el hombre respondió: “Al principio, predicaba porque tenía la
esperanza de que algunos de los habitantes de este pueblo llegaran a cambiar;
esa esperanza ya la he perdido. Pero ahora sigo predicando para que ellos no me
cambien a mi”.
El domingo pasado,
después de la lectura del profeta Isaías que hizo Jesús en la sinagoga de
Nazaret, el evangelio terminaba diciendo que “todos los presentes tenían fijos
los ojos en él”. El evangelio de hoy
continúa la escena. Jesús dice que en él se cumplen las palabras
de Isaías, es decir, que es el ungido (Mesías) para anunciar la Buena Noticia a
los pobres y oprimidos... y el año de gracia del Señor.
Lucas dice al comienzo
de este pasaje: “Todos daban testimonio a favor de Jesús y estaban admirados de
las palabras de gracia que salían de su boca”, la narración da un vuelco repentino y comienza a mostrar la agresividad
de la gente hacia la predicación de Jesús: “Se preguntaban: –¿No es este el
hijo de José?”. Tanto que Jesús mismo toma la iniciativa y expresa las reservas
que el pueblo tiene frente a su palabra: “Seguramente ustedes me dirán este
refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Y además me dirán: ‘lo que oímos que
hiciste en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu propia tierra’. Y siguió
diciendo: –Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia
tierra”. Después, hizo referencia a dos
casos muy conocidos en el Antiguo Testamento en los que aparece una preferencia
de parte de Dios por manifestarse a los miembros de pueblos distintos a Israel:
El primer caso es el de Elías, que
fue enviado a una viuda de Sarepta,
cerca de la ciudad de Sidón, es decir, territorio extranjero (1 Reyes 17,
1-24); y el segundo caso es del profeta Eliseo,
que no curó a ningún leproso
israelita, habiendo tantos en su tiempo, sino a Naamán, el sirio, también un extranjero (2 Reyes 5, 1-19).
Esto provocó una
reacción violenta de la población que estaba reunida en la sinagoga para el
culto de los sábados. Desde luego, eso de que ‘pasó por en medio de ellos’ no
debió ser como cuando le hacen una calle de honor al gobernador que llega a un
pueblo. Como cuando Dios llamó a Jeremías: “Te consagré para ser
profeta de las naciones… no te dejes intimidar por ellos”. Sencillamente, no
dejó que lo arrojaran por el barranco abajo y, seguramente, sacudiéndose el
polvo de sus pies, se fue del pueblo, como más tarde enseñó a sus discípulos. Jesús,
como Jeremías, ha sido llamado para arrancar
de la religión de Israel, y de toda religión, la venganza de Dios, y para
plantar en el mundo entero una religión de vida. Y eso será lo que lo lleve a la
muerte como compromiso de toda su vida. Pero no es la muerte solamente lo que
se anuncia; también la resurrección: “pero él, pasando por medio de ellos, continuó
su camino”
¿Qué servicio es el
más perfecto en la comunidad? Pablo
en la segunda lectura está hablando a
una comunidad donde existe un problema bien manifiesto: el desprecio de los débiles,
de los que no valen, de los que no tienen altos vuelos. La caridad (amor que no espera
ser retribuido) y que no deja afuera a nadie… es el servicio más perfecto…
Como Jesús, nosotros
también tenemos el peligro de ser rechazados por tratar de vivir la
universalidad (no discriminación) que nos propone el evangelio. Pero no podemos claudicar frente al rechazo.
Como el profeta de la historia con la que comenzábamos la reflexión, habrá que
seguir anunciando el perdón, el amor y la paz, aunque todos nos vuelvan la
espalda. Si no es para que los demás cambien, por lo menos para que el capitalismo
salvaje no termine cambiándonos a nosotros.
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