José Luis Cortés,
en Ciclo C -RD/Herder-
En esta tercera semana de su "cursillo preparatorio acelerado", Jesús nos enseña que los suyos, precisamente porque han visto su gloria (DOMINGO: "Se espabilaron y vieron su gloria"),
han entendido que sólo serán como Dios si se muestran compasivos (LUNES: "Sed misericordiosos como vuestro Padre"),
esclavos de los otros (MIÉRCOLES: "El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor"),
situados de parte de los mendigos (JUEVES: "Un mendigo llamado Lázaro"),
piedras desechadas (VIERNES: "Es ahora la piedra angular"),
hijos pródigos (SÁBADO: "Un hombre tenía dos hijos");
solo estos, a nuestros ojos descarriados y equivocados, alcanzarán la gloria de Abrahán, la ternura del Padre Dios.
Esta re-valoración, esta forma distinta de valorar las cosas (muy distinta de la del "mundo"), a sí mismos y a las personas, es esencial para un anunciador del Evangelio.
Una semana en la que someteremos a crítica nuestra manera de cualificar las cosas, las personas, los objetivos, los medios y los resultados (éxitos y fracasos).
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