viernes, 27 de julio de 2012


Reflexiones sobre las lectura bíblicas 

de la Misa del domingo 29 de Julio

Pbro. Lucas Trucco


1º Lectura: “Dáselos a la gente para que coma”
2º Lectura: “Traten de conservar la unidad del Espíritu”
Evangelio: “Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados”



Aquella  generosidad del profeta se refleja tiempo después en Jesús y en un niño que inocentemente ofreció todo lo que tenia. La inocencia de este muchacho no debemos pensarla como si fuera un niño irracional que no tiene ni idea de lo que pasa en la realidad. O creer que en el texto se puso a un niño para que sea más tierno el relato. La generosidad del infante es un llamado a tener un corazón de niños que fuera de todo cálculo y razonamiento egoístas –porque muchas veces pensamos en como No compartir lo que tenemos; y ponemos grandes excusas para no ayudar a los más débiles- cree en la Gracia y el amor de Dios que mueve los corazones. Somos nosotros los mayores los que hacemos de la fe un gran supermercado -“tanto te doy, tanto me das”- y no nos dejamos ganar por el amor gratuito de Dios. Aprender a ser como niños que escuchan al Señor y confiar en su palabra. Tener actitudes de niños que no se ponen a calcular si el amiguito/a esta en casa y los va a recibir para jugar, ellos salen corriendo a buscarlo; así también nosotros debemos salir corriendo hacia nuestros hermanos mas alejados para compartir con ellos el pan y la vida.


También nos muestra el Evangelio la generosidad de Jesús de compartir las decisiones. No se apodera de la autoridad que le fue dada sino que la pone al servicio compartiendo con sus hermanos las decisiones de la comunidad. [1] Jesús nos enseña que el poder cuando se lo comparte es servicio, sino se convierte en una tiranía.


Pero el signo mayor es saber que Jesús no solo alimentaba a la gente con la Buena Noticia de Dios, sino que le preocupaba también el hambre de sus hijos e hijas.


Esta comida compartida era para los primeros cristianos un símbolo atractivo de la comunidad nacida de Jesús para construir una humanidad nueva y fraterna. Les evocaba, al mismo tiempo, la eucaristía que celebraban el día del Señor para alimentarse del espíritu y la fuerza de Jesús, el Pan vivo venido de Dios.
Pero nunca olvidaron el gesto del joven. Si hay hambre en el mundo, no es por escasez de alimentos sino por falta de solidaridad. Hay pan para todos, falta generosidad para compartir. Hemos dejado la marcha del mundo en manos del poder financiero, nos da miedo compartir lo que tenemos, y la gente se muere de hambre por nuestro egoísmo irracional.[2]

Que como María confiemos en la Gracia del Espíritu que obra en nosotros y salgamos con un corazón de niños a compartir el pan y la vida con nuestros hermanos más pobres y alejados.


[1] Reflexión compartida en comunidad los viernes por la mañana con Marcos y Jorge.
[2] Cfr. Pág. Web: “Odres nuevos”

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