martes, 5 de febrero de 2013


"El Apocalipsis en la Iglesia, 
cartas a las comunidades" 







(Jesús Bastante) 

Ricardo Pérez Márquez es siervo de María, autor de "El apocalipsis de la Iglesia, Cartas a las comunidades", editado por Desclée. "No hay una época dorada de la Iglesia", explica Ricardo, "siempre ha existido la contradicción entre los valores evangélicos y las propuestas indecorosas del sistema".

Y explica que, precisamente, el mensaje que transmite el Apocalipsis es el de la necesidad de "estar muy atentos para que el poder no rompa el testimonio y el mensaje de Jesús".

Confiesa que lo que más le entristece del libro del Apocalipsis es "que hoy en día está en manos de los grupos más ultraconservadores y fanáticos", pero concluye con la esperanza que nace de los propios textos evangélicos y de su Buena Noticia: "Lo bueno del Evangelio es que no es un texto acabado".

¿Qué son los Siervos de María?

Es una orden religiosa que nació en la época medieval, más o menos en la misma época que San Francisco de Asís, y que nació con la característica de vivir con los valores evangélicos, sobre todo el de la fraternidad y el servicio. Digamos que para vivir el Evangelio hay que manifestarlo a través de una actitud de acogida recíproca, y eso luego se demuestra a través de un servicio generoso y gratuito a la gente, poniendo en el centro de la vida de la comunidad lo que es la Buena Noticia del Reino.

¿Es una congregación de hombres y mujeres?

Es una orden religiosa que tiene, como todas, una rama masculina compuesta por frailes, que también pueden ser sacerdotes, pero que fundamentalmente somos frailes. Somos una orden regular. Luego están las monjas y también están los laicos (órdenes que antes se llamaban "terceras" y que ahora son las fraternidades seculares).

¿Cuántos sois en el mundo?

Hemos sido siempre una orden muy pequeñita, nunca nos hemos excedido por el número. Y actualmente, con la crisis y los cambios que se están produciendo, yo creo que no alcanzamos los 900 en todo el mundo.

¿En cuántos países estáis?

Estamos difundidos por los cinco continentes. Nosotros siempre hemos sido en la historia una orden como de segundo plano, pero creo que esto nos hace honor, porque nuestro nombre es "siervos", y el servicio no se hace nunca para mostrarlo y explicitarlo, sino que se tiene que hacer de una manera tranquila y discreta, haciéndolo bien. Y yo creo que esto nos ha favorecido en la historia, porque somos una orden que ha sabido funcionar siempre en función de lo que la sociedad necesitaba, como asistencia o servicio o colaboración.

¿Hay una pulsión no resuelta en la Iglesia, sobre todo en los últimos tiempos, entre poder y servicio?

Sí, y es un aspecto que debemos ir siempre analizando. Una comunidad religiosa, un grupo, una iglesia, no puede no poner en el centro de su atención el servicio, que es lo que caracteriza el mensaje de Jesús. Y hay que estar muy atentos para que el poder no rompa este tipo de testimonio.

En tu libro "El apocalipsis de la Iglesia, Cartas a las comunidades" hablas de los primeros años del cristianismo, de cuando se comienzan a fundar las primeras iglesias. ¿Ya existía entonces ese tipo de lucha por el poder, para ver cuál alcanzaba la primacía?

Nunca hay que idealizar el pasado, pensando que hubo una época dorada en la Iglesia. Las comunidades siempre han tenido que hacer frente a una serie de contradicciones internas: es decir, por una parte la propuesta del Reino y los valores evangélicos, y por otro lado las propuestas indecorosas y contrarias al Evangelio del sistema. Siempre han tenido que echar cuentas con esto. Las comunidades han tenido este problema desde sus orígenes. Por eso se escribieron los textos del Nuevo Testamento: para dejar en claro la identidad de la comunidad, del grupo de creyentes. Y el que lo hace de manera más incisiva, con una denuncia más fuerte, es el autor del Apocalipsis. 
Estamos al final del siglo I, hacia los años 90. Las comunidades más o menos hay se han estructurado, y están viviendo en las ciudades más importantes del imperio. Pero el autor del Apocalipsis ve que hay una tentación muy grande, a nivel interno, de traicionar los valores evangélicos. De no ser realmente leales al testimonio de Jesús, su vida, su palabra y su manera de actuar.

¿O sea que el Apocalipsis fue una especie de advertencia, de aviso para los primeros cristianos?

Sí. El Apocalipsis habla del presente, a pesar de la imagen que se suele tener del libro de que se refiere a cosas futuras, extrañas o misteriosas. El Apocalipsis habla del presente, y es una manera de llamar la atención sobre lo que tiene que ser la presencia de una comunidad de creyentes en la historia, que no puede venderse a los valores del sistema, no puede ser cómplice de aquellos que destruyen la vida humana o despojan al ser humano de su dignidad, o que son causa de sufrimiento o injusticia. Eso no se puede permitir. Entonces el autor, de una manera muy dura, usando el lenguaje cifrado (el lenguaje simbólico), pone al descubierto estas contradicciones de las comunidades, al mismo tiempo que exalta a aquellas que saben llevar a delante con rigor, con verdad y con coraje la propuesta evangélica.

¿Fracasó el autor del Apocalipsis en su empeño?

Sí, bueno, ésa es la duda que queda abierta, porque después de leer las cartas y los textos que encontramos en la primera parte del libro del Apocalipsis, no sabemos si al final las comunidades tuvieron en cuenta este tipo de aviso, o si lo pusieron en práctica. Lo que sí sabemos es que algunas comunidades han seguido adelante, y otras se han perdido. Algunas, como las que se encontraban en lo que actualmente es el estado de Turquía, desaparecieron totalmente, seguramente debido a esta contradicción de las cartas que les decían a que debían ser leales, y su actitud opuesta. La única que quedó en esa zona fue la comunidad de Smirne, donde todavía hoy hay una pequeña comunidad cristiana. Fue una comunidad elogiada por el autor del Apocalipsis por vivir con coraje la propuesta de las Bienaventuranzas, la pobreza (de compartir, de la solidaridad), y la persecución (dar la cara por ser fiel a lo que Jesús nos propone).

De las iglesias de las que hablas, ¿hubo alguna que cumpliera con lo que serían todos los requisitos que entendemos como la propuesta del Evangelio?

Sí, el autor del Apocalipsis lo deja bien claro: en el grupo de siete iglesias que él trata está la iglesia de Smirne, que es la única que no escucha esa llamada a la conversión, porque vive con fidelidad la propuesta evangélica. Es una comunidad donde la gente comparte lo que tiene (una cosa que hoy día es muy necesaria), y sobre todo una comunidad que no tiene miedo a las amenazas, los obstáculos o las pruebas que se pueden presentar en el camino.

¿Actualmente se podría visitar la comunidad de Smirne?

Sí. Actualmente es una comunidad muy pequeñita, pero nosotros, con nuestro Centro de Estudios Bíblicos hemos tenido la oportunidad de conocerla. Organizamos viajes de estudio para conocer estos lugares, así como los lugares del Evangelio y de estas primitivas comunidades de lo que sería la actual Turquía. Allí, en la ciudad de Smirne, está la iglesia de San Policarpo, que sigue manteniendo viva esta llama de la presencia cristiana en un país que actualmente es completamente musulmán.

Hablas en el libro de la "Iglesia de la ortodoxia", de "la de los movimientos", de "la de los réditos"... ¿Cuánto hay de esas iglesias que no sobrevivieron en la Iglesia actual?

El autor ha escrito este libro no solamente para contarnos esas luces y sombras de las comunidades de su tiempo, que son cosas interesantes, pero que aparentemente tienen poco que ver con nosotros. El autor escribe el libro dándole un corte muy actual, de manera que las comunidades en la historia se puedan confrontar con esos escritos, y se pueda también hacer un análisis, un balance de su situación. Los títulos que yo he dado a esas iglesias responden un poco a lo que cada iglesia presentaba: la iglesia de la ortodoxia estaba muy apegada a la doctrina, pero no vivía para nada lo más importante, que es el amor; la iglesia que estaba muy encerrada en su dinero y en su poder económico, y que no tenía necesidad de pedir nada a nadie porque se valía a sí misma... Ejemplos así tenemos muchísimos en la historia, de iglesias que se han encerrado en su poder económico, traicionando la imagen de Jesús. Son situaciones que se han ido presentando y sucediendo en la vida de la Iglesia, y por eso el libro se escribe, para que las comunidades puedan reflexionar y encontrar estas situaciones que no son óptimas, sino lo contrario. Y que puedan superar esas situaciones peligrosas. 
El autor en estas cartas llama continuamente a la conversión. ¿Por qué, si eran cristianos? Esa gente no era pagana. ¿Qué sentido tenía la conversión, entonces, para la comunidad de Éfeso, por ejemplo, que defendía rígidamente la doctrina, buscando herejes, etc.? ¿Por qué Cristo les dice que se tienen que convertir? Porque ésa no es la identidad de la Iglesia. El apego a la doctrina no vale si no hay amor generoso. Nada justifica que le cortes la cabeza a tu enemigo, o que trates mal al que consideras tu adversario.

El Apocalipsis ha sido muy utilizado en la historia de la literatura y del arte, pero siempre dando una visión de una Iglesia violenta y castigadora. ¿Tiene más contenido el Apocalipsis de los que uno podría pensar en principio (los jinetes, las plagas, el fin del mundo...)?

Sí. Mi objetivo ha sido también romper ese prejuicio que hay acerca del libro del Apocalipsis, porque uno puede preguntarse, en principio, qué tiene que ver el Apocalipsis (y sus condenas) con el Evangelio (y su misericordia, y su perdón, etc.).

¿Pero no es cierto que es un libro que queda un poco a parte de la línea general de los Evangelios? 

Sí, pero también es verdad que el libro ha sido maltratado y manipulado injustamente en la historia. Lo que más entristece acerca de esta obra es que hoy en día está en manos de los grupos más ultraconservadores y fanáticos. Es una cosa terrible. Hasta hay sectas que se dirigen al libro para encontrar respuestas a sus posiciones más violentas, y esto no se puede justificar de ninguna de las maneras. Entonces, hay que recuperar el libro, el texto del Apocalipsis, para la vida de la comunidad. Hay que saber leerlo. Está claro que es un libro difícil, y que el autor ha elegido un lenguaje complicado a conciencia porque era el único que podía mantener siempre la actualidad de su mensaje. Él estaba convencido de que, si había personas capaces en las comunidades de entender lo que él escribió, el libro manifestaría su contenido, que es un contenido de esperanza, de dar coraje, de infundir optimismo.
El Apocalipsis habla del presente, y se dirige a sus iglesias proyectando una serie de imágenes y de visiones que hay que interpretar como el anuncio de que la historia iba a producir una serie de situaciones dramáticas.

¿Y la historia está dando la razón al Apocalipsis?

Hoy día no se pueden negar las situaciones de injusticia y de violencia, y el autor era consciente de eso. Escribió el libro para que las comunidades supieran, a lo largo de la historia, interpretar esos hechos. La Salvación ya está con nosotros, pero no podemos quedarnos parados esperando que todo se resuelva por sí mismo. Hay que intervenir para ir rebajando poco a poco todas estas situaciones negativas, hasta que se eliminen completamente. El Apocalipsis acaba con una imagen maravillosa: la tierra nueva y el cielo nuevo, que son una invitación a la esperanza, pues nos dicen que la historia, con todas sus contradicciones y con todas sus penas, no nos está llevando tampoco a la catástrofe.

¿Quién es el autor del Apocalipsis?

El problema de los textos de Nuevo Testamento, cuando se intenta resolver esto del autor, no es fácil, porque normalmente los textos no son autógrafos. Ha sido la tradición en el tiempo la que ha dado a cada texto una autoría. En el caso del libro del Apocalipsis, hay un personaje que se presenta: Juan. Así que sabemos que este hombre se llamaba Juan. Pero esto no nos puede llevar a identificarlo con uno de los apóstoles o con uno de los escritores precedentes del Evangelio.

¿Pero no se asemeja el lenguaje del cuarto Evangelio, que además es muy distinto al de los otros tres, al del libro del Apocalipsis?

Hay puntos de conexión entre el Apocalipsis y el cuarto Evangelio. Hoy en día los estudiosos, los exegetas de la Biblia dicen que se puede considerar como si formaran parte de la misma escuela, una supuesta escuela en la que estaría el cuarto Evangelio como libro principal, luego las cartas de Juan, y luego el Apocalipsis. O sea que es muy posible que este autor formara parte, siempre en el contexto efesino, de ese grupo o escuela. Pero no podemos demostrar, de ninguna de las maneras, que el autor del Apocalipsis es el mismo que escribió el cuarto Evangelio o las cartas. Lo que podemos llegar a decir que fue un componente de esa escuela, porque hay cosas en común entre estos textos.

¿Qué te imaginas que pensaría Jesús si tomara hoy en sus manos un Nuevo Testamento? ¿Le faltarían textos apócrifos? ¿Le sobraría alguno de los reconocidos?

Yo creo que Jesús diría "han escrito cosas muy bonitas, pero faltan por escribir cosas más bonitas aún". Yo creo que lo bueno del Evangelio es que no es un texto acabado. No es algo que pertenece al pasado y que tenemos que estudiar, sino que es algo vivo, que se va siempre enriqueciendo. Y tiene que dar su aportación a la historia, partiendo de lo que fueron las primeras experiencias y estos testimonios que nos han dado los evangelistas. Yo creo que la Iglesia hoy en día mantiene también esta imagen plural como la que nos dan los Evangelios, de apertura. Y yo creo que Jesús diría eso, que hay que seguir enriqueciéndola, sin quedarse en lo que dijo la gente en el pasado demostrando su adhesión en primera persona. En el Evangelio de Juan hay una frase muy bonita que dice: "Vosotros haréis obras más grandes que las mías". Es decir, que Jesús tiene una confianza plena en lo que sus seguidores pueden hacer para que esta Buena Noticia se siga desarrollando y dando a conocer la riqueza que está contenida en estos textos, para que una vez que se pongan en práctica puedan demostrar que tienen contenidos aún más ricos. 
Lo más importante es que no se pierda nunca el entusiasmo por seguir difundiendo la Buena Noticia, y por comprenderla siempre mejor. Este libro sólo es una tentativa de dar a conocer la riqueza del Apocalipsis, pero esperamos que haya más frutos en este sentido.

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